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Luego de una conversación con un colega sobre el femenino en la lengua y el lenguaje, me quedé, luego que nos despidiéramos, en un monólogo, ¿será asunto de justicia? pero claro…, entraríamos en su fundamento filosófico, cultural, formal, es decir quienes la han pensado, formulado, escrito. En el mundo islámico aplican justicia que no es la misma para hombres que para mujeres. ¿Para quién es la desventaja? En Colombia hay justicia y, en casos de feminicidio, violencias contra las mujeres ¿cómo actúan muchos jueces? Y la misma sociedad en sus variados sectores y estamentos.
Días después, en un taller que dicté en Bogotá (capital del reino de los corruptos), un periodista muy enojado, se refirió a lo injusto que era para los hombres que se promulgaran tantas leyes en favor de los derechos de las mujeres. Si existiese igualdad manteniendo la diferencia entre hombres y mujeres no habría necesidad de esa normativa que es logro de cientos de años.
Quiere decir entonces que si en lo más recóndito de nuestra caverna no se encuentra registrada la presencia de las mujeres en la vida pública, si solo fueron y siguen siendo objeto de satisfacción y procreación (la serie La Catedral del Mar da cuenta de ello), no contaban en las grandes decisiones ¿por qué y para qué nombrarlas? Parecía que no existían así existieran.
Para este tema es preciso referirnos en pasado y en presente por la ambigüedad que tenemos frente a los cambios. El periodismo ha cambiado porque el mundo ha cambiado, el movimiento de mujeres ha permeado por lo menos en algunas burbujas de la sociedad, así una amplia mayoría siga en el andamiaje del sistema patriarcal y en el machismo como uno de sus componentes y que como tal ha trascendido sistemas políticos y sociales de izquierda o de derecha porque la discriminación hacia las mujeres ha sido por su condición de sexo a lo que se suman las diferencias económicas y otras o muchas más.
Nombrar a las mujeres en femenino, es considerarlas sujetas de derechos y es por ello que aunque el oído lo rechace (falta de costumbre), la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género, incluye a las periodistas en la designación del día 9 de febrero, Día del y la Periodista, y llama al gremio para que así lo designe.
La celebración nos debe convocar a revolucionar la palabra para que una nueva manera de nombrar desde la igualdad nos conduzca a nuevas construcciones simbólicas que redundan en la creación de nuevos espacios en la consolidación de la democracia, evitando caer en la simplicidad o el infantilismo propio de todo proceso.
Referirnos a la misión y el compromiso, a la función social de periodistas y profesionales de la comunicación quedaría sin alma, sin plena libertad para su vuelo si no considera un enfoque de derechos de las mujeres en su quehacer, esto es el enfoque de género para que no se confunda con otras apreciaciones que buscan enmarañar este logro que más que cosas del diablo, es un aporte de corte liberal desde una mirada etimológica.
Quiere decir entonces estimados y estimadas periodistas que el llamado lenguaje incluyente y no discriminatorio no es un cambio de la o por la a, no es LoLa, es en esencia un compromiso con tus antecesoras, tus ancestras, tus abuelas, las mías y, la apuesta de las mujeres consecuentes de hoy que quieren vivir en igualdad en derechos con él, desde unas relaciones de equidad y respeto.
Para el “Día del Periodista”, existen dos fechas en Colombia, una el 9 de febrero que recuerda que en 1791 apareció el semanario “Papel Periódico de Santafé” dirigido por el cubano Manuel del Socorro Rodríguez y, el 4 de agosto para hacer un homenaje al prócer de la independencia Antonio Nariño considerado el primer periodistas político del país. Por casualidad ¿ninguna mujer? Solo pregunto pero podemos hacer la lista y en este caso les aseguro que “el que busca encuentra”.