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Desde hace casi 40 años, los diferentes presidentes de Colombia han intentado, sin excepción, pactar acuerdos de paz para buscar una salida negociada al conflicto armado. Tanto con las Farc como con el Eln se ha avanzado en varios acercamientos y apenas hoy, luego de más de medio siglo de guerra, el país está próximo a ponerle fin a la confrontación. Haciendo cuentas, el del presidente Juan Manuel Santos sería el séptimo gobierno que intenta sacar adelante un proceso de paz con la segunda guerrilla más grande del país.
Del Eln se tiene registro desde los años 60. Su nacimiento es prácticamente simultáneo al de las Farc. Sin embargo, sólo 20 años después de su surgimiento hubo un gobierno que se decidió a concretar las primeras conversaciones a través de una agenda integral. Fue en la década de los 80, cuando Belisario Betancur era el presidente Colombia. En su administración, reconoció a las guerrillas como interlocutoras legítimas y hacer la paz se constituyó en una prioridad de su mandato.
Por eso se conformó la Comisión de Paz meses después de su posesión, en 1982. Sin embargo, con las Farc avanzó mucho más la posibilidad de un acuerdo, al punto de lograr un pacto firmado en Uribe (Meta) para establecer un período de gracia en el que ese grupo debía organizarse política, social y económicamente. No obstante, las dificultades que surgieron por la fuerte polarización política, sumada a la toma del Palacio de Justicia a manos del M-19, dificultaron el ambiente para la concreción de un pacto de paz integral. De hecho, el Eln fue la guerrilla que menos acogió el proyecto político de Betancur.
A este intento lo siguieron los del presidente Virgilio Barco, cuyo modelo de paz se basó en el diálogo, la desmovilización y el desarme. En su gobierno nació la Consejería para la Paz, que hizo infructíferos acercamientos con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), de la que hacían parte las Farc, el Eln, disidentes del Epl y el M-19. Con este último grupo hubo consenso para su desmovilización. Pero, de nuevo, los elenos no participaron en la construcción de una agenda conjunta.
A principios de los 90, cuando fue elegido César Gaviria como nuevo presidente de Colombia, se sacó adelante la Asamblea Constituyente, que permitió el desarme del Epl, el Quintín Lame y otros grupos pequeños al margen de la ley, exceptuando a las Farc y el Eln. Con estas dos organizaciones subversivas se intentaron negociaciones en Venezuela y luego en México. Fue el proceso de paz de Tlaxcala. Como delegado por el Eln estuvo Antonio García, segundo al mando. El proceso fracasó a raíz del secuestro del exministro Argelino Durán Quintero, quien murió en cautiverio a causa de un ataque cardíaco.
Luego de Tlaxcala vinieron los acercamientos con el entonces presidente, Ernesto Samper. La crisis de legitimidad por la que atravesó su gobierno, debido a los nexos de su campaña con el narcotráfico, derivó en que, en 1996, el Eln oficializara la “Propuesta urgente para Colombia”. Con ella, se habló de la importancia de la participación de la sociedad civil. Dos años más tarde, en España, se firmó un preacuerdo entre las partes y se avanzó en la convocatoria de una Convención Nacional, cuya idea se fortaleció meses después, en Alemania. Pero el tiempo fue el principal factor que jugó en contra de dichos diálogos. ¿La razón? Faltaba poco para que Samper dejara el cargo y el presidente electo, Andrés Pastrana, les dio prioridad a las conversaciones con las Farc.
Sin embargo, Pastrana adelantó varios encuentros con el Eln hasta el final de su mandato, en 2002. La primera ronda de diálogos fue en Caracas, con un evidente fracaso que se intentó frenar con la mediación del periodista Jaime Garzón, a través de la Comisión de Facilitación Civil. Esta labor permitió que se retomaran las conversaciones, primero en La Habana (Cuba) y luego en Venezuela. Incluso, Pastrana y el comandante de la guerrilla, Nicolás Rodríguez, alias Gabino, alcanzaron a anunciar el establecimiento de una zona de encuentro en los municipios de San Pablo y Cantagallo (Bolívar) y en Yondó (Antioquia).
El gobierno del expresidente Álvaro Uribe también hizo lo propio con las guerrillas. Al inicio de su primer mandato, en agosto de 2002, emitió un comunicado anunciando su disposición para seguir en la búsqueda de un proceso de paz con el Eln. El rol del excomisionado Luis Carlos Restrepo fue fundamental al entablar los primeros diálogos exploratorios con los voceros de esa guerrilla, Francisco Galán y Felipe Torres. Cuba se convirtió de nuevo en escenario de encuentro entre las partes. Posteriormente fueron entrando al escenario otros delegados de esa guerrilla, como Juan Carlos Cuéllar, Antonio García y Pablo Beltrán, este último, actual jefe de la delegación de paz en el proceso con el gobierno Santos. Al final, los diálogos se fueron al traste por varias razones, entre ellas la negativa de Uribe a reconocer el conflicto armado y al fortalecimiento de la política de seguridad democrática. Ahora el turno es para el presidente Juan Manuel Santos.