En marzo de 1990 esta guerrilla llegó a un acuerdo de paz con el gobierno de Virgilio Barco y dejó 640 armas que se fundieron en 27 lingotes de acero. Tres décadas después no se ha hecho ningún monumento con ellos y han sido movidos y cuidados por Arjaid Artunduaga, el custodio de la memoria del Eme.