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Fortalecer el tejido social: Así es la escuela de Gobierno del Pueblo Awá

La comunidad asentada mayoritariamente en Nariño, con algunas poblaciones en Ecuador, estructuró el proyecto como forma de resiliencia frente a los hechos violentos que han significado un riesgo de extermino físico, pero sobre todo cultural de esa población indígena.

Redacción Colombia +20
09 de febrero de 2024 - 05:16 p. m.
El informe de 2023 de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la mayor afectación de ese año para los Awá fue el desplazamiento forzado.
El informe de 2023 de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la mayor afectación de ese año para los Awá fue el desplazamiento forzado.
Foto: Cortesía: UNIPA

Hace unos meses, Rider Pai Nastacuas, Consejero Mayor de la Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA), dijo -como lo ha venido advirtiendo desde hace años esa organización que reúne a autoridades tradicionales y cabildos de ese pueblo- que su comunidad ha estado tan desarmonizada, y esto la llevará a su extinción.

Su dura sentencia está lejos de ser exagerada. El pueblo indígena Awá enfrenta esa desarmonía de la que habla el Consejero Mayor desde hace años debido, no solo, al riesgo de exterminio físico, sino también cultural, a causa del conflicto armado que lo ha alejado de su “casa grande”, como llaman a la selva. En 2009 la Corte Constitucional alertó del riesgo inminente de desaparición de este pueblo, conformado por unos 26.000 indígenas y se ordenó una protección especial que hoy, 15 años después, aún no se cumple.

El informe de 2023 de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la mayor afectación de ese año para los Awá fue el desplazamiento forzado, un hecho que los desconecta de la montaña, a la que llaman la “universidad de los Awá”. Partir forzosamente los hizo perder por varias décadas los derechos sobre sus territorios sagrados y ancestrales, y también -para los más jóvenes- sus costumbres y en algunos casos más extremos el awapit, el idioma de los Awá.

Con eso a cuestas, 32 resguardos repartidos entre Tumaco, Barbacoas, Ricaurte, Samaniego y Roberto Payán, todos municipios del departamento de Nariño crearon hace 33 años la UNIPA para luchar por la defensa de los derechos al territorio.

En estas tres décadas no solo han logrado la recuperación de cerca de 250 mil hectáreas de tierras ancestrales que pasaron de ser baldíos a territorios legalmente constituidos, sino también se han constituido como una organización que lucha por su autonomía y la conservación de su cultura, y en un referente de la defensa del legado indígena en Colombia.

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Hace 10 años, con el firme propósito de seguir recuperando su armonización crearon el Mandato Educativo del Pueblo Awá, una hoja de ruta para la conservación de sus costumbres.

Ese mandato es el principal referente de la educación propia de los Awá, que tiene las bases y lineamientos para que se continúe con el legado de los mayores y mayoras. Se sustenta en el proceso de comprensión de su cosmovisión, coherencia con los saberes, sus prácticas en medicina tradicional, música, la interrelación con la comunidad y el buen vivir de lo que llaman sus espacios vitales. “La idea es afianzar las raíces en los niños y las niñas con su entorno familiar, la casa grande y todo esto desde la Ley de Origen y la relación armónica con la naturaleza”, explica el Mandato.

Para honrarlo y centrar los esfuerzos que se habían hecho en procesos de liderazgo en jóvenes, mujeres, niñas, formación de guardias indígenas, entre otros, empezaron a darle forma a la Escuela de Formación propia del Pueblo Awá, que lleva el nombre de Juan Orlando Moreano, gobernador suplente del resguardo Inda Sabaleta, de Tumaco, asesinado en julio de 2022 junto con otros dos guardias indígenas mientras realizaba acciones de defensa del territorio.

El proceso de educación propia, explica Ramiro Fonnegra, coordinador del proyecto de la Escuela de formación, se sustenta en cuatro pilares: Unidad, territorio, cultura y autonomía.

La unidad se refiere a “trochar y pensar juntos” en beneficio de toda la comunidad y el territorio grande (Katsa Su) concebido como su espacio histórico y milenario heredado de sus ancestros y considerado “la base de su existencia”. La cultura son los saberes y prácticas ancestrales que han sido transmitidos de generación en generación y la autonomía, su capacidad de gobierno propio basado en sus formas de lucha y de organización.

“La Escuela responde a eso, ¿cómo podemos fortalecer toda la educación propia del Pueblo Awá? Entre otras cosas porque, aunque hay una educación formal en las escuelas, muchas veces esta no responde a las necesidades ni al contexto cultural de las comunidades. Aun cuando se ha avanzado en integración de profesores indígenas hay muchos vacíos. Lo que buscamos fue eso, una Escuela que contribuya a fortalecer el liderazgo desde nuestra cosmovisión y nuestras propias necesidades por los temas de desarmonización de nuestra comunidad que ha generado el conflicto”, asegura Fonnegra.

Además, explica que la Escuela tiene varios objetivos: revitalizar la cultura ancestral y la memoria, fortalecer los escenarios de transmisión intergeneracional de saberes (para el relevo de liderazgos), generar procesos de prácticas comunitarias de territorios y fortalecer las capacidades de liderazgo, gobernabilidad, autonomía, planeación.

“Todo esto está basado en los tejidos curriculares que responden a los cuatro mundos que existen para el Pueblo Awá. Los mundos son: los de los ancestros, los de las personas que han fallecido, el mundo que habitamos y el de ‘abajo’, donde están los otros seres vivos. Cada uno de los objetivos de la Escuela le apunta a la protección o fortalecimiento de esos mundos”, dice Fonnegra.

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Para Dayana Bisbicus, consejera de educación del Pueblo Awá, la Escuela también es una apuesta política para mantener el orden organizativo de la UNIPA, pero sobre todo los procesos de memoria. “Nosotros hemos tenido varios diálogos en los que hemos detectado que nuestra memoria se está volviendo frágil. Hemos tenido desaparición, desplazamientos y confinamientos que nos han llevado a un cambio de culturalización y a una pérdida de identidad y eso es lo que nos pone en riesgo. Necesitamos tener una idea clara de ¿quiénes somos los Awá? ¿De dónde venimos? Y eso se logra uniendo nuestros procesos de aprendizaje, la cosmovisión que tenemos, el idioma propio”, dice la consejera.

Para ello, han puesto en papel -literalmente hablando- todos sus saberes que se habían heredado solo a través de la oralidad.

Organizaciones como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) a través del programa Somos Comunidad han apoyado esta iniciativa para potenciar la resiliencia comunitaria, la cohesión social en los territorios afectados por la violencia, como es el caso de la “casa grande” del Pueblo Awá. Con este contexto Somos Comunidad ha sido un aliado estratégico para que la Escuela de gobierno tome forma y se fortalezca.

Tanto Fonnegra como Bisbicus coinciden en que el programa ha permitido tener los recursos para la formulación del proyecto, la coordinación de encuentros con los resguardos y ampliar la participación de la comunidad awá en la Escuela de Gobierno de UNIPA. Somos Comunidad ha contribuido con la estructuración e implementación del proyecto de la escuela de formación, que está organizada para tener al menos 32 encuentros y a la que pueden estar por cohorte 46 dinamizadores-estudiantes. Según cuentas de UNIPA, el proyecto podría tener un impacto en al menos 20 mil personas de esa comunidad.

Bisbicus, además añade, que fue fundamental el proceso de escucha del programa con las necesidades del pueblo indígena. “Fuimos nosotros los que dijimos qué necesitábamos, cuál era el camino para fortalecernos, cómo queríamos que se diera esa construcción comunal de la Escuela basada en nuestra cosmovisión. Somos Comunidad tuvo en cuenta todo ese contexto, nos escuchó y nos guio, pero siempre teniendo en cuenta nuestra cosmovisión. Eso para nosotros era vital y con ellos se pudo lograr”, afirma.

El camino aún es largo. El proyecto de la Escuela necesita recursos para ejecutarse y que se convierta en una especie de institución educativa itinerante que pase por cada uno de los 32 resguardos indígenas. En la reciente visita del presidente Gustavo Petro y su gabinete al Pacífico, la UNIPA le ha pedido al Gobierno Nacional esos recursos.

Alejandro Cruz, Líder de Cohesión Social de Somos Comunidad señala que “la preservación de la cultura es un elemento central para la reconstrucción y el fortalecimiento del tejido social. Somos Comunidad busca contribuir con la generación de diálogos intergeneracionales que conlleven a mayores niveles de confianza, solidaridad y trabajo colectivo. Desde el fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil para mejorar su capacidad de diseñar, implementar, y comunicar acciones de resiliencia, somos acompañantes en el trayecto que recorren organizaciones étnicas como UNIPA y la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca (ASOM) en el marco de redes de seguridad preventiva”.

**Este artículo fue construido en alianza con la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD).

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