Durante los diálogos en La Habana, el Gobierno y las Farc acudieron al Instituto Kroc, adscrito a la Universidad de Notre Dame, para que le hiciera seguimiento al que se ha considerado uno de los momentos más críticos del proceso de paz: la implementación. Colombia2020 habló con Borja Paladini, director del Kroc en Colombia desde hace un año, sobre el reciente informe que publicaron sobre el avance de la implementación –se ha cumplido alrededor del 50% de lo pactado– y sobre los retos que tiene el país para reconciliarse.
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Paladini es uno de los panelistas del evento nacional de Colombia2020 que tendrá lugar este martes 21 de noviembre en Bogotá y que se centrará en temas de reincorporación y reconciliación. El director del Kroc estará en el segundo panel dialogando junto a Rodrigo Pérez Alzate, excomandante de las AUC, conocido en la guerra como Julián Bolívar, Patrick Colgan, experto en el proceso de paz de Irlanda del Norte y César González Velásquez, representante del Comité Cívico del sur de Bolívar, sobre cómo garantizar el éxito en los procesos de reconciliación que se adelantan en Colombia. Paladini dijo que lo principal es empezar a pensar que “el enemigo no es alguien a quien hay que eliminar, sino que es alguien con quien tenemos que trabajar”.
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¿Qué otros procesos de paz e implementación se parecen al colombiano?
El de Guatemala, de Irlanda del Norte, de Sudáfrica, de Nepal y de Filipinas son acuerdos comprensivos, tan detallados como el colombiano. Son acuerdos que han hecho avances significativos, que tuvieron muchos retos y por el nivel de complejidad del país se pueden parecer. Pero cada acuerdo tienen elementos singulares que se pueden comparar entre sí.
Según el estudio comparativo que reúne 34 procesos de paz alrededor del mundo, ¿cuáles son los principales desafíos para la reconciliación en Colombia?
El tema de la reconciliación se suele analizar como algo que ocurre en el futuro. Pero, en la actualidad, es muy importante quitarle el “re” a la reconciliación: requiere de mucha conciliación, de espacios de encuentro, de diálogo, de reconocimiento mutuo, donde dejamos de ver al otro como un enemigo. La reconciliación consiste en sentar las bases para la no repetición.
El acuerdo colombiano desarrolla muchos mecanismos para la reconciliación (son mecanismos de verificación, de apoyo internacional, de gobernanza) que, según nuestro análisis, están funcionando y eso es fundamental. Si esos mecanismos funcionan, podrán tomarse como uno de los elementos importantes para explicar el éxito de la implementación y, por tanto, de la reconciliación.
En la comparación con otros procesos de paz, mencionan áreas como derechos de la infancia, reforma educativa y la reforma de los medios de comunicación, ¿por qué importan esos indicadores?
El ejercicio comparativo es muy amplio, pues agrupa las 568 disposiciones del acuerdo de paz en Colombia. Hay bases sólidas en la implementación actual, que va con un ritmo un poco superior a la media, pero también hay retos que atender para garantizar la promoción de los derechos humanos. No nos olvidemos que la paz no es solo la terminación de la violencia, sino que depende de una mejoría de la calidad de vida de las personas. El acuerdo colombiano tiene un nivel más alto de desarrollo que los otros 34 acuerdos en la implementación a corto plazo (como el cese al fuego, la dejación de armas, las reformas institucionales, los mecanismos de verificación). Pero los temas que están más retrasados son los que tienen que ver con derechos humanos, de infancia y de participación.
Es paradójico que en el comparativo la parte de derechos de la mujer está por debajo de la media, pero en el informe se resalta esa característica, ¿por qué?
Es importante entender que, en nuestra opinión, el acuerdo escrito está bien construido. El acuerdo toca el tema de género, étnico, de derechos humanos, de desarrollo, de tierras y en términos de análisis de texto, el acuerdo final es innovador. Pero entendamos que la calidad del acuerdo se tendrá que ver con la calidad de la implementación. Con un año de la implementación se puede decir que hay algunos temas que todavía no pueden ser evaluados. En el tema de género vemos que hay algunos avances interesantes. En términos comparados, vamos lento. Pero si se desarrollan todos los implementos que tiene el acuerdo, puede convertirse en un referente.
¿La reconciliación no podría estar en riesgo por los retrasos en la implementación?
Uno tiene que entender que implica muchos aspectos y que es algo que ocurre a largo plazo. Implica ser capaces de gestionar el pasado de la guerra, entender que generó mucho dolor, muchas víctimas y también mucha gente cometiendo delitos. Implica encontrar un equilibrio para que se pueda reconocer lo que pasó, que se pueda reparar al gran número de víctimas que hay y que hay que buscar caminos para restituir derechos, al mismo tiempo que se genera justicia. Ese equilibrio es una de las cosas más difíciles de lograr, y en la teoría, el documento colombiano es bastante poderoso.
A corto plazo es importante mantener espacios de conciliación entre los diversos actores. Implica que en el camino seamos capaces de entender la reconciliación como un proceso a través del cual la sociedad colombiana desarrolle visiones sobre cómo vivir juntos y ser más justos, y que nos permitan reconocer el pasado. Nos debe llevar a buscar formas de construir relaciones positivas, a entender que el enemigo no es alguien a quien hay que eliminar. Requiere de cambios culturales significativos, de conocer al otro, valorarlo, construir con él y, por supuesto, tiene que ir acompañada de cambios importantes en la calidad de vida y de mejoras en la democracia.
En 2018 será la primera vez que las Farc tengan participación política, ¿la cantidad de votos que consigan podría servir como un medidor de esos espacios de conciliación?
Nosotros somos un instituto extranjero y no nos queremos meter en el debate electoral, pero todos los acuerdos de paz en el mundo incluyen un elemento de participación política. El acuerdo colombiano incluye diversos mecanismos que permiten esa participación. En términos comparativos es interesante, porque no es el país donde más poder se les ha asignado, pero si los colombianos validan su participación, existe la posibilidad de construir nuevos espacios.
¿Cómo desmarcar la discusión para que la reconciliación involucre a toda la sociedad y no sea solo un discurso del Gobierno y de las Farc?
Ese es uno de los puntos importantes: se debe ser flexibles para entender y explicar que el acuerdo con las Farc también ha permitido que se generen nuevos escenarios para la construcción de paz. Ese es uno de los dilemas importantes: cumplir el acuerdo, pero al mismo tiempo entender que la paz puede traer nuevos procesos. La implementación podría llevar a que se mejore la calidad de vida y que la paz se convierta en la posibilidad de generar nuevas sociedades.
Igual este discurso también resulta difícil de llevarlo a todas partes cuando se presenta, por ejemplo, el asesinato de líderes sociales…
Sí, pero la pregunta que debemos hacernos es si estos hechos surgen como consecuencia del acuerdo de paz o surgen del hecho de que llevamos sesenta años de conflicto armado. El acuerdo de paz tiene un alto potencial transformador, pero no resuelve inmediatamente lo que queda del conflicto armado. Hay muertos, que son desafortunados, pero el acuerdo de paz no es el culpable de tal situación.
¿Los incumplimientos o las demoras en la implementación afectarían los diálogos con el Eln?
No hacemos seguimiento al proceso con el Eln. Pero la experiencia muestra que en un país donde hay varios actores armados, si se firma un acuerdo con uno de ellos, se incrementa la posibilidad de que los otros lleguen a acuerdos. No solo se necesita un buen acuerdo, sino también una buena implementación.
Entonces, ¿qué hace que un proceso de reconciliación sea exitoso?
La reconciliación sirve para que como sociedad construyamos lecturas y visiones de lo que es justo, funciona y garantiza derechos. La reconciliación significa reconocer el pasado para lograr un mejor equilibrio y dar garantías para que lo que ocurrió no se vuelva a repetir, porque da fuerza para generar nuevas confianzas y nuevas relaciones. Un acuerdo de paz debe entenderse como un proceso a través del cual se avanza en reformas sociales, económicas y políticas. Y los que son exitosos lo son, porque han servido para mejorar la calidad de vida de la gente.