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“Un ganador es un soñador que nunca se rinde”: Nelson Mandela.
El Suramericano Sub-17 de Fútbol llegó a su fin en nuestro país, dejando una grata impresión en Montería y Cartagena, que estuvieron a la altura del evento y demostraron su capacidad para albergar competiciones internacionales. Sin duda, estas sedes deben ser consideradas en futuros torneos de gran magnitud.
En lo deportivo, la selección de Colombia logró uno de sus principales objetivos: clasificar al Mundial. Sin embargo, faltó algo clave para conseguir el título por segunda vez en la historia: mentalidad ganadora. En la gran final Brasil impuso su jerarquía y se quedó con la corona, dejando en los colombianos la sensación de que hubo margen para llegar más lejos.
Más allá del resultado final, hay varios puntos positivos que merecen ser resaltados: Primero, se cumplió el objetivo de estar en la próxima Copa del Mundo Sub-17. Segundo, algunos futbolistas se destacaron individualmente, despertando el interés de equipos extranjeros. Tercero, hubo disciplina táctica y valentía. En partidos como el disputado contra Argentina la selección mostró carácter y orden colectivo. Santiago Londoño, el goleador, es un delantero prometedor que sigue en desarrollo y debe continuar su formación. Cuarto, se brindaron las herramientas necesarias para competir con garantías. Quinto, hubo escalamiento de talentos. Varios jugadores estarán listos para dar el salto a la siguiente categoría.
¿Dónde hay margen de mejorar? El proceso debe continuar con ajustes en áreas claves, especialmente en los aspectos mental y emocional, que marcan la diferencia en instancias decisivas. Debe haber fortalecimiento psicológico. La mentalidad es fundamental para convertir el esfuerzo en títulos. Hay que trabajar más en la resistencia mental en momentos de alta presión. Además, toca mejorar el autocontrol emocional. Hubo episodios preocupantes, como lo ocurrido contra Venezuela, cuando se perdió la compostura. Saber manejar las emociones es vital en la competencia.
No se debe olvidar la gestión de ofertas y distracciones. Muchos jugadores reciben propuestas de clubes durante el torneo. Es esencial blindar al equipo y darle herramientas para manejar esta presión sin afectar su rendimiento. El talento es solo una parte del éxito. La combinación de esfuerzo, disciplina y dedicación es lo que realmente acerca a los títulos.
La clasificación está asegurada, pero el reto real comienza ahora. Colombia debe prepararse para competir, no solo participar. La historia nos ha enseñado que los equipos más grandes son aquellos que enfrentan la adversidad con determinación y evolucionan con cada desafío.
El fútbol es pasión, disciplina y mentalidad. El verdadero ganador no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta. Que el próximo capítulo de esta generación sub-17 esté escrito con valentía y gloria. ¡El sueño mundialista está más vivo que nunca!
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