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Catatumbo y Rendón, un ejemplo de reconciliación

“Pablo Catatumbo” y Freddy Rendón Herrera fueron los protagonistas de un histórico encuentro. Invitaron a la sociedad a construir puentes para sacar definitivamente las armas de la política.

Santiago Martínez Hernández/ @santsmartinez
10 de octubre de 2017 - 11:00 a. m.
El excomandante de las Farc “Pablo Catatumbo” y el excomandante de las Auc Freddy Rendón Herrera.  / Fotos: Nelson Sierra- El Espectador
El excomandante de las Farc “Pablo Catatumbo” y el excomandante de las Auc Freddy Rendón Herrera. / Fotos: Nelson Sierra- El Espectador

No es ninguna casualidad que un excomandante de las autodefensas y un exjefe de las Farc se hayan sentado juntos públicamente a hablar sobre verdad, justicia y reconciliación. El histórico encuentro entre Freddy Rendón Herrera y Pablo Catatumbo, quienes entrelazaron sus manos en un cálido saludo, tenía el objetivo de presentar la nueva apuesta en la que trabajan exparamilitares y exguerrilleros: sacar las armas de la política y asumir el compromiso de armar el gran rompecabezas de la verdad, que tiene un millón de fichas y en el que pretenden que todos los sectores del país (políticos, sociales, económicos, de la Iglesia y de la Fuerza Pública) tengan la voluntad de aceptar sus responsabilidades en más de medio siglo de conflicto.

El encuentro entre Rendón Herrera y Catatumbo se logró durante el conversatorio “Verdad y justicia, claves para la reconciliación”, que organizó Colombia2020 y su capítulo de Justicia para la Paz. Tuvo lugar en la Universidad Javeriana de Cali y gracias a la colaboración de la Embajada de Alemania y el Centro Internacional de Justicia Transicional (ICTJ, por sus siglas en inglés) estos dos hombres de la guerra contaron su experiencia de dejar atrás años de conflicto para empezar a destapar el camposanto en el que quedó convertido Colombia.

No se trata de crear un simple correlato entre quienes fueron los protagonistas de los enfrentamientos armados. “La comisión de la verdad debe explicarle al país todo lo ocurrido y las causas que nos llevaron a esta confrontación de tantos años. Es necesario incluir a todos los actores, porque no se puede creer que solo tienen responsabilidad los señores paramilitares o los miembros de las Farc. No se trata de establecer esa verdad para judicializar a las personas, sino, lo que se pretende es que el país entienda lo que pasó para que nunca más vuelva a ocurrir. Todos debemos aceptar nuestra responsabilidad”, dijo Pablo Catatumbo, hoy líder del partido político Farc.  

Los dos exjefes de guerra dejaron claro que es un acto de reconciliación y que en ningún momento las partes han renunciado a sus convicciones. Al contrario, de lo que sucedió durante décadas de confrontación directa, sostuvieron que ya no serán las armas las que hablen, sino las palabras. “Confirmamos que el tableteo de los fusiles no nos dejó conversar por más de 20 años. Convertimos al país en una fosa común, aumentamos en dos millones el número de víctimas, fomentamos la ilegalidad con la pelea por los cultivos ilícitos y no nos dimos la oportunidad de escucharnos. Esa es la fatalidad de la guerra”, sostuvo Freddy Rendón Herrera, quien durante los años de la guerra fue conocido como el Alemán, excomandante del bloque Élmer Cárdenas, una de las estructuras de las autodefensas más temidas del país.

Tanto Freddy Rendón como Pablo Catatumbo coinciden en que los encuentros no son para hacer mutuas recriminaciones. “Dejamos claro que jamás nuestra guerra fue contra las personas ni de venganza. Así como los paramilitares dicen que tuvieron responsabilidad, que nosotros no éramos sus enemigos, que querían cambiar el país y que se equivocaron al asesinar a valiosas personas para Colombia como Jaime Garzón, Manuel Cepeda y centenares de líderes sociales; nosotros les explicamos que nunca hemos odiado a alguien en lo personal, porque Marulanda siempre nos enseñó que nuestra lucha no era contra personas, sino contra un sistema, el Estado y unas instituciones”, refirió Catatumbo.

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Los meses previos al encuentro

Durante los meses que duraron las negociaciones de paz en La Habana (Cuba) entre las Farc y el Gobierno, un grupo de excomandantes de las autodefensas, incluidos los que están extraditados en Estados Unidos, enviaron en 2013 una serie de comunicaciones para demostrar su intención de apoyar el proceso. Al parecer, y según manifestaron los exjefes de la guerrilla, los mensajes nunca llegaron. Solo hasta que se firmó la paz y volvieron a Colombia, Fredy Rendón buscó la ayuda de personas que facilitaran el encuentro entre quienes fueron amos y señores de la guerra.

El primer acercamiento se logró en mayo de este año. Los abogados de las Farc se reunieron con tres excomandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Querían entender cómo funcionaría la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y, además, contarles su experiencia con Justicia y Paz y los líos que aún tiene este modelo de justicia transicional. Agregaron que estaban dispuestos a colaborar con la JEP y aportar su verdad para que no quedara perdida en miles de grabaciones de versiones libres que le entregaron a la Fiscalía.

Fue entonces que entró en escena el padre Francisco de Roux, quien, junto con otros facilitadores, logró sentar en una misma mesa a seis excomandantes de las Farc y las Auc. Como se conoció a través de una foto, ocurrió la noche del pasado miércoles 19 de julio en la casa de los jesuitas en Bogotá. Estaban por lado de las autodefensas Fredy Rendón Herrera, Eduar Cobos Téllez, llamado (“Diego Vecino”) e Iván Roberto Duque, cuyo nombre de guerra fue (“Ernesto Báez”). Y por el lado de las Farc estaban Iván Márquez, Jesús Santrich y Pablo Catatumbo. Al principio había un ambiente tenso, se dieron la mano y el padre De Roux dio las primeras palabras en ese histórico encuentro.

Fue el momento de Freddy Rendón para hablar y luego de dar las gracias por la reunión dijo las palabras que permitieron construir los puentes entre los excombatientes: pidió perdón por los horrores causados por el paramilitarismo a la gente de la guerrilla. Fue entonces que se dieron otros enérgicos y emotivos discursos, y al unísono se comprometieron a revelar la verdad de cada hecho ocurrido y a promover los lazos de reconciliación entre los colombianos.

Desde ese día, Fredy Rendón y Pablo Catatumbo se reunieron nuevamente en dos ocasiones en privado y solo hasta este lunes 9 de octubre lo hicieron públicamente en el evento de Colombia2020.

“En esa reunión nos dimos cuenta que las diferencias eran que Catatumbo era más grueso y que Iván Márquez era más barbudo, porque queríamos lo mismo: transformar al país. La sociedad necesita tres cosas. La primera es verdad. Que se construya un gran informe para evitar que se repita esta tragedia. La segunda. Justicia para que se reconozcan las responsabilidades. Y la tercera, la reincorporación de los excombatientes a la sociedad civil y su capacidad de participar en política. Nuestros egos no nos permiten que una persona le pueda dar la mano al otro”, señaló Rendón.

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En todo caso, ambos llamaron la atención sobre el riesgo que corre el proceso de reincorporación de exguerrilleros de las Farc, si el Gobierno no cumple ligeramente con lo pactado. Catatumbo por ejemplo enfatizó en que en Tumaco a los guerrilleros les están ofreciendo dos o tres millones, y a los mandos medios diez, para integrar las bandas criminales del narcotráfico.  

“Si uno de los ejes fundamentales era la dejación de armas (compromiso fundamental que cumplió las Farc), reincorporar a la sociedad civil de manera integral a los excombatientes y garantizar su seguridad física y jurídica, son los otros dos ejes que no se están cumpliendo”, manifestó Catatumbo. El excomandante guerrillero agregó que “en Colombia muy pocos pueden lanzar la primera piedra y esconder la mano, pues la violencia en nuestro país tiene múltiples responsables que siguen impunes”.

Mi hermano y yo

Que Jorge Torres Victoria -hoy Pablo Catatumbo- se haya incorporado a las filas de las Farc tiene una explicación: siguió los pasos de su hermano Pablo: “Él se fue a la guerrilla cuando tenía 21 años y yo me fui con unos 15. Me dejó un vacío, porque lo veía como mi segundo padre. Lo admiraba mucho y me interesó siempre su radicalidad y que era consecuente con sus ideas. Una vez que lo absorbieron las ideas marxistas, se radicalizó. A mí me picó el bichito y empecé a meterme en el cuento. Luego ya me contacté con la Juventud Comunista de Colombia”.

Catatumbo reveló que su padre murió en un accidente de tránsito cuando ellos eran muy pequeños. “Mi mamá quedó con 10 hijos, la menor de seis meses y mi hermano Pablo tenía 17 años. Él asumió el rol de padre. Mi papá tenía una estrecha relación con la persona para la que él trabajaba, que era don Édgar Lenis, en Cali, quien era mi padrino. Él fue muy generoso con mi familia, pues a mi mamá le dijo que no se preocupara porque iba a emplear a mi hermano y le iba a pagar el mismo salario de mi padre, que era jefe de personal de la empresa. Tenía un cargo alto”, contó el exjefe guerrillero.

Para esa época su hermano empezó a radicalizarse con ideas marxistas y lenilistas, lo que le costó su trabajo. “Pablo intentó fundar un sindicato en la empresa donde trabajaba. Entonces mi padrino le dijo que no podía permitirlo. Pero Édgar Lenis tuvo otro gesto de generosidad con mi mamá. Le dijo que aceptaba a mi segunda hermana mayor, le mantenía el mismo sueldo y le ayudaba a conseguir un empleo con Manuel Carvajal. Empezó a trabajar en Carvajal & CIA, y mi hermano volvió a hacer lo mismo: intentar crear un sindicato. Lo sacaron y quedó más frustrado. Fue entonces que Jaime Bateman lo convenció de irse a las Farc, era un encantador de serpientes”, relató Catatumbo.

En el año 72 Pablo Catatumbo ya estaba en las filas de la guerrilla. Se encontró con su hermano. Los separaron. A Catatumbo lo enviaron al Cauca y a su hermano al Caquetá, donde murió en el año 75 ahogado en el río Pato, intentando salvar a una de sus compañeras. Los dos eran los únicos hombres de la casa. El resto eran ocho hermanas y su madre, quienes terminaron victimizadas y exiliadas. A su madre la vio después de 37 años en La Habana (Cuba). Pero el hecho que dejó marcado de por vida la vida de Pablo Catatumbo como guerrillero fue el secuestro y muerte de su hermana Janeth a manos de Carlos Castaño a finales de los 90.

“Lo más doloroso fue lo que dijo la prensa de mi hermana, que era la amante de Carlos Castaño”, puntualizó. Por estos hechos Fredy Rendón, junto a los otros excomandantes de las AUC, le pidieron perdón a Pablo Catatumbo, quien señaló: “Ellos (las autodefensas) nos han dicho que están dispuestos a ofrecer toda la verdad porque no hay nada que le devuelva la vida a una persona ni que resarza el daño. Lo que uno quiere es saber qué pasó, especialmente por mis familiares, mi mamá y mis hermanas, que son las más afectadas”.

A falta de oportunidades...

Desde que salió de prisión tras cumplir la condena de ocho años de cárcel que le impusieron tras acogerse a Justicia y Paz, Freddy Rendón dice que su vida se la ha pasado de diligencia en diligencia, rindiendo versiones libres y atendiendo los llamados de la justicia. Cientos de veces ha declarado que entró a los 19 años a la ilegalidad, cuando trabajaba en los buses y camiones que tenía la familia. En ese entonces, anonadado por como las embarcaciones de contrabando iluminaban el mar en las noches en Necoclí (Antioquia) empezó a mezclarse en una sociedad donde la autoridad no es el Estado, sino el más fuerte.

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Su llegada a las filas de las autodefensas cuenta que no es como se ha dicho siempre: que era cercano a los Castaño por haber nacido en Amalfi. Su historia es que luego de ganar posición en el mundo de la ilegalidad conoció a Carlos Ardila -el creador de las autodefensas en Necoclí-, quien fue la persona que le presentó a Carlos Castaño. “Ardila me llevó a una reunión a las afueras de Necoclí. Cuando llegamos vi a una persona pequeña, pero con una voz de mando, dándole instrucciones a una tropa. Apenas terminó se nos acercó, saludó a Carlos Ardila y a mí me dio la mano. Me preguntó: ‘¿De dónde es usted?’ Le respondí que del pueblo más hermoso de Colombia. A lo que me dijo: ‘¡Amalfi! Bienvenido a las autodefensas mijo’. Así fue como conocí a Castaño”.

Durante su recorrido en las filas de las autodefensas conoció a Élmer Cárdenas, el comandante militar de las filas de la Casa Castaño. Tras su muerte en 1997, a Freddy Rendón lo nombraron comandante de toda la estructura. “Manejaba la parte militar y social. Carlos Ardila, la parte financiera”, contó. Su apodo del “Alemán” se lo puso alias “Gaván”, el encargado de las comunicaciones que el día de una operación decidió identificarlo con ese alias por su carácter, ser estricto y puntual.

Sobre su familia prefiere no hablar. Son 20 hermanos y 64 sobrinos. El más conocido de todos sus familiares, Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario. Dice que muy pocas veces coincidió con su hermano mayor, porque él entró primero a las filas. “Al mucho tiempo me enteré que Daniel ingresó a las autodefensas y que hacía parte del grupo de Miguel Arroyave en los Llanos Orientales. Lo vine a ver una vez que me envió Carlos Castaño en su representación para solucionar un problema entre el bloque Centauros de Arroyave y los Buitragueños de Martín Llanos. Luego supe que había regresado y cuando nos desmovilizamos lo invité a que lo hiciera con mi bloque, el Élmer Cárdenas”, narró a cuenta gotas.

Frente a sus otros hermanos y sobrinos manifestó que toda su familia terminó viviendo una tragedia por la culpa de que él y su hermano eran de las autodefensas. “Mis sobrinos son trabajadores y emprendedores, pero el Estado está encima de ellos vigilándolos. Mi hermana mayor llora cada vez que nos vemos. Es muy duro para ella, pero debemos trabajar en que las próximas generaciones puedan caminar con la cabeza en alto”, sostuvo.

Hoy Freddy Rendón dice que la cárcel sólo les sirve a quienes quieren cambiar y que verse cara a cara con las víctimas fue lo que le hizo comprender la importancia de aceptar su responsabilidad en los hechos. Además, que luego de pasar tres meses en coma por un accidente en bicicleta hace un año no dudó en reponerse y trabajar por la reconciliación nacional. “Quienes no han padecido la guerra son quienes más se oponen a que una víctima pueda llegar a conocer qué sucedió con sus hijos”, concluyó Rendón, quien ahora dice que no está interesado en hacer política, sino en construir lazos con quienes fueron sus adversarios para que la sociedad comprenda qué sucedió en la guerra.

Por Santiago Martínez Hernández/ @santsmartinez

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