El berenjenal: geografía e historia de las violencias en Colombia

Sebastián Pacheco Jiménez
21 de abril de 2020 - 09:21 p. m.
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Hoy presenciamos un auténtico berenjenal de lecturas, teorías, análisis políticos, metodologías investigativas, entre otros, que han caído en los lugares comunes o han construidos dinámicas de repetición sin novedad o apertura investigativa.

Sobre esto, resalto la relación entre geografía, conflicto e historia que ha sido tangencialmente abordado por algunos académicos y centros de pensamiento pero que merece ser profundizado, en particular sobre la necesidad de comprender el conflicto armado colombiano y sus demás violencias históricas desde la óptica de la geografía regional. No se puede olvidar que este país se ha construido condicionado a su geografía y que ella ha marcado el curso de varios procesos históricos, entre ellos, el de la guerra.

Tan profundo es este postulado, que basta con revisar algunos elementos de la historia colonial y decimonónica para comprender que las dinámicas de las violencias son una calca de los mapas de la geografía humana. Desde la llegada misma de los españoles, el orden de poblamiento se dio a partir de la fundación de ciudades que, en razón de sus intereses económicos, condicionaron nuestro ordenamiento territorial. No en vano somos un país de preminencia andina con inmensas zonas demográficamente despobladas.

Similar situación se presentó en el siglo XIX pues, tras la consolidación de la independencia se experimentaron varias tensiones sobre el modelo de estado nacional a construir, matizado por la puja entre el centralismo y el federalismo (centro-periferia) y que no en pocos casos empujo a que, más que guerras civiles, se presenciaran enfrentamientos entre ciudades o provincias que se consideraban a sí mismas como estados nacionales, ya que los beneficios de las elites orbitaban preferentemente en torno a la realidad de lo inmediato que sobre un proyecto nacional. En ultimas ¿qué interés común podría existir en dicha época entre la élite momposina y la sociedad sureña de Pasto?

Esta singularidad llevó a que se presentaran tensiones, conflictos y pujas entre las ciudades coloniales, las que estaban tomando auge tras la independencia y el control central de Santa Fe, que actuó, para fortuna o desfortuna, en la construcción de la posterior centralista República de Colombia. Lo que pretendo presentar es que, la configuración de ordenes regionales que se complementan y se excluyen entre sí, no es un asunto anecdótico o un relato erudito de la historia, sino que debe ser tenido en cuenta como un condicionante del análisis del conflicto armado del siglo XX e incluso de las violencias contemporáneas.

Ejemplo de ello, es el hecho singular, pero disiente, de que nunca un ejército del interior haya invadido a la costa caribe o viceversa. El historiador Fabio Zambrano plantea que no se dieron guerras de carácter “nacional”, porque no hubo ejércitos ni caudillos que tuvieran esa capacidad y que los múltiples enfrentamientos del siglo XIX se presentaron entre pequeñas huestes de preeminencia regional. Hecho que también trabaja el historiador Charles Bergquistq frente a las características de la Guerra de los Mil Días, en la cual los conatos de enfrentamiento total se manifestaron principalmente en las regiones cafeteras y paradójicamente se repitieron a mediados del siglo XX con las guerrillas y el bandolerismo, principalmente en la región andina central.

Todas estas situaciones nos llevan a introducir el debate sobre la necesidad de comprender las violencias, incluidas las de las insurgencias y contrainsurgencias, desde una perspectiva geográfica y ambiental, esa idea que en Colombia se ha librado una lucha de carácter nacional es en muchos sentidos engañosa. Ni aún en los momentos de mayor auge y despliegue de las Farc se logró consolidar una presencia completamente nacional, ni siquiera en el desdoblamiento que experimento tras la octava conferencia, en los plenos de los años noventa, o con la Zona de Distención, este grupo armado ilegal tuvo un control universal.  Evidente es que, el conflicto logró un alcance nacional, pero no un control hegemónico y nunca abandonó el condicionante regional y transregional. 

Esta variable, que no es menor, es clave para entender el país y su guerra, el abúlico análisis que sobre esto se ha hecho es tan obvio como ausente. En esto, las Fuerzas Armadas han librado un conflicto que en muchos casos las han desbordado, actuar en un terreno por demás complejo, demanda que se libren operaciones entre dispares contextos como el desértico (La Guajira), montañoso quebrado (Antioquia, Quindío, Cauca), amazónico, de selva tropical húmeda, en los Llanos Orientales y la basta Orinoquia, entre otros, haciendo de la guerra un reto titánico.

Esto para quienes estudiamos el conflicto rodeados de paredes, pueden ser anécdotas, datos o estadísticas, pero en términos prácticos es determinante, por cuanto la diversidad climática, geográfica y física de los teatros de operaciones conlleva a que las acciones no se desarrollen desde una perspectiva nacional, sino que, tal como en la colonia o el siglo XIX, el país deba ser entendido e intervenido desde lo regional. En ocasiones una playa, un río o una montaña, han sumido a poblaciones a sufrir con mayor o menor intensidad los embates del conflicto.  

Esto es un condicionante incluso de nuestros días, ya que la persistencia de los Grupos Armados Organizados residuales y de narcotráfico, operan bajo características de influencia, regional o subregional, basta con escrutar la historia del Catatumbo, el Urabá, La Guajira o el Caquetá, para reconocer que la vida y dinámica del conflicto no necesariamente cursa desde el ámbito de lo central, viejo debate, sino que se entiende en la órbita de lo micro, lo meso y lo transregional.

La verdad histórica, reclama entendimiento estructural, de larga duración, con fuentes documentales y sobre todo superando los lugares comunes. Los nuevos estudios no resisten que se priorice la generalización, ni la simple suma de las partes, esto debe hacerse de forma diferenciada, regional y reconociendo particularidades. Hoy sigue vigente lo escrito por David Bushnell: Colombia una nación a pesar de si misma.   

jspachecoj@hotmail.com

  

 

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