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Las periodistas en medio de las violencias machistas

05 de agosto de 2021 - 05:00 p. m.

Desde la universidad, pasando por la entrevista de trabajo, luego en la redacción, las relaciones con los jefes, los compañeros, las fuentes, los sitios cerrados o abiertos, lugares de esparcimiento que finalmente son extensiones de los lugares laborales, en la calle durante las manifestaciones, en zonas de conflicto armado, las periodistas cargan su condición de ser mujeres para que sea el primer detonante de un continuum de violencias física, psicológica, sexual y acoso sexual.

Una investigación realizada por la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género y la Fundación Karisma, no revela nada que usted y yo no sepamos, nada que El Estado y el Gobierno, los medios de comunicación, la academia, la policía, las organizaciones del gremio, o empresas digitales desconozcan. Así es. El aporte de la investigación Periodistas sin acoso: Violencias machistas contra periodistas y comunicadoras, lo encontramos en una confirmación de hechos que se nutrió con una encuesta en línea respondida por 470 personas (127 hombres), 24 participantes en Grupos focales y 10 entrevistas en profundidad, es decir, 504 en total. Además de las recomendaciones para cada actor responsable de encontrar, proponer y poner en acción soluciones.

Las 504 personas que participaron en el estudio manifestaron trabajar en 25 departamentos. Los principales fueron: Bogotá, D. C. (40 %), Valle del Cauca (18.5 %), Antioquia (11.1 %), Boyacá (7.5 %), Atlántico (8.1 %), Tolima (2.2 %) y Cundinamarca (2.2 %).

La investigación encontró que los detonantes de las violencias son ser mujer, cubrir temas duros del periodismo (política, deportes, conflicto armado) denunciar a instituciones o figuras públicas, reportar sobre género y derechos de las mujeres, opinar en redes sociales.

El periodismo es una profesión de alto riesgo en países con un conflicto armado, pero ser mujer triplica el riesgo porque el peligro está en cualquier lugar y la concepción machista en las relaciones es permanente.

“A una en el periodismo le enseñan que tiene que arriesgar en todo sentido. Pero es que a las mujeres cuando estudiamos periodismo no nos dicen que hay otro tipo de riesgos”, expresó una periodista que participó en el estudio.

Otra afirmó: “Recuerdo una vez como practicante, apenas llevaba un mes en el periódico, que estaba entrando a la sala de redacción y el tipo me agarró de las manos contra un muro, y yo: “¡Qué le pasa, suelte”. Y el tipo: “No grite, no grite que eso vuelve y sale”, y luego se cagó de la risa. Todos los hombres que había alrededor me decían: “Tan boba usted…”. Me acuerdo de que salí corriendo. Desde entonces le cogí cierto miedo y eso le daba más risa al tipo”.

La violencia esta normalizada y generalizada y según dice el estudio “Las periodistas y comunicadoras que participaron en la investi­gación pueden o no identificar las violencias, pero en la mayo­ría de los casos encontramos que aprenden a sobrellevarlas y normalizarlas. En las entrevistas fue frecuente escuchar frases como “Yo no sabía cómo lidiar con esa situación”, “Todavía sigo lidiando con ellas”, “Una tiene que asumir eso”, “Tuve que apren­der a evadir esas situaciones”. Sin embargo, lo que más llama la atención es que la violencia machista está tan normalizada que, frecuentemente, les cuesta reconocerla o, peor aún, levantar su voz contra ella”.

“Los hombres también son víctimas de violencia machista. Ellos también están en ese círculo de normalización de las violencias. En algún momento fui una periodista amateur que llegó a un medio de comunicación a entender unas dinámicas que estaban normalizadas. Eso mismo les pasa a los compañeros. Llegan a un lugar donde tienen que hablar o comportarse de cierta manera para sentirse socialmente aceptados…” La afirmación de esta periodista participante del estudio evidencia la importancia y urgencia de procesos de formación, protocoles y políticas públicas.

La investigación plantea como hallazgos en los impactos de las violencias psicológica, físicas y el acoso sexual: autocensura, afectaciones en la salud física y psicológica, abandono permanente o temporal de la profesión o cambio de prácticas profesionales. Mientras que los impactos hallados en la violencia sexual fueron: afectaciones a la salud física y psicológica, revictimización y pérdida del trabajo.

Las periodistas “no denuncian por temor, desconfianza, desconocimiento como tampoco se activan mecanismos de reporte de plataformas también por desconocimiento o porque no se consideran eficaces. Así mismo se halló que no hay perspectiva de género en rutas de atención en medios”, asegura el estudio “La justicia es muy compleja para acceder a sus mecanismos de denuncia. Falta mucha más pedagogía. La mayoría no sabe [qué hacer]. Ni yo que escribí del tema tenía claro cuál era el canal a dónde ir”, manifestó una Periodista víctima de violencia sexual.

Por otra parte, la investigación reveló que la libertad de expre­sión de las personas que ejercen el periodismo también es ata­cada cuando se les impide cubrir y hablar de temas como los derechos sexuales y reproductivos o las reivindicaciones de las personas de identidad de género y orientación sexual diversas.

Las violencias contra mujeres periodistas y comunicadoras son una amenaza contra la libertad de expresión, el derecho a una vida libre de violencias y un impedimento para la construcción de un país democrático.

La investigación se encuentra en http://www.redperiodistasgenero.org/

 

Atenas(06773)06 de agosto de 2021 - 10:12 a. m.
Cierto, así es. Y pasa no solo en el periodismo, donde haya una mujer, basta. Y es asqueante, es el celo enfermizo del macho cabrio incapaz de seducir y persuadir. Como cuando se acosa a jóvenes en posición de indefensión x pobreza, necesidades acuciantes... Quien haya tenido madre, hmnas, mujer, hijas, amigas.... debe despreciar tal actitud. El previo libre consentimiento es la 8° maravilla del mundo
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