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Alguna vez se han preguntado ¿si las mujeres y los hombres tienen una experiencia diferente con los sistemas tributarios y fiscales? Seguramente es una pregunta muy poco común y lo es sobre todo en el Siglo XXI donde la mayoría de los países -al menos en Occidente- se jactan de sus leyes neutrales, y del pleno reconocimiento de los derechos de mujeres y hombres (al menos en el papel).
A simple vista pareciese que efectivamente las políticas fiscales y tributarias no diferencian entre géneros. A hoy quedan únicamente 16 países en el mundo -de aproximadamente 200- donde las mujeres necesitan del permiso de sus esposos para reclamar exenciones de impuestos, entre ellos Indonesia y Túnez. No obstante, cuando se estudia con detenimiento ningún país, ni siquiera entre los más desarrollados, cuenta con un sistema de impuestos que favorezca o que al menos no desfavorezca a las mujeres.
Para mi proyecto de grado de maestría, en el Instituto de Estudios Políticos de París, con algunas colegas investigamos los sesgos implícitos de género que existen en los sistemas de tributarios a nivel global. Nos llevamos varias sorpresas...
Primero, las precarias estructuras y métodos para evitar que aquellos con grandes fortunas evadan impuestos afecta fuertemente a las mujeres. Quienes son dueños de grandes fortunas son en su mayoría hombres, lo que quiere decir que el sistema actual contribuye a ampliar la brecha económica de género. Segundo, menos recaudo significa menos inversión social, y son las mujeres quienes principalmente se benefician de los sistemas de salud y educación gratuita por su rol histórico de cuidadoras.
Asimismo, impuestos como el IVA -que pasó al estrellato luego de la muy sabía decisión gubernamental de impulsar un día sin este impuesto durante una pandemia- puede generar una carga mayor en las mujeres. Según varios estudios académicos y de mercado las mujeres gastan más dinero en alimentos y productos para el hogar, servicios médicos y de salud, y en ropa para sus hijos e hijas. Cuando estos productos y servicios están grabados con IVA, peor aun cuando la canasta familiar se graba con IVA, son las mujeres quienes más pierden. Si impuestos como el IVA no son diseñados teniendo en cuenta comportamientos de consumo, nuevamente son las mujeres quienes desproporcionadamente terminan pagando más. A esto último hay que sumarle que la mayoría de las veces las mujeres son las más pobres de los pobres, y el IVA al ser un impuesto regresivo le pone una carga tributaria proporcionalmente mayor a este segmento.
Nuestro hallazgo más revelador es la existencia de sistemas informales de impuestos que terminan golpeando fuertemente las finanzas y la integridad de las mujeres más pobres. Un “impuesto informal” es cualquier pago realizado a una entidad tributaria a través de métodos informales como efectivo o pagos en especie. Existen estudios de este tema especialmente en algunos países africanos, donde por ejemplo las autoridades cobran un impuesto en efectivo cada semana en los mercados locales (donde generalmente trabajan en su mayoría mujeres). Por supuesto, esto además de poner en desventaja a las mujeres en la informalidad, las pone en riesgo de sufrir violencia sexual, pues se han documentado casos de oficiales pidiendo a mujeres pagar este “impuesto” con favores sexuales. Valdría la pena investigar más a fondo este fenómeno en nuestro país.
Esta columna es demasiado corta para detallar como otros impuestos y temas como la tributación conjunta, impuestos por ingresos personales, impuestos a pequeñas y grandes empresas, impuestos a las herencias, beneficios tributaros por inversiones, alfabetización tributaria, entre otros impactan a las mujeres. Aquí puede ver un blog (en inglés) sobre nuestra investigación que brinda más detalles.
Los sistemas de impuestos son fundamentales para las estrategias de igualdad, y para corregir las desigualdades históricas de género, especialmente de las mujeres más pobres. Al mismo tiempo, son una herramienta fundamental para transformar los estereotipos de género, al final los sistemas tributarios no solo recaudan dinero, sino que moldean comportamientos y normas sociales.