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Por Bertha Lucía Fries Martínez*.
No pude dejar pasar el Día de las Víctimas sin hacer un homenaje a todas las víctimas que dejó el conflicto armado. Tampoco puedo pasar por alto a todos los líderes sociales y reincorporados de las Farc que han sido asesinados desde la firma de paz. Lo triste es que aún no tenemos certeza de que estos crímenes estén controlados.
Hago un homenaje a las víctimas en medio del contexto del coronavirus que está dejando muertos y un nuevo tipo de víctima. Aquellas del conflicto armado, desplazados de sus territorios, mujeres cabezas de familia, que se movilizaron pensando encontrar un mejor destino y que se han encontrado con las ciudades inhóspitas, añorando sus tierras y su pasado.
Hoy muchas de estas víctimas son informales, hacen parte del 70% de los que viven del rebusque diario, llevan 5-6 días sin comer. Soy testigo del hambre que viven y la impotencia a todo nivel para calmarlas. También he visto a través de los videos que me envían aquellos que ni siquiera tienen agua y viven hacinados. ¿Cómo controlar el coronavirus sin agua, ni alcantarillado, y dejando una distancia de un metro entre cada uno? Recibo solicitudes de apoyo de madres de militares que perdieron sus hijos en el campo de batalla y no tiene pensión, así como de otros discapacitados que no tienen para el mercado y mucho menos para los pañales y medicamentos. He tocado puertas en diferentes instancias del Estado y locales, he entregado listas de estos con sus cédulas y direcciones a entidades y ahora hay que esperar a que se cruce esta información en las bases de datos para definir quien “merece” recibir ayuda. Mientras escucho cómo debido al desespero algunas dicen “las circunstancias nos están obligando a hacer lo que no queremos hacer”.
No puedo dejar de mencionar en este recorrido a todos los empresarios que están repensando sus negocios y que hoy son víctimas de lo inesperado, y como tienen en sus manos los empleos de millones y muchos con el corazón arrugado por las decisiones que están ad-portas de tomar. Otro tanto sucede con los profesionales e independientes próximos a sucumbir.
No quiero dejar de tocar la incertidumbre que sentimos muchos con Venezuela y pedimos a nuestra dirigencia que no nos lleve a una situación de confrontación. Mi piel ha sentido los estertores de la guerra. Pido de corazón que nuestro Gobierno se centre en resolver simultáneamente el virus, el hambre y encontrar caminos para la rápida reconstrucción económica del país y la construcción de paz que todos añoramos.
Al ELN y Gobierno los invito a que encuentren puntos de unión para cerrar las brechas existentes y que dialoguen ¡No más guerra, no más víctimas!
Hoy estamos lidiando con aplanar la curva de la pandemia, mañana habrá que aplanar la del hambre y además estaremos viendo como empresarios, empleados, proveedores, profesionales y otros tendrán que sentir el coletazo del CONAVI 19 en sus economías, y los más vulnerables serán los más golpeados por la fragilidad o ausencia de su ingreso diario. Pasado mañana tendremos que afrontar a los grupos violentos que no aguantaron el hambre y la miseria.
Tenemos que iniciar ya la reconstrucción, comenzando con asegurar comida digna para todos. Unidos todos con claridad de propósito y estrategia de cómo abordar la situación, asegurando que todo el país quepa en este diseño y practique solidaridad -unión para un fin común- y compasión, -sentir el dolor y las angustias del otro- y reconciliación -darnos otra oportunidad-. Todos somos parte de la ecuación para la solución. Ya no importa el sello político, ni la clase, raza, religión o ideología. Todos tenemos que crear procesos para trabajar con salidas éticas, innovadoras, efectivas y equitativas.
Mi propuesta, realizar encuentros transformadores entre opuestos y entre aquellos que nunca hemos escuchado, distintas orillas, cada una con sus prismas, repensando el país, recordando que todos nos necesitamos para trascender esta horrible pesadilla.
¡No queremos más víctimas!
*Víctima del Atentado Farc al Club El Nogal.