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Por: Embajada de Canadá y Embajada de Bélgica en Colombia
La hazaña fue posible hace veinte años. En la ciudad de Ottawa en Canadá, en diciembre de 1997, representantes de 75 países se reunieron para avanzar en las negociaciones que permitieran alcanzar un acuerdo vinculante que tomara una posición certera frente a las minas antipersonal. Y es que para quien no ha tenido la zozobra de vivir rodeado de un campo minado o con la sospecha de estarlo, o para quien no ha sufrido los estragos de forma directa de este tipo de municiones, resulta tal vez difícil comprender la importancia de la Convención de Ottawa.
Las minas antipersonal son tal vez una de las formas más crueles que puede tomar la guerra. Los campos se tornan en terrenos de miedo, del rincón menos esperado se puede asomar la muerte violenta o la mutilación. Las minas antipersonal no distinguen entre combatientes y civiles, y suelen afectar a aquellos más vulnerables. No sobra recordar la expresión infame e incluso cotidiana con que se solía referir a este flagelo en Colombia: “quiebra patas”. O la historia de la película colombiana “Los colores de la montaña’, donde unos niños del campo se ven en la encrucijada de perder un balón de fútbol o una de sus extremidades.
De ahí que no sea casualidad que en su preámbulo, la Convención parta de la sencilla premisa de “poner fin al sufrimiento y las muertes causadas por las minas antipersonal, que matan o mutilan a cientos de personas cada semana, en su mayor parte civiles inocentes e indefensos, especialmente niños”.
Hoy, la Convención cuenta con 162 países signatarios y 85 países, incluido el Gobierno de Colombia, que han destruido por completo sus arsenales militares de minas antipersonal (la Convención permite la retención de cierta cantidad de minas para el desarrollo de técnicas de detección, limpieza o destrucción). Uno de los tantos logros de la Convención de Ottawa, es por ejemplo el caso de Mozambique, que luego de veinte años fue declarado en 2015 un país libre de minas antipersonal. La Convención no solo prohibió el uso de minas antipersonal, también incluyó la cooperación y la asistencia a víctimas y sobrevivientes.
La historia del proceso es tal vez la historia del trabajo más exitoso entre la sociedad civil y los gobiernos. La Campaña Internacional contra las Minas Antipersona y el Comité Internacional de la Cruz Roja lideraron un movimiento civil para prohibir las minas antipersonal. Sus llamados encontraron eco en un grupo de países, quienes convocados por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, Lloyd Axworthy, propiciaron un proceso global que desencadenaría con el Tratado. Su reconocimiento vendría con el premio Nobel de Paz de 1997 a la Campaña Internacional contra las Minas Antipersona y a su coordinadora Jody Williams.
El camino recorrido ha sido positivo, pero aún no termina. Hoy en día, siguen los esfuerzos de universalización de la Convención de Ottawa, a los que contribuyen Su Alteza Real la Princesa Astrid de Bélgica y Su Alteza Real el Príncipe Mired de Jordania, en su calidad de Enviados Especiales de la Convención con el fin de alcanzar un mundo libre de minas antipersona y sin víctimas de minas en el año 2025.
En efecto, las minas antipersonal son un recordatorio que la guerra del pasado aún está sembrada en el presente. De ahí la importancia de los múltiples esfuerzos que desde el Estado colombiano, la cooperación internacional y la sociedad civil, buscan hacer de Colombia un país libre de sospecha de minas y que brindan asistencia, atención y reparación a las más de 11 mil víctimas de minas antipersona y de otros explosivos, registradas con el Gobierno de Colombia.
En conmemoración de la Convención, la Embajada de Bélgica, la Embajada de Canadá y la Campaña Colombiana Contra Minas, realizarán un evento en la Universidad Jorge Tadeo Lozano el miércoles 6 de diciembre, donde se reflexionará sobre el pasado, presente y futuro de la Convención de Ottawa en el país y se reconocerá el trabajo de organizaciones sociales en favor de las víctimas de minas antipersonal a través del premio caMINA.