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El posconflicto y la educación superior privada

El consultor y analista Jorge Hernán Cárdenas habla del potencial y las oportunidades que pueden ofrecer las universidades privadas para la reconciliación de la sociedad civil.

Jorge Hernán Cárdenas S*
08 de junio de 2016 - 07:44 p. m.
La Universidad de los Andes está entre las que han abierto programas especializados en construcción de paz en Colombia.  / Cortesía
La Universidad de los Andes está entre las que han abierto programas especializados en construcción de paz en Colombia. / Cortesía

Como otros autores de esta edición han abordado la perspectiva de las universidades públicas, vamos a avanzar exclusivamente sobre el papel de las Instituciones de Educación Superior (IES) privadas en el posconflicto. La pregunta es cómo se dará el fin del conflicto, cuáles son las oportunidades y cuáles las responsabilidades que se derivan ahora para las Instituciones privadas sin ánimo de lucro.

En el país hay 288 IES, de las cuales 62 son oficiales, 207 no oficiales y 19 instituciones de régimen especial. Las 207 instituciones de tipo privado, sin ánimo de lucro, son la mayoría; 50 universidades, 92 instituciones universitarias, 39 instituciones tecnológicas y 26 instituciones técnicas profesionales. Todas tienen un enorme reto en el posconflicto.

Como todo cambio sistémico, el posconflicto crea oportunidades y nuevas reglas de juego para todos los actores. El primer efecto será una nueva demanda de educación superior en zonas del territorio que usualmente habían vivenciado alta intensidad en la confrontación y en todo el país en general.

Igualmente habrá espacios renovados para las IES que están más listas en materia de educación virtual y a distancia.

El currículo y el desarrollo rural

Es de esperar que el posconflicto incremente las condiciones de acceso a la educación superior. Las universidades también deben prepararse para dar una mayor atención al desarrollo rural, a la educación para la transformación del campo, a la necesidad de tener investigación relevante en los innumerables temas emergentes, propios del desarrollo rural.

Lo que se vio en Agroexpo se puede usar como termómetro. Las universidades privadas en cierta forma están rezagadas frente a las públicas, y todas denotan un atraso importante en temas rurales. Destacaría, esto sí, la importante presencia de la Universidad Nacional, que ofreció al menos 50 conferencias en Agroexpo.

Pero la visión general es que todas las IES, sin excepción, requieren avances importantes en temas rurales y deben volcarse ahora con renovado ímpetu en campos técnicos y tecnológicos, al desarrollo regional y la vida en el campo.

Hay también falencias en temas legales, catastrales y de sistemas de información para el campo, y de justicia. Por ejemplo, la experticia de jueces de tierras casi que se esfumó en las últimas décadas y se perdió cierta especialización que tuvo el país en este campo. Sólo recientemente, por las exigencias propias de la restitución de tierras, se ha dado una ofensiva jurídica en este campo.

El posconflicto ya se asoma en las IES privadas…

Es oportuno decir también que las IES privadas tienen muchas cosas que mostrar. Es posible también que el posconflicto no esté por llegar, sino que ya llegó a las IES, quisiera mencionar algunos ejemplos:

‘Utopía’

En primer lugar el proyecto ‘Utopía’ en Yopal de la Universidad de la Salle, es una propuesta para la reinvención de la economía agrícola. Su foco es atender a jóvenes de sectores rurales, de escasos recursos económicos, y que han sido afectados por la violencia. El objetivo de Utopía es formar en cinco años y en un campus de 500 hectáreas, un Ingeniero Agrónomo nuevo, con una nueva praxis, y que regrese a su territorio con proyectos de transformación productiva y social. Utopía busca superar la trampa y el atajo de la educación superior, que saca a jóvenes talentosos de las regiones pero sin un claro proyecto de retorno al campo.

‘La Alianza Universitaria por la Paz’

Por su parte, la Universidad Nacional logró sumar a la Alianza Universitaria por la Paz ahora a la Universidad de los Andes, a la Javeriana y al Externado. Esta alianza es poderosa, no solo suma altas capacidades para abordar los desafíos del posconflicto, sino que se generan sinergias y emulación y ofrece un camino hacia adelante. Es bueno ver en este acuerdo interinstitucional a prestigiosos rectores de las privadas como Pablo Navas, Juan Carlos Henao, y al Padre Jorge Humberto Peláez sumándose a la iniciativa del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Dialogo de Paz de la UN. En el acuerdo firmado por estas cuatro universidades se manifiesta expresamente la voluntad desde sus rectores de encontrar caminos para la paz, y se dice: “hemos decidido unir nuestros esfuerzos, recursos y capacidad de convocatoria para brindar elementos de discusión a la opinión nacional y derivar propuestas realistas que puedan ser útiles como insumos para la mesa de conversaciones entre Gobierno y Farc”. Pero esta tarea no debería concluir con la mesa de la Habana, ojalá acompañe posteriormente todo el posconflicto, con los dilemas y exigencias que le serán propios.

‘Uniminuto por la paz’

Un tercer ejemplo de una institución universitaria relevante en el contexto del posconflicto en Colombia es Uniminuto. Tiene presencia en casi todo el territorio y promueve formas innovadoras de acceso y servicio; ofrece licenciaturas, programas técnicos y tecnológicos y programas universitarios. Igualmente trabaja con educación presencial y distancia tradicional y educación virtual. Varias decenas de miles de estudiantes han llegado a la educación superior con sus programas de distancia tradicional, que ha permitido llevar la educación superior a sitios antes impensables. Uniminuto hace rato está trabajando con una mirada de posconflicto, para transformar realidades y comunidades rurales y en pobreza urbana. 

Otras universidades privadas hacen sus esfuerzos, mencionaría a ICESI y EAFIT, que con apoyo de la Corporación “Manos visibles” y de la CAF, están trabajando para formar a líderes del Pacífico que reciben formación a nivel Maestría en Gobierno. Esto permite formar cuadros líderes para el pacifico colombiano. Por su parte la Universidad del Rosario ha hecho foros de resonancia y alcance internacional, como el de Justicia Transicional en Colombia y el Papel de la Corte Penal Internacional, entre otros, y son contribuciones necesarias.

Ejemplo importante es el Instituto de Innovación Regional en el sur del Tolima es una entidad privada sin ánimo de lucro, y se crea en 1998, luego de las recomendaciones de la Misión de Sabios (1994), y de su miembro, Eduardo Aldana Valdés. Innovar es una institución que ayuda a la educación superior, al fortalecimiento cultural y comunitario y al emprendimiento. En la parte de educación superior trabaja en alianza con actores públicos como el CERES, contando con el apoyo de la Gobernación, la Alcaldía de Purificación y las universidades de Ibagué, del Tolima, Esap y Minuto de Dios. Por sobre todo Innovar es una experiencia de articulación, que busca una respuesta regional importante a los problemas de la falta de oportunidades en el ámbito regional en zonas geográficas que en el pasado no fueron lejanas a los espacios de confrontación. A pesar de ser una experiencia pequeña, y sin tantos recursos, es un modelo a tener presente.

La agenda del posconflicto

El posconflicto colombiano será multidimensional e involucra múltiples esfuerzos. De un lado exige el desarrollo agrario, buscando una profunda transformación de la vida rural, con una mejor educación salud, infraestructura y bienes públicos locales. Conlleva una nueva dinámica de participación política, buscando nuevos espacios de participación desde lo local y rompiendo la perniciosa relación entre armas y política, buscando más bien la construcción de democracias de base local y la renovación política.

El posconflicto exige también un serio acuerdo sobre la dejación de armas y reincorporación a la vida civil de actores armados y de concomitantes esfuerzos para garantizar la seguridad de todos. El acuerdo de paz se plantea también como una talanquera al asunto de las drogas y su tenebrosa relación con el crimen organizado. Igualmente el posconflicto exige un avance en la vigencia de los derechos de las víctimas, así como un acuerdo de justicia transicional y un marco jurídico para la paz debidamente reglamentada, creíble y respetado por la comunidad internacional y por sobre todo efectivo para aclimatar la convivencia y la paz en el país.

La agenda del posconflicto requiere esfuerzos de todas las partes y cambios profundos en un corto tiempo. Las IES privadas no se pueden quedar por fuera de este formidable desafío en formación, investigación y extensión.

El posconflicto plantea igualmente una agenda internacional renovada. Ahí aparecen ahora temas nuevos en ciencia, tecnología, educación, comercio, inversión, cooperación, desarrollo, salud, movilidad educativa, incluso temas como las migraciones selectivas al país, etc.

Proyección: ‘20 años de posconflicto’

Finalmente, podríamos especular sobre los hechos que tendrán lugar en el posconflicto. Hay temas que seguramente se darán en los primeros años, como el desarme, la erradicación del narcotráfico, la total reincorporación de combatientes. Luego se abre el tema del desarrollo rural, que es de más largo plazo y es multisectorial (educación, salud, vías, tecnología rural, seguridad, justicia, tierras y condiciones de vida en el campo). Se requieren igualmente bienes públicos locales para alentar la vida y la producción en el campo, un avance en los sistemas registro y catastro rural así como un banco de tierras.

Este nuevo campo colombiano es de los resultados más esperados del posconflicto, pues hoy tenemos un país sin grandes logros en la dimensión rural, con inequidades y sin suficientes alimentos nacionales, productos agrícolas y agroindustriales de exportación. Paradójicamente hay una demanda global muy amplia de productos agrícolas, que viene en aumento. En ese ámbito el posconflicto tiene una de sus grandes ventanas de oportunidad comercial para promover un desarrollo rural de gran escala en el campo colombiano. Seguramente con reformas legales concomitantes e incorporación de territorio productivo y tecnología.

Un comentario final

En cualquier escenario el posconflicto colombiano es claramente inevitable. El conflicto degradado de estas décadas está agotado y la sociedad cansada. Es de esperar que el fin de la guerra si produzca algunos avances en temas rurales y sociales, que sin duda podrían descongelar la agenda nacional. El fin de la guerra traerá necesariamente movilización social, con la cual habrá que convivir y buscar formas pacíficas para superar diferencias.

El camino recorrido hacia la paz es importante y es de resaltar los avances. Todavía hay ambigüedad y falta suficiente claridad de lo que sigue, y esto lleva a una natural frustración y hasta indiferencia con el proceso. No podemos olvidar que ya son 3 años esperando un acuerdo, que ha sido esquivo y se ha dilatado. En la mesa de la Habana bien saben que lo que hagan en las próximas semanas afecta, para bien o para mal, la actitud nacional en el tránsito hacia el posconflicto que habrá de llegar en algún punto. Pero también saben que con o sin acuerdo el posconflicto llega y sin reversa.

Las IES privadas vienen asomándose a este proceso, ya tienen experiencias relevantes para mostrar, pero advierten también los incontables retos que les plantea el posconflicto. Sin duda las IES privadas son unos actores clave en el posconflicto colombiano.

* Exvicerrector General y Rector encargado de la Universidad Nacional. Exdirector del Centro de Investigación para el Desarrollo (CID). Profesor universitario. Director de la firma consultora ‘Oportunidad Estratégica’.

Por Jorge Hernán Cárdenas S*

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