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Soy oriunda de Riosucio Chocó, residente en Belén de Bajirá. Nacida en una familia muy numerosa. Soy la quinta entre mis hermanos, los cuales permanecimos todos unidos a pesar de tanta violencia y gracias a los valores y principios que nos inculcaron mis viejos, quienes se esmeraron por darnos la mejor educación. Esa es la mejor herencia que le pueden dejar a un hijo. A mis 27 años ya tenía una familia conformada con mucha humildad, pero muy feliz. Radicados en Belén de Bajirá y hasta ese entonces todo parecía perfecto: un río de aguas mansas y cristalinas.
(Vea: "Textos para la reconciliación en el Bajo Atrato)
Hasta que llegó una señora llamada “violencia”. Yo había escuchado hablar de ella y de la guerra que la genera, pero no la había vivido en carne propia. Pero un día sentí que tocó a mi puerta. Comencé a vivir toda una odisea: desaparecieron al padre de mis hijos y me montaron una persecución, como si yo fuera una delincuente. Me obligaron a desplazarme estando embarazada. Este episodio marcó mi vida y alcancé a comprender ese lado oscuro que azota a mi país. Me volví sensible ante el dolor ajeno.
(Vea: Pasos para la reconciliación en Belén de Bajirá)
Desde entonces soy madre cabeza de hogar y luchadora de la vida. Intento de sacar a mis hijos adelante con buenos principios y valores, esos que alguna vez me inculcaron mis viejos. Soy agradecida con Dios por permitirme estar con vida, porque créanme que no es nada fácil, -pero tampoco imposible- salir adelante con mis cuatro hijos sin una figura paterna.
En la actualidad pertenezco a una fundación sin ánimo de lucro, la Asociación Prodesarrollo de Belén de Bajirá (Asoprodeb), la cual está tratando de aportar para sacar adelante este bello pueblo “Belén de Bajirá”, enfocándose en trabajar en la parte social, cultural, recreación, deporte y emprendimiento. Uno de nuestros principales objetivos es trabajar con nuestros niños y jóvenes, para que no caigan en la drogadicción y sean útiles para la sociedad en un futuro.
(Lea: "Pasos para la reconciliación en Belén de Bajirá")
Termino diciéndoles que el perdón es la mejor medicina para subsanar el alma. Gracias a muchas capacitaciones me siento en la capacidad de sentarme y darle una mano amiga a aquellas personas que le han hecho tanto daño a nuestro país, pero que quieren dejar a un lado esa señora llamada “violencia”.