Así será el camino del general (r) Montoya en la JEP

El excomandante del Ejército Mario Montoya es el oficial de más alto rango que ha pedido someterse a la Jurisdicción Especial para la Paz, que estudiará su posible participación en conductas graves con ocasión del conflicto armado.

Natalia Herrera Durán y Juan David Moreno
18 de julio de 2018 - 02:39 a. m.
Al general (r) Mario Montoya se le reconoce por la lucha contrainsurgente y por haber sido el cerebro de la operación Jaque.  / Archivo El Espectador
Al general (r) Mario Montoya se le reconoce por la lucha contrainsurgente y por haber sido el cerebro de la operación Jaque. / Archivo El Espectador
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La Jurisdicción Especial de Paz (JEP) hizo este martes un importante anuncio: el general en retiro Mario Montoya solicitó someterse a este tribunal especial que busca investigar, juzgar y sancionar los episodios más graves del conflicto armado.

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El exoficial firmó el acta de sometimiento a este sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición. Su solicitud quedó en manos de la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas, que deberá estudiar el caso y saber si le otorga un tratamiento especial.

“En tales casos, nuestra sala hará el monitoreo y exigirá a los comparecientes que inicien el cumplimiento del Régimen de Condicionalidad. Posteriormente, los casos serán remitidos a la sala de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad, en donde los comparecientes decidirán si aceptan o no su responsabilidad en los hechos en los cuales estén implicados según los informes de la Fiscalía General de la Nación, la justicia ordinaria y la justicia penal militar, además de la investigación que adelante la JEP”, le dijo a este diario un magistrado de esa sala.

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Dependiendo de lo que allí suceda, Montoya irá a la Sección de Reconocimiento, para que se le imponga una sanción propia, o a la Sección de No Reconocimiento, donde luego de un juicio se le impondría una sanción alternativa u ordinaria, dependiendo de su reconocimiento de la verdad, así como de la certeza sobre la existencia de los hechos y su responsabilidad en los mismos.

De acuerdo con Jean Carlo Mejía, asesor jurídico de las Fuerzas Militares, la decisión de Montoya de someterse a la JEP “es un triunfo del sistema”. “La JEP, en los temas de los agentes del Estado, específicamente de los uniformados, nunca se hizo en La Habana, sino acá en Bogotá con un equipo de militares, policías y agentes civiles. Es muy importante que la JEP entre en pleno funcionamiento y no se excluya a los militares”.

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Agregó que Montoya, quien está siendo asesorado por la Defensoría Militar, se presentó ante la JEP, pero “no se ha presentado para admitir que cometió conductas criminales. La sala verificará los condicionamientos de entrada al sistema: una cosa es presentarse y otra que el sistema lo acepte. El primero es la contribución de una verdad plena y el segundo la presentación de un programa de reparación”.

¿Quién es Montoya?

Montoya es el general más condecorado en la historia de las Fuerzas Militares. Su nombre es reconocido por operativos militares de la talla de la operación Jaque, que supuso el rescate en las selvas del Guaviare, el 2 de julio de 2008, de Íngrid Betancourt, tres contratistas estadounidenses y 11 uniformados que llevaban casi una década secuestrados por la guerrilla de las Farc.

Un mes antes, Montoya habría sido el artífice de otro duro operativo contra las Farc, conocido como la operación Fénix, que terminó con la muerte del comandante guerrillero Raúl Reyes y otra veintena de subversivos en territorio ecuatoriano. Su nombre lleva dos décadas relacionado con la lucha contrainsurgente.

Bajo el grado de coronel coordinó las labores de inteligencia de la operación Casa Verde, que terminó con el desembarco de las Fuerzas Militares en el cuartel de la guerrilla de las Farc en Uribe (Meta), en diciembre de 1990. Después comandó el Grupo Mecanizado Maza de Cúcuta, que debió enfrentar la ofensiva guerrillera en el Catatumbo en 1992. También estuvo a la cabeza del Batallón de Inteligencia de Villavicencio, la Fuerza de Tarea Conjunta del Sur, el Comando Conjunto Caribe y la Brigada 18 en Arauca, entre otras.

Su carrera de oficial del Ejército no sembraba mayores dudas hasta que comandó la Cuarta Brigada en Antioquia, entre el 2001 y el 2003. Durante esos años se vivió un fuerte recrudecimiento del conflicto armado. Pero en octubre de 2002, Montoya comandó una operación que marcó su devenir en las Fuerzas Militares: la operación Orión, desplegada entre el 16 y el 17 de octubre, que buscaba desarticular las estructuras de milicianos que existían desde los años 90 en la Comuna 13 de Medellín.

Al tiempo que recibió partes de éxito, sus procedimientos allí fueron duramente cuestionados. La Procuraduría de Medellín denunció que se realizaron innumerables capturas arbitrarias y detenciones selectivas de habitantes que posteriormente desaparecieron. El jefe paramilitar Don Berna confesó posteriormente que Orión habría sido desarrollado en conjunto con paramilitares.

Fue entonces que las denuncias de varias ONG contra el general (r) Montoya arreciaron. En marzo de 2003, dio otro duro golpe a la guerrilla en el Oriente antioqueño, en la denominada operación Mariscal; sin embargo, también fue objeto de fuertes señalamientos, porque según el Observatorio de Paz y Reconciliación de la región, el Ejército habría presentado civiles como muertos en combate.

Las sombras en su accionar no terminaron ahí. Posteriormente fue relacionado con la masacre de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, cometida en febrero de 2005, porque habría viajado a la Brigada XVII, con sede en Carepa, a organizar operaciones militares contrainsurgentes en esas fechas. Pero fue en octubre de 2008 cuando el país se sacudió con los llamados falsos positivos, al conocer el caso de varios jóvenes de Soacha que fueron reclutados y presentados como guerrilleros muertos en combate en Ocaña (Norte de Santander). Un caso de muchos otros, como lo señaló un informe interno de la Fiscalía de las 6.699 muertes en combate durante el período de Montoya como comandante del Ejército, 2.429 son investigadas porque se sospecha que no corresponden a muertes en combate.

Por los falsos positivos fueron destituidos 27 militares en noviembre de 2008, tres de ellos generales. Montoya presentó su renuncia ante el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y el entonces presidente, Álvaro Uribe. Posteriormente fue enviado como embajador de Colombia a República Dominicana, pero a la llegada de Santos a la Presidencia, la presión ejercida por congresistas y ONG terminó en su relevo.

Uno de los testimonios más complejos que lo relacionan con los falsos positivos es de 2014 y fue dado por el coronel en retiro Róbinson González del Río, condenado por 24 falsos positivos, quien se acogió a la JEP y hoy está en libertad condicional por la Ley de Amnistía, 1820. El cuestionado coronel señaló que Montoya habría sido determinante en presionar las “bajas en combate” por encima de las capturas o detenciones a toda costa.

Desde entonces, Montoya ha tenido un retiro con duros cuestionamientos en estrados judiciales, que siempre ha negado. La Fiscalía de Eduardo Montealegre le puso fecha a una audiencia de imputación de cargos en su contra pero la diligencia se aplazó indefinidamente.

“Durante mucho tiempo uno siente que en la justicia ordinaria se han burlado de las víctimas. Pasaron dos años y dos meses en la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez sin que se diera esta imputación”, comentó Germán Romero, abogado de víctimas de ejecuciones extrajudiciales de Caldas y Antioquia.

Para Romero, desde que se firmó el Acuerdo de Paz, hace un año y medio más o menos, las investigaciones por falsos positivos han quedado suspendidas en la Fiscalía. “Si tu no investigas, ¿a qué y con qué informes vas a llegar a la JEP?”, opinó. Por lo pronto, el general en retiro Montoya pide pista en la JEP y se espera que su contribución en este tribunal sirva para esclarecer el doloroso capítulo de los "falsos positivos" durante el conflicto armado.

Por Natalia Herrera Durán y Juan David Moreno

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