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El jugador de La Paz Fútbol Club que llegaría a la Superliga China

Didier Borja, oriundo de Soledad (Atlántico), ha tenido que desplazarse varias veces por la violencia. En el 2017 se unió al equipo que surgió tras los diálogos de paz entre el gobierno y las Farc. Juega junto con víctimas y excombatientes.

Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez
21 de junio de 2018 - 10:14 p. m.
El jugador de La Paz Fútbol Club que llegaría a la Superliga China

Didier Borja, un lateral derecho de 25 años, está alistando sus documentos para irse a jugar al equipo chino Shandong Luneng. Ese paso, que buscó dar durante toda su vida, lo logró gracias a su desempeño en La Paz Fútbol Club, un equipo que busca aportar en el camino hacia la reconciliación entre víctimas y excombatientes de todos los bandos de la guerra en Colombia.

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Por hacer parte de ese equipo tuvo que soportar todo tipo de señalamientos. Un día estaba jugando en Caqueza (Cundinarca) cuando desde la tribuna le gritaron “asesino”. Han sido varias las ocasiones en las que desde las tribunas, a él y a sus amigos de equipo, les gritaron “guerrilleros”. 

Didier no fue ajeno al conflicto armado. En 2009 tuvo que desplazarse de Soledad (Atlántico) debido a que la cancha donde entrenaba se volvió un escenario de muerte. “Yo mantenía en la cancha y ahí era donde más se veían muertes”, cuenta. Además, a su casa llegaban panfletos firmados por las Águilas Negras en los cuales advertían que por la noche había toque de queda. “Al que estaba por ahí después lo mataban, no importaba si era bueno o malo”, recuerda. 

Se fue a Medellín en busca de tranquilidad. Llegó al barrio Llanada, al oriente de esa ciudad, pero la desilusión no tardó en llegar. A los pocos días el tío que lo recibió le presentó a unos integrantes de un grupo armado que opera en el sector. Lo hizo con la intención de que lo conocieran para que no le pusieran problemas cuando lo vieran caminar por el barrio.

“Yo pensaba que no se metían con los deportistas”, cuenta Borja. Sin embargo, una noche se cruzó con uno de los integrantes de la banda, mientras se dirigía a su casa, quien lo agredió con un bate de aluminio y sin mediar palabra. El joven decidió no contarle a su tío y empezó a llegar por otro lado para evitar problemas. Pero eso significaba más tiempo y gastos, por lo que decidió mudarse.

Llegó al barrio Castilla. Entrenaba por las noches en el Polideportivo René Higuita. Pero allá también hacían presencia los combos. “Casi todas las noches me paraban”, rememora. Dice que una de esas se salvó de la muerte por dos minutos. Para esa época el grupo armado que controlaba el barrio estaba haciendo “batidas”. Es decir, que asesinaban a las personas que estuvieran en la calle después de cierta hora. Él pasó por una esquina del barrio y dos minutos después llegaron integrantes de la banda e hirieron a un joven que iba pasando por el mismo punto que caminaba Borja.

Incluso, el deportista supo que el combo lo quería reclutar. “Tenían planes para mandarme a Los Urabeños”, rememora. Entonces, se fue a vivir a otro sector de Medellín, ciudad en la que estuvo cerca de dos años viviendo y entrenando.

Luego se devolvió a Soledad. En su tierra natal estuvo durante dos años y probó suerte en equipos de fútbol de Montería (Córdoba), de Valledupar (César) y de La Guajira. Sin embargo, ningún equipo lo vinculó. Por eso entre sus planes estaba irse de Colombia.

Viajó a Bogotá y tenía planeado irse para Panamá. Mientras tanto empezó a entrenar en un club que dirigía el técnico Ricardo Daza, quien un día le comentó que otro equipo estaba buscando jugadores. Se refería a La Paz F.C., en donde Borja se enroló desde principios de 2018.

Futbol para la reconciliación

La Paz F.C surgió tras la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. Los objetivos eran impulsar a algunos excombatientes de la guerrilla a reincorporarse a la vida civil por medio del deporte y que el equipo ayudara a crear y fortalecer vínculos con las comunidades que han sufrido el conflicto.

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“El capitán del equipo es un joven víctima, nuestro goleador es hijo de un excombatiente de las Autodefensas Unidas de Colombia, nuestro arquero fue un Policía que combatió a las Farc y uno de nuestros volantes destacados es hijo de un excombatiente de las Farc que está en tránsito a la vida civil”, cuenta Félix Mora, presidente del club.

Al preguntarle cómo es la interacción entre los diferentes jugadores, Mora responde que “estos muchachos dan un ejemplo porque se reúnen en el mismo punto de llegada que es la reconciliación a través del futbol”. Dice que en un primer momento tenía “temor” por las reacciones que podían haber, pero que nunca se han presentado inconvenientes entre ellos. “Pensaba que el problema lo iba a tener con los muchachos y no ha sido con ellos, sino con la sociedad en los municipios a donde llegamos”, afirma Mora, refiriéndose a los intentos de algunos aficionados por insultar a los jugadores de su plantel diciéndoles “guerrilleros” o “asesinos”.

Directivos y jugadores de La Paz F.C sueñan con llegar a la segunda categoría del fútbol colombiano para luego saltar a la primera división. Además, ya se realizó una convocatoria de la cual salieron 22 mujeres seleccionadas para integrar el equipo femenino, que es otro de los objetivos de la organización de fútbol.

Periodistas de la televisión pública de China se enteraron de la existencia de La Paz F.C y arribaron a Colombia a grabar la historia del equipo. Fueron a un partido en el que Borja se destacó, incluso anotó dos goles, y el pasado jueves 14 de junio llegaron al país los emisarios del equipo Shandong Luneng, los interesados en negociar el traspaso del lateral colombiano.

Borja, luego de intentarlo durante años, está a punto de cumplir el sueño de jugar en primera división. Lo haría en la Superliga China. Pero no se trata solamente de jugar, espera llevar al país asiático un mensaje de paz que aprendió en el club que integra actualmente. “Nosotros somos más que fútbol”, dice Mora. La formación que le dan a los jugadores en el equipo incluye talleres semanales, para ellos y sus familias, sobre construcción de paz. El mismo mensaje que quieren llevar a los jóvenes del otro continente, del asiático. 

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Por Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez

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