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Avanza el estallido social en Suecia. Las calles de las principales ciudades se ven abarrotadas de manifestantes, quienes se juntan en las plazas y hacen campamentos para mantener viva la protesta. Algunas horas más tarde, las manifestaciones se ven alteradas por la violenta reacción de cuerpos de policia antimotín y algunas unidades del ejército, reprimiendo y dispersando a los manifestantes. Fuentes no oficiales informan que hay varios detenidos, se calcula que hay cientos de personas heridas y por lo menos una decena de personas que han muerto durante los actos represivos.
Por supuesto, lo anterior es apenas una ficción. Es decir, esto no pasa hoy en día en Suecia, pero sí sucedió en Chile en 2019 y en Colombia en 2021, y es lo que podría pasar en el país escandinavo si su gobierno decide reducir los espacios de diálogo y acción con la sociedad civil de su propio país y de otros lugares del mundo, como Colombia.
En los múltiples esfuerzos hacia la construcción de paz, el respeto por los derechos humanos, la democracia, la igualdad de género y el ambiente, Colombia ha contado con el apoyo de la cooperación internacional. Las alianzas entre la comunidad internacional y la sociedad civil local han permitido que la ayuda ofrecida se adapte en función de contextos específicos, gracias a que se trata de una cooperación que tiene como base las necesidades e intereses de las comunidades con que se trabaja.
La cooperación sueca en Colombia
Suecia históricamente ha sido un referente de la cooperación internacional, uno de los pocos países que ha logrado mantenerse en el compromiso de alcanzar la destinación de un 0,7 % de su Producto Interno Bruto para la ayuda oficial al desarrollo, según lo fijado en acuerdos internacionales a inicios de la década de los 70.
A través de la Agencia Sueca de Cooperación internacional para el Desarrollo (ASDI), Suecia brinda a Colombia tanto cooperación para el desarrollo a largo plazo para contribuir a la paz y el desarrollo sostenible en el país, como ayuda humanitaria. Según el reporte del año 2021 de Asdi, la inversión en el país fue de más de 200 mil millones de pesos.
“El interés por escuchar las voces de las comunidades es un sello de la cooperación sueca que permite pensar en salidas sostenibles a largo plazo para reducir las condiciones de pobreza, las brechas en razón de género y en general para mejorar la calidad de vida de las personas”, afirma María Cristina Umbarila, del Espacio de Cooperación para la Paz en Colombia, una plataforma de más de 30 ONG internacionales en Colombia.
Cambio político en Suecia
En septiembre de 2022, Suecia eligió los 349 nuevos miembros del Riksdag (parlamento sueco), quienes a su vez eligen al primer ministro. Luego de una campaña electoral mediada por preocupaciones relacionadas con la invasión rusa de Ucrania, así como con temáticas internas como la inseguridad, la energía, la economía y la inmigración, el bloque de derecha alcanzó la mayoría de los puestos en el Riksdag, gracias a alianzas entre diferentes sectores incluida la extrema derecha, dando por terminados ocho años de gobierno socialdemócrata.
Este cambio ha traído consigo un replanteamiento de la política de la cooperación sueca. La nación que ha aportado el mayor nivel de ayuda internacional per cápita del mundo y la primera nación en aplicar una política exterior feminista (en el 2014), el país que siempre había mirado hacia fuera y no hacia dentro, ahora parece cerrar espacios de acción, cooperación y solidaridad internacional, preocupado por los problemas internos y de su vecindario inmediato.
*Director Regional para América Latina y el Caribe de ForumCiv