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La masacre de Peñas Blancas (Huila), un crímen de 58 años de impunidad

Cincuenta años después del asesinato de 26 personas en este corregimiento de Neiva, por parte de grupos conservadores, las familias siguen esperando justicia. Esperan que la Comisión de la Verdad recoja este hecho en su informe, el cual está inmerso en el periodo de La Violencia en Colombia.

Oscar Cardozo*
04 de noviembre de 2020 - 06:59 p. m.
La masacre de Peñas Blancas ocurrió el 3 de noviembre de 1962. Miguel Ángel Pascuas, uno de los fundadores de la antigua guerrilla de las FARC, hoy partido político, pasó gran parte de su infancia en esta vereda y recogió los detalles de este hecho.
La masacre de Peñas Blancas ocurrió el 3 de noviembre de 1962. Miguel Ángel Pascuas, uno de los fundadores de la antigua guerrilla de las FARC, hoy partido político, pasó gran parte de su infancia en esta vereda y recogió los detalles de este hecho.
Foto: Oscar Cardozo

*Sociólogo e investigador de la Universidad Nacional de Colombia.

La vereda Peñas Blancas está ubicada dentro del corregimiento de Guacirco, zona rural del municipio de Neiva (Huila). Sobre esta inspección, hace ya 58 años, ocurrió una de las peores masacres registradas en ese departamento, producto de la violencia bipartidista de la época. Hoy día, los familiares de las víctimas reclaman justicia, pues el caso sigue en la impunidad y esperan que el trabajo que viene realizando la Comisión de la Verdad les permita hallar aquella anhelada verdad histórica que por tanto tiempo han esperado.

“La Violencia” en el Huila

Si bien es cierto que en nuestro país el periodo conocido como “La Violencia” data entre los años 1946 y 1958, la realidad es que en muchas zonas de Colombia esta guerra bipartidista se extendió hasta adentrados los años 60. Para el caso del departamento del Huila, 1962 resultaría ser un año definitivo a raíz de una seguidilla de sucesos vinculados con bandoleros, grupos conservadores y la guerrilla comunista apenas asentada en el territorio.

Eran los tiempos finales de la presidencia de Alberto Lleras Camargo y las vísperas de la posesión de Guillermo León Valencia. La guerrilla comunista al mando de Tirofijo cercó a los militares en el Huila, obteniendo un saldo de quince bajas entre los meses de marzo y abril. Por otro lado, el bandolero conservador Héctor Pérez González, conocido como “Tres Espadas” en complicidad con políticos y hacendados conservadores, “cazaba” liberales en los municipios de Palermo, Teruel, Íquira, Yaguará y posteriormente, Neiva.

(Le puede interesar: Un llamado a que la verdad del conflicto en el Huila no sea un campo de disputa)

La violencia en casi todos los puntos cardinales del Huila era insostenible. Delimiro Moreno, historiador huilense, narra lo sucedido en una matanza ocurrida en julio de 1962:

En Yaguará, un sábado en la tarde, cuando ya se aprestaban a concluir la jornada de trabajo del día y la semana y con motivo de la celebración de las ferias ganaderas, los trabajadores de las arroceras de la hacienda Las Delicias, de propiedad de la familia Cabrera Polanía, son sorprendidos por la banda de Los Chulavitas, comandados por Saúl Quintero, conocido como el alias de El Renco, natural del municipio de Teruel; Tito Ramírez, alias Machete; Héctor Pérez González, Tres Espadas, nativo de Palermo; José Lorenzo Charry, el Diablo; Miguel Cedeño, El Rayo; Manuel Vargas, Pelusa; alias Pielroja y Manuel Cedeño, El Mico, hermanos, originarios de Íquira. Los trabajadores se encontraban laborando dentro de los arrozales y fueron sorprendidos por estos, que sin mediar palabra abrieron fuego contra ellos. En la acción demencial murieron 28 trabajadores y una veintena resultaron heridos; otros lograron huir en medio de los cultivos. Después, los criminales continuaron su orgía de sangre asesinando a los administradores de las haciendas y sus familias. En total, en estos días fueron asesinadas 47 personas, todas liberales”.

Poco tiempo después, el 3 de agosto de 1962, en el municipio de Tesalia son asesinadas ocho personas más y tres días después, el 6 de agosto, en el municipio de Palermo, luego de bajarlos de un bus, mueren tres personas mas a manos del bandolero Saul Quintero, “El renco”

3 de Noviembre de 1962: La Masacre de la Chiva de Peñas Blancas

Pasarían poco menos de tres meses para que la gota derramara el vaso por la ocupación bandolera en el Huila. El sadismo de sus acciones llegaría a su punto más alto.

Era un sábado sombrío aquel 3 de noviembre de 1962. Manuel María Cedeño, alias “El Mico” y Héctor Pérez González, alias “Tres Espadas”, habían cambiado de posición y se hallaban en tránsito por zona rural del municipio de Neiva, entre las veredas de San Francisco y Peñas Blancas, corregimiento de Guacirco.

Por esta misma vía, circulaba un bus mixto tipo “chiva” vinculado a la empresa Cootranshuila. En plena circulación, las cuadrillas bandoleras conservadoras hicieron orillar el vehículo cruzando troncos, insultando a sus pasajeros y a punta de ráfagas de fusil que dispararon de manera indiscriminada sobre el cuerpo del conductor Camilo Charry. Acto seguido la barbarie hizo lo suyo. Los fusiles y los machetes a cargo de los denominados Pájaros cegarían la vida de 24 humildes campesinos entre mujeres, hombres y niños y dos hombres más, quienes infortunadamente pasaban a bordo de un taxi.

Así lo describe el historiador huilense Álvaro Falla Alvira en su texto “El genocidio de Peñas Blancas. Neiva 1962” publicado por la Academia Huilense de Historia:

“...a menos de veinte kilómetros del recorrido, en el lugar conocido como Los Filos, los espantosos y apocalípticos pájaros, en otra de sus tantas acciones criminales, derramaron la sangre de veintiséis personas indefensas, sobre el suelo que las vio nacer, crecer y trabajar, entre las que perecieron niñas, niños, mujeres y hombres adultos, todos de la más indiscutible y limpia estirpe campesina. Veinticuatro de ellos ocuparon por última vez, hasta ese lugar por el que cruzaron muchas veces después de tanto tiempo y hasta esa hora, su puesto como pasajeros en la Chiva marca Ford, color verde y rojo, modelo 1946 de placas H-60-51, de propiedad de Camilo Charry Garzón, afiliada a la empresa COOTRANSHUILA

Un día después, el 4 de noviembre de 1962, el gobernador del departamento para entonces, Gustavo Salazar Tapiero, rechazaría tan vil acto, adjuntando a su vez una serie de declaraciones que resultarían polémicas no solo dentro de los sectores liberales, sino dentro de la comunidad a nivel general: “…los brotes violentos del comunismo obligan muchas consideraciones sobre la tragedia que viven algunas zonas colombianas”, señalo para el periódico El Tiempo en ese entonces.

Esta poca aceptación política de la existencia de bandoleros conservadores en la región y el clásico señalamiento hacia los comunistas que para entonces se organizaban apenas, se convertía en otra pieza clave dentro del triángulo de circunstancias que llevaron a eventos de este calibre, pues valga la aclaración, tras lo acontecido en Peñas Blancas, la violencia en el departamento del Huila, nunca cesó.

Las víctimas

Niños, mujeres y hombres, todos campesinos, todos adscritos al mundo rural huilense, perecieron en este execrable evento que partió en dos la historia del siglo XX en el departamento.

Miguel Ángel Pascuas, uno de los fundadores de la antigua guerrilla de las FARC, hoy partido político, paso gran parte de su infancia en esta vereda, Peñas Blancas, tras una peregrinación con su familia desde Algeciras y antes de partir hacia Órganos (Aipe).

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En el marco de la verdad histórica del conflicto armado colombiano, relata algunos aspectos vinculados con este macabro suceso del cual fue testigo y víctima, pues algunos de sus familiares y amigos campesinos oriundos de esta vereda, perecieron ese mismo día a manos de la bandada conservadora:

La gente pregunta, bueno, como es eso del corte de corbata. ¿Quién trajo eso? El que comenzó entonces con esa cuestión del corte de corbata fueron los mismos conservadores, es decir hubo unas guerrillas conservadoras lideradas por gente como El Mico y Tres Espadas, y otros. Eran conservadores y ellos atacaban los carros, a la gente liberal. Yendo unos carros chivas por ahí por Peñas Blancas asaltaron un carro en el que iba la gente campesina porque eran liberales, los asaltaron y los mataron, les hicieron el corte de corbata. La gente de la región le informa a uno todo eso, las bestialidades que hicieron de entrada esos conservadores”.

Este tipo de sadismo, perpetrado por bandoleros del ala conservadora, para este caso puntual, fue corroborado hace ya ocho años por don Ulises Charry (Q.E.P.D), compositor huilense e hijo de Camilo Charry, propietario de la chiva donde se transportaban las víctimas, en una entrevista para el diario huilense “La Nación”: “…Cuando pasé por el lado del carro, vi a mi papá tirado en el suelo todo desbaratado, picado, y un viaje de gente estaba toda macheteada

Bajo este orden de ideas y para recordar dignamente a las 24 víctimas de la chiva de Peñas Blancas, con nombre propio y apellido, he decidido unificar tanto la información de Pascuas como la información del académico Álvaro Falla en su documento mencionado con anterioridad:

1. Alberto Dussan Tafur

2. Aníbal Quintero

3. Marcos Pascuas

4. Benito Pascuas

5. Justo German Cabrera

6. Eduardo Medina Cabrera

7. Margarita Dussan de Meléndez

8. Camilo Charry Garzón

9. Camilo González

10. Fidel Dussan Medina

11. Jorge Dussan

12. Alfonso Rodríguez

13. Otilia Cabrera de Medina

14. José Dolores Medina

15. Benito Medina Dussan

16. Manuel Santos Medina

17. Justino Cabrera

18. María Cardoso viuda de Osorio

19. Genoveva Dussan de Cabrera

20. Cristina Dussan de Quintero

21. María Inés Medina Cabrera

22. Úrsula Medina Dussan

23. Ursulina Villarreal

24. Romelia Cabrera de Medina

Sumado a estas víctimas hay que mencionar dos nombres más: Alejandro Oviedo Garzón y Delfín Bernardo García Dussan, las dos personas que llegaron minutos después en un taxi.

Los victimarios

Sobre “Tres Espadas” y “El Mico” no es mucha la información que pueda tenerse al respecto. Se sabe que ambos junto con Saul Quintero, “El Renco”, eran campesinos oriundos de algunos corregimientos rurales del occidente huilense y conformaban el tridente bandolero mas temido de Los Pájaros Conservadores en el Huila y uno de los más inhumanos en todo el país.

Dos meses antes de la masacre en Peñas Blancas, el MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) a través de sus senadores Jaime Isaza Cadavid y Álvaro Uribe Rueda denunciaron ante la palestra pública la presencia de estos bandoleros en todo el territorio nacional. Así pues, y según lo descrito por Gonzalo Sánchez y Donny Meertens en su clásico texto “Bandoleros, Gamonales y Campesinos”, “Tres Espadas” y “El Mico” eran equiparados en cuanto a nivel de barbarie y alcance territorial con bandoleros de gran calado dentro de la historia nacional como lo eran “Sangrenegra”, “El Diablo” (Agustín Bonilla), “Chispas” o el propio “Efraín González”.

Puntualmente sobre alias “El Mico” se sabe, además, que era fiel devoto católico, seguidor ferviente de las misas y en cuya libreta después de su muerte -a los 23 años en el barrio José Eustasio Rivera de Neiva- se encontró la siguiente frase: “Soy Manuel Cedeño. Si me pasa algún accidente llévenme al sacerdote”, de acuerdo con el texto “Bandoleros, Gamonales y Campesinos”.

Sumado a esto se supo que, dentro de sus hombres, en algún momento estuvo alias “El Mosco”, uno de los más temibles bandoleros de todo Sevilla (Valle del Cauca) y quien particularmente tenía una enorme cuadrilla cuyos alias estaban marcados por relacionarse con objetos y animales de diversa índole tales como “Puente roto”, “Elefante” y “Elefantico”.

Un último aspecto curioso de estos bandoleros, en especial del “El Renco” -del cual Miguel Ángel Pascuas dice que no participó en la terrible masacre de Peñas Blancas-, radica en que actualmente este recibe más veneración que odio, pues recibe cientos de visitas mensuales en el Cementerio Central de Neiva como patrono popular de los pobres. En cierta medida esta situación es similar a la de Efraín González, ídolo popular entre algunos sectores bogotanos y santandereanos por su marcada religiosidad y arraigo barrial.

Verdad, Justicia y reparación, ¿Dónde está?

Desde el punto de vista jurídico, este caso fue abordado por los jueces de instrucción criminal 135 y 444, aunque no desembocó en resultados concretos, ya que se generó una especie de competencia por las pruebas y los análisis técnicos sobre la zona. Sin embargo, vale la pena anotar que los informes preliminares sí arrojaron verdades claras sobre los eventos acaecidos antes y después de la masacre:

1. Se tenía conocimiento de la presencia de estos bandoleros en el área. La policía jamás hizo cubrimiento vial, ni atendió los llamados que desde el Senado y la comunidad se hicieron en su momento.

2. Los bandoleros huyeron a pie, por ende, el Ejército del Batallón Tenerife de Neiva pudo haber acordonado el área y haberlos capturado. Se evidenció necedad y omisión a la información brindada por los propios sobrevivientes del hecho que indicaron la ruta de escape de los malhechores.

3. Esta masacre respondió a un actuar meramente político. Los supervivientes recordaron expresiones como “collarejos hijueputas” o “liberales malparidos”. Posteriormente tras la captura de alias “Terror”, partícipe de dicho evento, se supo que alias “El Mico” lideró la operación, donde también participaron “Almanegra”, “Gavilán o Barbas de oro”, “Vampiro”, “Punto azul” y “Pelusa”. Sin embargo, los heridos contaron más de diez bandoleros, por lo que la posibilidad de que “Tres espadas” hubiese participado, como lo menciona Pascuas, es muy alta.

4. Se supo quiénes ejecutaron tan vil masacre, pero jamás se hallaron a los responsables intelectuales, probablemente, adscritos al ala más radical del conservadurismo huilense.

5. Tras la captura de Luis Peña Castro, se supo que sus declaraciones marcadas por acusaciones a un sinfín de bandoleros para involucrarlos directamente con la masacre habían obedecido a presiones desde el Ejercito, comprobando así una complicidad entre las Fuerzas Militares, bandoleros y políticos conservadores huilenses con el fin de no encontrar verdad y ocultar continuamente lo sucedido para este caso.

Lea: La persecución a los sectores de fe en el conflicto armado, una verdad pendiente

Tan solo 12 años después de la masacre, entre marzo y septiembre de 1974, hubo solo una condena: 24 años de prisión para el Mono Chala, alias “Terror”. Inauditamente, el 15 de enero de 1986, el Mono Chala obtuvo su libertad condicional y el 13 de marzo de 1986, se dio por concluido el caso. Quedó en total impunidad hasta el sol de hoy para con las víctimas, sus familiares y la memoria histórica del departamento.

Peñas blancas hoy día

Actualmente, Peñas Blancas es cuna de los mejores compositores e intérpretes de rajaleñas de toda la región. Su encuentro anual de música campesina y rajaleña “Alberto Pascuas”, convoca a agrupaciones, duetos e intérpretes individuales de once veredas huilenses, donde predominan niños y jóvenes formados para la música, en función del arte y la cultura.

Atrás quedaron las épocas donde la violencia bipartidista y las masacres predominaban. Esta región campesina, hoy día, cultiva esperanza a través de la música y permite vincular a otras poblaciones campesinas aledañas.

Uno de sus más notables hijos, Ulises Charry (Q.E.P.D), personificó enteramente y en honor a su padre la memoria de aquellos que en otras épocas fueron víctimas de persecuciones por venir de determinada zona o tener un pensamiento vinculado con la cultura. Don Ulises, maestro de la rajaleña, vive en los corazones de cada habitante de la vereda, los cuales encuentran en cada una de sus estrofas muchas razones para poder perdonar, hacer memoria y seguir adelante como hijos de una región que no se resigna a olvidar a los suyos.

Como cada año, la comunidad espera congregarse en este 2020 bajo las medidas de prevención pertinentes, en la capilla principal de Peñas Blancas para recordar tras 58 años de acaecida esta masacre, a cada una de las víctimas, honrar sus memorias y narrar su historia, para que esta jamás vuelva a repetirse en los años por venir.

Por Oscar Cardozo*

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