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¿Quién mató a Carlos Jimmy Prado Gallardo?

12 de junio de 2018 - 07:45 p. m.

Carlos Jimmy Prado Gallardo era un líder controvertido, inconforme y con un sentido agudo para la crítica. Dicharachero y buena persona, como suelen ser los negros del pacífico nariñense. Un hombre de piel oscura como la noche y sonrisa blanca como la luna. Cuando pasaba cerca de casa por las apeñuscadas calles se sentía, o por su risa estruendosa o por sus palabras al viento que exigían cambios para mejorar las condiciones de vida de un pueblo tan golpeado y saqueado por la corrupción como Bocas de Satinga.

No podía creer cuando me avisaron de su muerte el sábado 2 de junio. No podía aceptar que asesinaran al “ñaño”, como tiernamente se le dice en el Pacífico a un hermano que se quiere mucho. Imposible que estuviera muerto con quien compartí tantos sueños sobre esta región con sus organizaciones empoderadas, sin alcaldías corruptas y sin guerra. Recuerdo que trabajamos para tratar de unir a los jóvenes en un gran movimiento que sería el relevo de los líderes en el proceso afro (aunque todo esto solo se nos quedara en quimeras de papel). Increíble pero verdad, ¡lo mataron!

Carlos Jimmy estaba amenazado hacía un tiempo, le habían dado un chaleco antibalas y un celular como medidas de seguridad, vaya chiste. Sin embargo, seguía al frente del proceso “Satinga Joven”, una organización juvenil que había trabajado con diferentes administraciones municipales. También era consultivo nacional del proceso afro y miembro de Asocoetnar, la asociación de consejos comunitarios y organizaciones étnico territoriales de Nariño. Pero su vida como líder comenzó mucho antes, al lado de unos curas franciscanos revoltosos que llegaron al pacífico hablando de liberación, décadas atrás.

Así se hizo Carlos Jimmy, líder de reputada fama por su inteligencia y capacidad de trabajo. Por su compromiso en la entrega a la causa de su pueblo, la misma que lo llevó a la muerte. Es paradójico y extraño que la actual alcaldía de Bocas de Satinga no diga absolutamente nada de este vil asesinato. Algunos pobladores se atreven a decir entre dientes, que tal vez la causa de su muerte esté motivada por algunas desavenencias con la actual alcaldesa Janeth Mosquera, ya que el ñaño era uno de los líderes que pretendía derrocar a la mandataria, acusada de mala gestión.

De ser cierta esta hipótesis, que no es una acusación, mi amigo Carlos Jimmy sería acaso el “Santiago Nasar” de esta crónica de una muerte anunciada. O más bien, un poblador inerme congelado en el calor de un pueblo  olvidado soñando con los cambios de una realidad tan hostil que pareciera nunca cambiar. ¿Por qué lo matan en Satinga y no en Tumaco de donde recién había llegado? ¿Son acaso los perpetradores del crimen más cercanos de lo que creemos? ¿Quiénes eran sus enemigos en su propio pueblo? ¿Acaso no era su pueblo el lugar donde lo veneraban? Podríamos seguir preguntándonos, pero lo cierto del caso es que el ñaño se nos fue.

Queda el gran reto de que casos como estos no se repitan, de unir la voz como a tantas voces de protesta, ¡No más líderes sociales asesinados! Por favor, con el corazón en la mano: ¡Nos merecemos una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra!

¡Hasta siempre Carlos Jimmy!

 

 

 

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