Suelten a los niños

José Antequera
27 de enero de 2017 - 03:54 p. m.
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La implementación legislativa esta semana ha estado atravesada por cuatro grandes cuestiones. La primera, la participación de una agrupación de ciudadanos en el Congreso, Voces de Paz, que ha asumido la defensa del Acuerdo así como la facilitación de la conversión de las Farc en partido político. La segunda, el debate sobre el Acto Legislativo con el que arrancaría la creación de la Jurisdicción Especial para la Paz. La tercera, el debate sobre los retrasos e incumplimientos desde las partes con respecto a la llamada entrega de los niños y niñas que pertenecieron a las filas de las Farc. La cuarta, los retrasos en el cumplimiento de los compromisos del gobierno para la instalación completa, con todas sus condiciones logísticas y de seguridad, de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización donde deben concentrarse los combatientes de las FARC para realizar el proceso de dejación de armas.

Ninguno de estos temas es menos importante, simplemente.

Que Voces de Paz tenga espacio en el Congreso, que esté compuesta por ciudadanos y ciudadanas y que cuente con los elementos necesarios para hacer su labor, es una condición para el emprendimiento del proceso de apertura democrática. Apertura que no es una concesión del gobierno para las FARC, sino el único modo correcto de resolver una de las causas más claras por las que se generó el conflicto, se reprodujo, se agudizó y se degradó: la farsa de democracia que hemos sufrido en Colombia.

Que se apruebe la Jurisdicción Especial de Paz es una condición para la satisfacción de los derechos de las víctimas y para el logro efectivo de la no repetición a partir de los cambios y lecciones que sólo pueden surgir de la verdad. Y esa Jurisdicción tiene que cumplir con los elementos que permitan investigar y juzgar la responsabilidad de mando para los agentes del Estado, así como tiene que incluir incentivos y sanciones para que todos los actores involucrados en el conflicto contribuyan efectivamente a la verdad.

Que se cumpla con los acuerdos para que los niños y niñas en las filas de las FARC realicen un proceso adecuado de restitución plena de derechos, es una obligación que no necesita mayor explicación, máxime cuando ya han sido firmados compromisos al respecto con fechas definidas. Y por supuesto, que se cumpla con la instalación completa de las ZVTN, es lo mínimo, lo obvio, para la dejación de armas con garantías; un compromiso que ya ha sido expuesto ante el mundo con la visita del Presidente de Francia al país.

Sin embargo, lo que ocupó la semana en los medios de comunicación fue el tema de los niños y niñas. Lo que repitieron los representantes del Centro Democrático en el Congreso en los debates de implementación legislativa fueron exigencias sobre el tema de los niños y las niñas. Lo que se hizo relevante del discurso de Humberto de la Calle fue el tema de los niños y las niñas. Y esto, al punto de que circuló la idea de que se debía frenar la implementación legislativa hasta que no se cumpliera con el compromiso de entregar a los niños y las niñas.

Siendo un tema tan importante, su reiteración sin explicación sobre sus vicisitudes  cumple principalmente dos funciones: por un lado les sirve a muchos para hacer política pre campaña jugando con los sentimientos de la gente e incluso de las familias de los niños y las niñas que deben ser entregados. Por el otro, sirve para quitarle importancia a los otros temas. Y lo que ocurre con esa política es que genera un círculo vicioso, porque todos los temas son importantes en la medida en que son interdependientes, y al quitarle importancia a unos se retrasan todos, incluyendo el de los niños y las niñas.

Suelten a los niños de las estrategias. Sólo hay un modo de hacer esto bien y es hacerlo completo.

 

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