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En el patio del Centro de la Cooperación Española en Cartagena, unos tambores sonaron evocando un llamado ancestral. Entraron lideresas llevando unas hojas marcadas con huellas, seguidas por asistentes, todos se dirigían a la inauguración de la exposición “Caminos de Paz”.
El padre Francisco de Roux, expresidente de la Comisión de la Verdad, y Socorro Ramírez, quien fue miembro de la Delegación de Negociación de Paz con el ELN en 2018, iniciaron el encuentro con un conversatorio ante los más de cien asistentes. Líderes, lideresas, estudiantes y las organizaciones sociales los escuchaban. Oxfam Colombia realizó el montaje y la narrativa de la exposición.
Durante la conversación, el padre De Roux reafirmó la necesidad de una ética pública y sostuvo que no se debe construir algo que incite al odio, así haya posiciones y culturas distintas.
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“Quiero que construyamos juntos una ética pública a ver si logramos identificar las cosas que nos hacen crecer como seres humanos y las que nos destruyen, para que promovamos las que nos hacen crecer”.
Socorro Ramírez le dijo al auditorio que los problemas para construir la paz tienen que ver con una organización del territorio y del control de la tierra. “Me emociona tanto ver aquí personas que desde los barrios, desde dinámicas muy concretas, están tratando de poner en el lenguaje de la danza, de la música y del canto, eso que queremos transformar”.
Luego de su conversatorio, de nuevo los tambores y una cantora comenzaron a llenar el espacio con su música. Se inició entonces el camino a recorrer la exposición que tiene más de 400 imágenes acompañadas de una miniserie documental de siete capítulos. Las fotos son capturas de luz, instantes de las lideresas.
El padre Francisco de Roux diálogo con El Espectador. Sereno y tranquilo dijo que le gustan sus días en Cartagena, donde vive actualmente.
“A mí me ha tomado una vida y creo que voy a morirme buscando la paz, pero me queda la ilusión de que los jóvenes, hombres y mujeres en Colombia, ya entendieron. Hay una sensación, hay un sentimiento muy hondo en el pueblo de que nosotros tenemos que cambiar a Colombia”.
Interrumpe la entrevista para que le den un jugo tropical de color amarillo con corozo y mango biche. Por estos días el calor en Cartagena es agobiante, me dice que todavía hay mucho dolor. “Comprendo ese dolor que se da porque los golpes fueron muy grandes, las agresiones desde todos los lados, los dolores son profundos en Colombia pero tengo la esperanza de que vamos a ser capaces de construir un país distinto”.
Sus días son tranquilos en Cartagena, camina temprano en la mañana aprovechando el clima del Caribe y la compañía permanente del mar. “Luego me reúno con un grupo de personas con las cuales desde hace ya un tiempo largo lo hago. Nos quedamos media hora en un silencio de nosotros mismos, un silencio para escuchar lo fuerte de la palabra”.
Se acerca la lideresa Josefa Mórelo Diaz, que esta noche trae un vestido blanco y un turbante con algunos colores sobre su cabeza. “Padre, vamos a ver mi foto que está expuesta: yo creo que los caminos no deben ser ni muy largos, ni muy cortos ni muy estrechos, ni muy amplios, todo tiene que ser un proceso compartido para que puedan ser caminos de paz”.
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Josefa es una líder con la piel marcada por el esfuerzo y la ayuda hacia los demás. Su foto y su historia forman parte de la exposición.
“La paz la hacemos entre todos, cada uno desde la toma de conciencia de que: yo me necesito, tú te necesitas, los otros se necesitan y que este país nos necesita, entonces por eso estoy aquí”. En una de sus fotos se lee un letrero que dice, “Salud y viva Mamá Grande”.
Me cuenta de la foto y hablamos de las cifras del dolor. Según la organización gubernamental Unidad para las Víctimas “del total de las mujeres registradas como víctimas del conflicto, 486.594 han sido asesinadas, 84.579 han sido sometidas a desaparición forzada y 28.636 han sido afectadas por delitos contra la libertad y la integridad sexual”. Josefa camina y mira las otras fotos, en cada una hay una historia tatuada en la piel.
Carlos Mejía es el director de Oxfam Colombia, puntualiza que la exposición que ahora se expone en Cartagena es un proyecto para resaltar la construcción de paz constante, colectiva y comprometida de las organizaciones sociales, es un camino exigente y de retos.
“Con muchos obstáculos porque tiene enemigos estructurales, pero también el enemigo de la interioridad rota de los colombianos, nos acomodamos en un lugar que genera violencias, lo normalizamos y creemos que el asunto es de alguien más y no de nosotros”.
Le dice a este diario que es importante reconocer a las lideresas y dejar la falta conciencia. “Que despertemos, la ciudadanía pasa por la opción personal de hacer algo responsable en favor del bien común de esta sociedad que se resiste a la paz”.
La exposición “Caminos de paz” estará en Cartagena hasta el 28 de octubre y luego el montaje artístico continuará su recorrido por siete regiones del país.
Al salir de la muestra, dos mujeres hablan de las fotos y una dice en forma segura: “Mira Amalia, no debemos olvidar lo que dijo el Padre, la paz nos da miedo, porque nosotros no sabemos lo que es un país sin guerra”.