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Por Martín Santiago, coordinador residente y humanitario de la ONU en Colombia.
El 24 de octubre de 1948 entró en vigor la Carta de las Naciones Unidas. Desde entonces, el mandato de la ONU ha sido preservar la paz y evitar “el flagelo de la guerra” para las generaciones futuras. Conmemorar esta fecha en Colombia, y desde la ONU, tiene un especial significado.
El mundo se encuentra ante grandes desafíos en el terreno de los conflictos armados, las violaciones de derechos humanos, las crisis humanitarias, la pobreza y la desigualdad. Colombia es uno de los pocos casos en los que se está llevando a cabo un proceso de paz exitoso, pese a la complejidad que supone revertir cinco décadas de conflicto.
A lo largo de su historia, la ONU ha ido ampliando su campo de acción, ayudando a los estados y a sus sociedades civiles a entablar diálogo y negociaciones alrededor de la universalidad de los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la igualdad de género, la protección de la infancia y la preservación del medioambiente. Como lo sintetiza el secretario general, António Guterres, “lograr los derechos humanos y la dignidad humana para todos, permitirá construir un mundo pacífico, sostenible y justo”.
Esta agenda amplia de Naciones Unidas tiene una proyección concreta en Colombia, donde el Gobierno y gran parte de la sociedad civil, el sector privado y las iglesias están comprometidos no solamente con el Acuerdo de Paz que se firmó hace un año, sino también con esa agenda de cambio y reforma que permitirán a este país ser un modelo de paz sostenible. Conmemoramos este día en un país que ha trabajado incansablemente para alcanzar la paz, junto a una sociedad que encuentra en la reconciliación el mejor camino para consolidar una paz completa, junto a las víctimas, que a pesar de tantas heridas abiertas, demuestran su capacidad de resiliencia y de perdón como base para la transformación de esta sociedad.
Todo lo que haga la sociedad colombiana hoy, y en lo que pueda colaborar Naciones Unidas, será para beneficio de las generaciones futuras a las que se refirieron los fundadores de la ONU.