La verdad como garantía para dar el primer paso

El hijo de un excomandante de las autodefensas, el hermano de un exjefe guerrillero, una víctima del club El Nogal y un defensor de derechos humanos explicaron cómo lograr la reconciliación.

Justicia para la Paz
11 de octubre de 2017 - 11:00 a. m.
Jorge Tovar, acompañado de Bertha Lucía Fries y Jaime Palmera, habla frente a frente con Pablo Catatumbo y Fredy Rendón. / Fotos: Nelson Sierra - El Espectador
Jorge Tovar, acompañado de Bertha Lucía Fries y Jaime Palmera, habla frente a frente con Pablo Catatumbo y Fredy Rendón. / Fotos: Nelson Sierra - El Espectador
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Las víctimas son un mundo diverso y complejo. En su mayoría, las asocian con los campesinos y comunidades más vulnerables. Sin embargo, en el conversatorio Verdad y justicia, claves para la reconciliación que se realizó en la Universidad Javeriana de Cali, por primera vez en público se sentaron a conversar cuatro personas, entre las que había dos hombres que se convirtieron en víctimas del conflicto armado por la decisión de sus familiares de ser amos y señores de la guerra; una mujer que superó su miedo a vivir y sus rencores contra las Farc por el atentado contra el club El Nogal, y un defensor de derechos humanos que burló las barreras burocráticas para que los perpetradores aceptaran su responsabilidad en actos públicos de perdón.

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El panel se llamó Las víctimas dan el primer paso y estuvo integrado por Jorge Tovar, hijo de quien en las autodefensas fue conocido como “Jorge 40”; Jaime Palmera Pineda, hermano de Ricardo Palmera, también llamado en la guerra “Simón Trinidad”; Bertha Lucía Fries, líder de víctimas del atentado perpetrado por las Farc al club El Nogal, y Danilo Rueda, coordinador nacional de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, gestor del acto de perdón que ofreció la guerrilla a la comunidad de Bojayá (Chocó). Estaban frente a Pablo Catatumbo y Fredy Rendón Herrera -antes conocido como el “Alemán”-, excomandantes más importantes de las Farc y las autodefensas, respectivamente, a quienes exigieron verdad y compromiso con la reconciliación.

Sus intervenciones provocaron sensaciones de rabia, dolor, tristeza, satisfacción y esperanza en el auditorio en el que estuvieron más de 200 personas en silencio absoluto. Bertha Fries dio detalles de cómo desde hace cinco años quiso entender por qué existía tanto odio hacia las Farc, y fue cuando dio el primer paso para la reconciliación. “Empecé a hacer talleres con los reinsertados, sin que supieran que yo era víctima. En esos encuentros me di cuenta de la realidad; todos me decían que lo primero que harían si se encontraran a una víctima sería pedirle perdón. Para mí fue un momento clave”, dijo la líder de este grupo de víctimas.

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Pero no solo habló de su historia, sino que le exigió a Pablo Catatumbo contar la verdad sobre el atentado: “¿Para quién iba dirigido? Muchos de los que murieron eran operarios, ascensoristas, meseros. Lo que se dice es que ahí estaba durmiendo la entonces ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez, quien estaba amenazada”. Y le hizo otra exigencia a Fredy Rendón: las autodefensas deben explicar si Salvatore Mancuso durmió en El Nogal días antes del atentado, época en la que ya estaba en la ilegalidad. Catatumbo se comprometió a develar la verdad y a cumplirle con el pacto de siete puntos firmados entre víctimas del atentado y las Farc hace unos meses. A su vez, Rendón le dijo que harían lo posible por preguntarle a quienes están en Estados Unidos para saber realmente qué sucedió.

La inédita historia de Jorge Tovar, hijo de Rodrigo Tovar Pupo, conocido como “Jorge 40”, dejó al descubierto cómo los denominados hijos de la guerra también han sido víctimas del conflicto y sueñan con convertirse en los padres de la paz. “La guerra me quitó en dos ocasiones la oportunidad de tener un papá”, dijo. Jorge Tovar contó que la primera vez ocurrió en 1997 cuando su padre se fue a comandar el bloque Norte de las Auc, y que la segunda sucedió cuando asesinaron a su tío el 24 de diciembre de 2009, el mismo día que tuvo que salir al exilio junto a sus dos hermanos.

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“Vengo a contarles mi historia para que veamos que todos hemos sido y padecido las nefastas consecuencias de la guerra, y si no construimos juntos esta paz, nunca vamos a poder pasar la página”, sostuvo entre aplausos del público. Al cierre reconoció que nunca juzgará a su padre, pero tampoco lo excusará ni defenderá lo que hizo. Por el contrario, por primera vez manifestó que pedía excusas públicas en su nombre: “No odio a mi papá, todo lo contrario, sueño con volver a abrazarlo. No tenemos por qué responder por sus hechos como familia, pero yo sí quiero pedirle a Colombia que lo perdone y que ojalá él pueda aportarle a este país y en especial a las víctimas, a sus víctimas. Es la primera vez que lo hago, pero les pido perdón por él.”

Jorge Tovar tenía al lado a un viejo conocido y con quien trabaja en proyectos de reconciliación en Valledupar: Jaime Palmera, el hermano de quien fue conocido en la guerra con el alias de “Simón Trinidad”, hoy preso en Estados Unidos. El mayor dolor de Jaime Palmera fue el secuestro de su hermana Leonor en 1997. Ahí entendió las consecuencias del conflicto y la necesidad de que su familia viviera en el exilio. Desde ese entonces, según dijo, vive con un pequeño resentimiento contra los comandantes de las Farc.

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Teniendo al frente al exjefe guerrillero Pablo Catatumbo, exclamó algo doloroso que dejó mudo al auditorio: “Con el secuestro de mi hermana Leonor siento el peso de lo que hizo mi hermano. Me resiente mucho que él no hubiera hecho nada. Ni él ni otros miembros de las Farc con familiares suyos que estaban en ese mismo caso”, sentenció. Una frase que también afectaba a Catatumbo, que perdió a su hermana Janeth a finales de los 90, luego de que fuera secuestrada y asesinada por el comandante de las autodefensas Carlos Castaño.

Por Justicia para la Paz

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