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La serie audiovisual que muestra la ciencia colombiana

Señal Colombia y Cábala Producciones lanzaron esta semana “Misión ciencia”, una serie audiovisual que lo llevará a los escenarios más fascinantes del continente, desde volcanes hasta cavernas y nevados.

Tatiana Pardo Ibarra
09 de octubre de 2016 - 03:00 a. m.
Cada capítulo de Misión Ciencia dura 30 minutos. Serán transmitidos por Señal Colombia / Wikipedia-RTVC
Cada capítulo de Misión Ciencia dura 30 minutos. Serán transmitidos por Señal Colombia / Wikipedia-RTVC

¿Alguna vez se ha puesto pensar por qué un paleontólogo pasa tantos días en el desierto buscando fósiles entre la arena caliente o por qué un arqueólogo subacuático examina piezas de barcos que fueron hundidos por piratas hace decenas de años? ¿Qué los motiva? ¿Por qué debería importarnos su trabajo?

Para dar respuesta a estas preguntas y muchas otras, Señal Colombia y Cábala, una productora chilena, lanzaron esta semana Misión ciencia, una serie audiovisual de 13 capítulos para reconocer no sólo el potencial geográfico del país, rico en volcanes, desiertos, selvas, nevados, montañas, ríos y mares, sino además la ardua labor de científicos que han entregado su vida a explorar escenarios recónditos.

Los televidentes se darán cuenta de que los científicos no son aquellos personajes enclaustrados en laboratorios con batas blancas y tubos de ensayo que muestran en las películas, sino unos auténticos Indiana Jones que no se quejan por pasar varias horas en alta mar bajo un sol inclemente, que descienden por cuevas peligrosas o escalan grandes nevados por una razón especial: recolectar información que nos ayude a comprender la riqueza natural e histórica de nuestro país. No de cualquiera: del segundo más biodiverso del mundo.

Misión ciencia lo llevará en un tour por los glaciares del nevado del Cocuy, la arqueología subacuática en el Caribe, el volcán nevado del Ruiz, el bosque seco tropical del Tolima, la marcación de ballenas y tortugas marinas en el Pacífico y las cuevas en Santander. Pero también comprará un tiquete con destino a otros puntos de Latinoamérica, como la Patagonia, la Antártica, laguna Negra, el desierto de Atacama y las torres del Paine.

Diego Rojas, chileno y productor de la serie, sintió desde niño curiosidad por la astronomía y la ciencia en todas sus presentaciones, por eso siente que este trabajo es una responsabilidad social de compartir el conocimiento, de transmitir pasiones y motivaciones y, por sobre todo, de conocer el territorio que habitamos.

“La ciencia es lo que nos permite avanzar como humanidad, conocernos mejor a nosotros mismos, nuestros orígenes, y entender el mundo que nos rodea. Por eso buscamos personajes que nos muestren una aventura científica, que se ensucien las botas, que tengan que llegar a lugares de difícil acceso, que los motive su trabajo e incluso agarrar ciertos riesgos para conseguir lo que buscan”, cuenta Rojas.

El Espectador habló con los científicos colombianos que hacen parte de este proyecto para que expliquen la importancia de sus investigaciones.

María Claudia Diazgranados, directora del programa Marino Colombia de Conservación Internacional

“En Colombia tenemos registro de 44 mamíferos marinos, entre ellos ocho especies de ballenas, siendo la jorobada la más representativa de nuestro país: un animal que puede medir hasta 18 metros, pesar 42 toneladas y llegar a vivir hasta cien años. Sin embargo, están gravemente amenazadas en todo el mundo por las redes de pesca y por colisionar contra las embarcaciones.

Por eso el año pasado, con Conservación Internacional y otras organizaciones, hicimos el primer ejercicio de marcaje de ballenas en Colombia. Les colocamos un dispositivo que nos arroja información sobre su ubicación, comportamiento y la profundidad de sus inmersiones. Esto nos permite saber más sobre sus migraciones y el tiempo que pasan en aguas colombianas. En total, hemos logrado marcar ocho ballenas jorobadas y sacar algunas muestras de piel para hacer estudios de genética y conocer la cantidad de mercurio que tienen.

Todo esto nos permite aportar importante información para generar alternativas económicas para las comunidades (ecoturismo), para tomar medidas de manejo específicas que ayuden a su protección dentro de áreas protegidas o fuera de ellas, como regular el avistamiento responsable o armonizar las rutas de navegación de los barcos industriales con los hábitats de estas especies.

También hicimos un marcaje de tortugas marinas en el PNN Gorgona y en Uramba Bahía Málaga, para tener nuevos datos. Sólo hay seis especies en el mundo y a Colombia llegan cinco, de ahí la importancia de conocerlas mejor”.

Juan Guillermo Martín, director del Museo Arqueológico de Pueblos Karib

"En este capítulo podrán ver un proyecto de arqueología subacuática, oceanografía, historia e impacto social que inicia a partir de una investigación realizada por Álvaro Mendoza y Enrique Yidi sobre el único barco que se hundió en aguas colombianas, en el marco de la Primera Guerra Mundial: el Prinz August Wilhelm.
Este barco solía llevar pasajeros y mercancías desde Hamburgo (Alemania) hasta Nueva York y después hacia el Caribe. Se construyó a mediados del siglo XIX, muy lujoso, con camarotes, amplios espacios de comedores, prácticamente un crucero para la época, con buenas comunicaciones marítimas.

En 1914, cuando el barco estaba en Jamaica, se dio la orden de detener todas las embarcaciones. Sin embargo, el capitán decidió moverse sin permiso hacia Colombia porque allí había una colonia alemana muy fuerte que los hacía sentir seguros. Luego la mayoría de la tripulación regresó a Alemania a terminar de pelear en la guerra y, para 1918, cuando habían sido derrotados, el capitán decidió mandar a prenderle fuego a la torreta de mando, abrir las válvulas y soltar el barco para que se hundiera y no quedara en manos de los enemigos.

En este momento está a ocho metros de profundidad, en una zona con poca visibilidad y fuerte corriente. Estamos recolectando información para evaluar su estado de conservación, pues ha sido saqueado para extraer bronce, cobre y algunos elementos con hierro, plata y vajillas lujosas". 

Hernando García, director encargado del Instituto Alexander Von Humboldt

"El bosque seco tropical es el ecosistema más amenazado de Colombia: de los 9 millones de hectáreas que originalmente hubo, quedan menos de 700 mil y la mayoría son bosques secundarios,  fragmentados y vulnerables a incendios forestales producto de las malas prácticas del hombre.

El 65 % de esas áreas que fueron bosque, y ya no lo son, están bajo desertificación, son suelos que han perdido toda su capacidad productiva y la gente que vive ahí es vulnerable a eventos climáticos extremos por lluvias o sequías. Por esa razón trabajamos, junto con más de 30 entidades del país, para monitorear las condiciones en las que se encuentra el bosque seco y conocer su estado de salud.

La zona más vulnerable es la que corresponde a la Costa Caribe, pero también hay algunos ejemplos de conservación voluntaria, de gobernanza ecológica, donde la misma comunidad decide cuidar su zona. Hay cuatro fincas ganaderas, ubicadas entre Mariquita, Armero-Guayabal y Honda (Tolima), que juntas conservan 4 mil hectáreas de bosque y otras 6 mil se disponen para  la ganadería".

Yaneth Muñoz Saba, profesora del Instituto de Ciencias Naturales de la UN

"En Colombia tenemos registros de varias cavernas, las más grandes e importantes están en Antioquia, Huila, Tolima, Santander, Norte de Santander y parte de Cundinamarca. Ahí hemos hecho un trabajo de investigación para conocer las especies de mamíferos que las habitan. Son sistemas que se encuentran desprotegidos, por eso encontramos casos en los que las cavernas son utilizadas como marraneras, discotecas, centros religiosos o lugares para practicar deportes de aventura. Ese mal turismo está causando el deterioro acelerado de las mismas y poniendo en riesgo una gran riqueza biótica de aves, murciélagos, peces e insectos".

Jorge Luis Ceballos, glaciólogo del Ideam

“Este capítulo busca mostrarles a los colombianos qué hacemos en el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) frente al derretimiento de los glaciares. Aquí se cuenta nuestro trabajo en campo, cómo obtenemos los datos y la inevitable extinción de estos ecosistemas. Podrán ver cómo nos desplazamos, cómo nos alistamos, a qué horas nos acostamos poniéndoles las pilas a los aparatos y qué datos recogemos.

En este caso viajamos desde Bogotá hasta Guicán, que está a 10 horas de camino en carro. Después, otra hora más hasta alcanzar los 4.000 metros. Ahí nos aclimatamos y al día siguiente madrugamos y llegamos hasta los 5.200 metros, al pico Ritacuba Blanco, en la Sierra Nevada del Cocuy, que es el punto más alto de la cordillera Oriental de Colombia.

Durante el rodaje también se evidenció que el glaciar perdió alrededor de 60 y 70 centímetros de espesor debido al fenómeno de El Niño, y eso demuestra que no está muy saludable”.

Jaime Humberto Escobar, director del Instituto de Desarrollo Sostenible de la Uninorte

"Desde hace 17 millones de años hasta hace 2,5 millones atrás, el desierto de La Guajira era un ecosistema diferente al que hoy en día conocemos: casi que un bosque, húmedo, con amplios ríos. Ahora, con el equipo de trabajo del Instituto de Desarrollo Sostenible de la Universidad del Norte, estamos encontrando fósiles de cocodrilos, gaviales, tortugas gigantes, delfines y otros mamíferos en una zona conocida como Castilletes.

Las cerca de 200 piezas fósiles que hemos encontrado nos están mostrando que La Guajira debía tener un ambiente diferente para que todas estas especies pudieran vivir. ¿Qué fue lo que pasó en el departamento para que ese ecosistema se transformara? ¿Por qué desapareció el bosque? Pudo haber sido un cambio natural en el planeta o la actividad humana que ha acelerado el proceso de aridificación, pero no lo sabemos aún, seguimos investigando.

Llevamos cuatro años en campo, explorando, trabajando de la mano con la comunidad local, quienes conocen perfectamente su territorio. Pasamos hasta tres semanas caminando en el desierto, buscando nueva información. Es un trabajo lento, de paciencia, pero muy gratificante".

Por Tatiana Pardo Ibarra

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