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En Colombia hay 22 millones de hectáreas de tierra cultivable pero solo se usan 5 millones. Esa es solo una de las conclusiones a las que llegó el Ministerio de Agricultura luego del Censo Agropecuario del 2014 y solo uno de los problemas que enfrenta el campo colombiano. A él se suman retos en materia de asistencia técnica, acceso de vías para sacar productos, educación, periodismo, construcción de memoria y acceso a tecnologías de información.
En ese camino de retos será necesario echar mano de herramientas de comunicación como el arte, las emisoras comunitarias, las escuelas de periodismo y los medios masivos de comunicación. En eso coincidieron los participantes del seminario “El papel de la comunicación en el desarrollo rural de Colombia”, un evento organizado por la Unión Europea, el Ministerio de Agricultura y la Agencia Presidencial de Cooperación de Colombia.
En el evento que se hizo en el norte de Bogotá participaron más de 100 líderes comunitarios, periodistas, funcionarios del Estado y representantes de cooperación internacional. “El campo que conocemos es un campo en guerra: solo lo cubríamos cuando ocurría alguna tragedia. Pero hoy tenemos que contar el campo desde otra visión”, dijo John Jairo Ocampo, gerente de RTVC, que produce contenido radial y televisivo para más de 700 municipios colombianos.
Los directores de RTVC, Semana y El Espectador coincidieron en que ‘posconflicto’ significa incluir a los sectores históricamente marginados al desarrollo económico, político y social del país y que el periodismo debe ayudar a lograr esa meta. “Somos conscientes de que aunque firmamos la paz, los problemas persisten. ¿Cómo identificar el tipo de desarrollo que va a llegar a cada comunidad? Eso no se puede decidir desde un escritorio en Bogotá sino que debe ser producto de conversaciones con las personas que viven en las regiones rurales. Por eso debemos llegar a las personas que decidirán el rumbo del país en los próximos años: los habitantes del campo”, explicó Fidel Cano, director de El Espectador.
Para Rafael Zavala, representante en Colombia de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dijo que otro trabajo importante de la comunicación es construir autoestima entre las comunidades campesinas y étnicas. “Muchos proyectos en vez de ser participativos son ‘participasivos’ y eso hace que las personas esperen a que alguien más decida qué deben hacer. Si la desigualdad es el reto, la comunicación es una gran herramienta para hacerle frente”, afirmó.
Y es que la visión del campo ha sido construida en gran parte por estereotipos. Así lo explicó la embajadora de la Unión Europea en Colombia, Ana Paula Zacarías. “Esos estereotipos han alimentado la violencia y el subdesarrollo y debemos romperlos”, afirmó.
Uno de los momentos más representativos del evento fue la intervención de los líderes sociales de municipios como Belén de los Andaquíes (Caquetá), Carmen de Bolívar (Bolívar), Inzá (Cauca), Tibasosa (Boyacá), La Unión (Valle del Cauca) y Guapi (Cauca). Estos líderes explicaron que unos de los retos que enfrentan es el de construir estrategias de comunicación que involucren a los niños, jóvenes y adultos de sus territorios. “Tenemos que crear proyectos y mensajes con una microdiferenciación que ayude a expresar la realidad de cada territorio y promover el autoreconocimiento”, dijo Mileydi Polanco, una de las líderes de la Escuela de Comunicación Wayuú en La Guajira.
A lo largo de la jornada se mostraron ejemplos de cine comunitario, fotos, tejidos, libros de memoria hechos por la víctimas y alabaos. Todas esas experiencias son ejemplos de resistencia a la violencia en los territorios. “La comunicación no son solo los medios, se trata de todos los mensajes que se entregan a través del arte, de los discursos políticos, los videos y todos esos estereotipos que se construyeron a partir de la guerra. Durante 52 años nos dijeron que toda la maldad estaba en cabeza de las Farc. Que los campesinos eran los bandoleros de los 50, los guerrilleros de los 60, los cocaleros de los 90 y los terroristas del siglo XXI. Y con eso se excusaron los bombardeos, la pobreza estructural del campo y los despojos de tierras. Que los empresarios eran oligarcas, despojadores y eso excusó los secuestros masivos y otra cantidad de actos violentos. Pero ¿qué pasa si todo lo que nos dijeron no era así?”, dijo Omar Durango, representante de la Mesa Campesina de Inzá, Cauca. La solución, añadió, es incorporar a la agenda nacional la agenda territorial para empezar a reconocerse entre unos y otros.