Vicente Torrijos en el CNMH: ¿una apuesta por la contramemoria?

Juliana Bustamante Reyes
26 de noviembre de 2018 - 04:47 p. m.
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No fueron suficientes las alertas. No se oyeron nuestros gritos para defender la memoria que -con razón- veíamos amenazada con el nombramiento del próximo director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Las voces de académicos nacionales e internacionales, expertos en la materia y las de tanta gente que conoce y entiende la importancia de la construcción de un relato de país bajo la tutela de un órgano técnico, serio y riguroso, no fueron tenidas en cuenta. Tal vez nos descuidamos al final, cuando el nombre del anterior candidato, Mario Javier Pacheco, fue retirado del abanico de posibilidades, y confiamos en que se había entendido el mensaje de revisar con cuidado el asunto. Pero, en definitiva, el gobierno del Presidente Iván Duque decidió nombrar a un señor cuya trayectoria puede resumirse en su asesoría a las fuerzas militares de Colombia.

Vicente Torrijos es un periodista de Caquetá nacido en 1962. Su hoja de vida en la página web de la Presidencia solo habla de un año de trabajo en el Ministerio de Defensa y muchos de cátedra, principalmente en la Universidad del Rosario. Sin embargo, en su perfil en LinkedIn se observa que lleva 16 años como asesor del Ministerio de Defensa y los reportes de medios indican que también fue miembro suplente de la Asamblea Nacional Constituyente en el 91, miembro de la Comisión Histórica del Conflicto y de las Víctimas de la mesa de negociaciones de La Habana en 2014 y consultor del Comando General de las Fuerzas Militares; que es conocedor en temas de seguridad y que ha sido homenajeado en repetidas ocasiones por las autoridades castrenses colombianas. Se considera analista político, escritor y conocedor de temas estratégicos y de relaciones internacionales.

Este nombramiento llevó a que se dieran a conocer algunas de sus posturas en documentos y artículos de opinión que aclararon su perfil: se trata de una persona que reniega de los procesos de paz, que define los conflictos latinoamericanos a partir del ya superado rasero de la guerra fría y que defiende a políticos como Bolsonaro, que movilizan la opinión pública a partir de miradas de extrema derecha, de desprestigio, discriminación, mentira, a través de simplificadas explicaciones que dividen el mundo entre buenos y malos.

Habrá que ver qué resulta de todo esto.  Por un lado, el mensaje que el gobierno podría estar enviando con esta designación es que tiene una agenda clara de contramemoria que quiere replantear la manera como se entiende el conflicto en Colombia. Pareciera rescatarse la obsoleta lógica de comunismo versus capitalismo para justificar el accionar de las fuerzas del Estado, sin entrar a mirar sus causas subyacentes. Torrijos cae en el negacionismo al desconocer en sus estudios los elementos sociales y económicos que dieron origen al conflicto y reducirlo a un incompleto modelo de teoría de juegos con agentes racionales que persiguen unos recursos, dentro de los cuales, increíblemente, ni siquiera se encuentran los paramilitares.

De otra parte, reivindica el rol de las fuerzas armadas colombianas cuyas responsabilidades en múltiples violaciones de derechos humanos en el conflicto son de público conocimiento, destacando su constante mejoramiento, particularmente en los últimos años -tiempo en el cual él las ha asesorado-. Todo esto impide que su postura sea imparcial, técnica y objetiva, características indispensables para dirigir el CNMH y, por el contrario, instala de inmediato un manto de duda sobre las calidades personales y profesionales que pueda tener para cumplir esa tarea.

De nuevo, las circunstancias hacen necesario llamar la atención sobre el riesgo que pueden correr tanto la información que reposa en el Centro como sus aportantes, que confiaron en que éste era un órgano cuya misión de reconstrucción plural de la historia del conflicto era su único norte. Hoy, gracias en parte al error de haberlo adscrito por ley a una entidad del Gobierno y haber depositado en el Presidente el mandato de nombrar a su Director, nos vemos enfrentados a la realidad lamentable de su politización.

Afortunadamente, la anterior administración del Centro y los órganos del Sistema Integral de Verdad, Justicia y Reparación supieron entender el signo de los tiempos. Es una verdadera fortuna que, días antes de concluir el anterior Gobierno, el CNMH haya hecho entrega al Sistema de los estudios y análisis hechos por su observatorio y de los informes que produjeron durante sus más de diez años de trabajo. Ningún Director podrá desconocer esta documentación que, además, es pública. Por eso, es deber tanto de las víctimas del conflicto como de la ciudadanía inconforme, seguir vigilando, alertando y cuidando que nuestro relato del conflicto reconozca ese trabajo, y asegurarnos de que sea debidamente incorporado a los instrumentos de memoria, de nuestra memoria, que se construyan en adelante, en especial, al Museo que tantos esperamos.

 

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