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La Guajira es la Dama de Colombia, único departamento entre 32 del país que se escribe en femenino, además tenemos la riqueza de la pluriculturalidad, arte, agricultura, mar, sierra, río, ancestralidad e identidad resiliente y creativa. Sí claro, sin duda, somos eso, una riqueza infinita que provoca toda clase de extractivismos y neocolonizaciones que les duelen al planeta, a las comunidades y que solo acumulan riquezas materiales que ignoran la importancia de lo espiritual y ambiental. Sí, claro es también donde mueren niños y niñas por el olvido estructural, la corrupción generadora de exageradas desigualdades, donde la riqueza se hiperconcentra y la pobreza se expande cual virus de alto contagio.
Es hora de activar la energía que somos, no hablo de la energía que inspira negocios y “desarrollo” como dicen los empresarios, es decir, no hablo específicamente de los parques eólicos. No, no… me refiero a toda la energía que somos, a la energía en términos holísticos, desde la cultura, la ciencia y la tecnología, el emprendimiento, el turismo, las artesanías, la música, el deporte y todo lo demás que somos, esa universal energía poderosa que no puede seguir siendo encapsulada por intereses particulares, centralismos verticales y opresores, además de maquinarias corruptas que llegan prometiendo el cielo y lo único que generan es un infierno.
Ojalá la visita del Presidente y el gabinete por estos días a La Guajira, genere cambios y soluciones para el departamento, ya basta de pañitos de agua tibia, el llamado es de urgencia: salvar a la dama de Colombia. Salvarla de sus aves de rapiñas y por ello, cada sector (público, privado, ciudadanía, academia, etc.) debe tomar un rol activo que nos aleje de la indiferencia y el conformismo, de esta manera, el bien común es un elemento que debe hacer parte de la cotidianidad, renunciar a la premisa de “después que yo esté bien, lo demás me vale”, porque si acumulamos riquezas y cada vez se hace insostenible la vida en el planeta de nada vale, si siguen muriendo las niñas, los niños por causas asociadas a la pobreza extrema en una región de tantas riquezas, ahí sí que valemos pan.
La justicia social no puede seguir siendo retórica de campaña electoral, debe ser la esencia de nuestros entornos y que los derechos no deban ser mendigados, sino que sean garantizados.
Gracias por la visita a Petro y su combo. Ahora, a pasar de los sueños a las acciones de bien común, equitativas, incluyentes y garantes de los derechos de todos y todas, no de unos cuantos sino también de aquellos que ya ni fuerzas tienen para luchar.
La Guajira es una energía que es tan potente como el acero inoxidable … sin embargo basta de luchar y luchar… para empezar a vivir en plenitud como lo merecemos.
*Escritora e investigadora guajira, psicóloga y creadora de la Asociación Evas&Adanes.