‘Es difícil que una persona con traje que no vivió la guerra decida por nosotros’

El panel de este miércoles tiene como finalidad hablar sobre el enfoque de género, étnico y de personas con discapacidad dentro de la reincorporación. Será el abrebocas para las conclusiones que se darán a lo largo de la jornada

Redacción Colombia +20
16 de noviembre de 2022 - 02:21 p. m.
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Este miércoles continúa en Bogotá el encuentro entre reincoroporados de países como El Salvador, Guatemala, País Vasco, Senegal, Indonesia y Colombia para hablar sobre los aciertos y desafíos en materia de: reincorporación política -con componentes de seguridad, participación y articulación institucional-; reincorporación económica - en lo referente a acceso a tierras, vivienda y proyectos productivos-; y reincorporación social -componente de acceso a la salud, educación y cultura-.

Desde el lunes 14 de noviembre, los procesos de paz comparados han sido los protagonistas en Tierra Grata (Manaure, Cesar) y en el Hotel Tequendama, ubicado en el centro internacional de Bogotá. A los procesos de dejación de armas, transición a la vida civil y ejecución de proyectos productivos que se han vivido en el posconflicto colombiano, los invitados internacionales los han resaltado, incluso asegurando que son uno de los ejemplos más relevantes frente a escenarios del fin de una guerra.

Muchos panoramas pueden pintar prometedores, pero la realidad del país muestra que hay temas pendientes para una reincorporación plena, tranquila, segura y con una larga proyección a futuro para aquellos que suscribieron el Acuerdo de Paz entre las Farc y el Estado colombiano en 2016.

Persisten exclusiones a poblaciones que han pedido pista por décadas, la violencia homicida ha acabado con la vida de 342 exguerrilleros, aun no hay claridad en las políticas de acceso a tierra y catastro; y, por si fuera poco, la estigmatización social hacia muchos de ellos es una cicatriz que no se va.

Datos oficiales estiman que el 63% de los firmantes de paz en Colombia se encuentran en zonas rurales construyendo de nuevo sus vidas. Sin embargo, más de la mitad de ellos viven por fuera de los espacios territoriales por diferentes condiciones: precarización en medios de subsistencia, déficit en el acceso a la vida laboral, falta de acceso s canales de educación cercanos, entre otros.

Ahora, imagínese vivir en este contexto yen adición sufrir de una discapacidad en su vista, en alguna de sus extremidades o en cualquier otro factor que afecte su movilidad. Así les toca asumir el posconflicto a un grupo de firmantes de paz en esas condiciones, que a pesar de luchar por la paz, de impulsar los diálogos en La Habana y de querer separar lazos entre sectores sociales que históricamente han estado separados, siguen marginados de muchas decisiones que se toman en torno a la implementación de lo pactado en Cuba.

En esta nueva jornada de la Conferencia Internacional de Experiencias de Reincorporación dijeron en conjunto que no quieren que nadie tome las riendas de sus asuntos de transición a la vida civil, mucho menos quienes no vivieron el conflicto armado en carne propia

“No queremos que ninguna persona con traje que no vivió la guerra tome decisiones por nosotros. La discapacidad todavía es ciencia ficción como enfoque diferencial en Colombia. Y es más ciencia ficción cuando lo vemos en el lugar de la construcción de paz”, aseguraron.

Anita Yandún, experta en temas de reincorporación está de acuerdo con las peticiones de esta población en condición de discapacidad. Para ella, escucharlos y ejecutar en favor de ellos es apenas un requisito mínimo para tener una paz integral, en la que hay bastantes deudas por saldar.

“Comprender el enfoque de discapacidad es un proceso muy complejo. No solo de un grupo de personas, sino entender la diversidad humana”, insistió.

Hacia dónde va el enfoque étnico

En el panel inicia de este miércoles también se habló de la necesidad imperiosa de prestarle especial cuidado a los excombatientes de las Farc que pertenecen a pueblos étnicos. Cifras dichas en la conversación, recopiladas por el Consejo Nacional de Reincorporación, estiman que 2.800 personas que dejaron las armas en 2016 pertenecen a esta población.

“Cuiden a sus indígenas y a sus negros… de todas las partes del conflicto, porque desde siempre han estado aislados de las decisiones del Estado y por medio de la paz, además de hacerlos visibles, su vida puede ser aún más digna”, dijo Marisol Galindo, exguerrillera salvadoreña del FMLN.

Dentro de las peticiones nacionales y extranjeras hacia el gobierno es también trabajar sobre esta población (y todos los reincorporados en general) lo relacionado con los accesos a créditos subsidiados, que de acuerdo con exFarc son pocos y los que hay son impagables.

En adición a esto, los acuerdos socioeconómicos y agrarios no se han materializado y han perjudicado diferencialmente a pueblos étnicos. Las respuestas estatales, hasta el momento, es que los canales de acceso llegaron al tope.

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