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Mujer insurgente, más allá del fusil

“Feminismo insurgente” es la corriente que promueven las excombatientes de las Farc para reivindicar sus derechos, ahora que el fusil de la guerra quedó en el pasado.

Sebastián Forero / @Sebasforeror
05 de noviembre de 2018 - 11:00 a. m.
En algunos espacios de reincorporación reclaman, por ejemplo, que ni siquiera se han instalado las guarderías para los niños. / EFE
En algunos espacios de reincorporación reclaman, por ejemplo, que ni siquiera se han instalado las guarderías para los niños. / EFE

El llamado ha sido claro. “No dejamos el fusil para coger una escoba”, dice Camila Cienfuegos, una excombatiente de las Farc, quien hizo parte de la subcomisión de género en las negociaciones de paz en La Habana. Mientras sus compañeras, Victoria Sandino y Olga Marín, asumieron el liderazgo en la defensa de los derechos de las mujeres a escala nacional, ella ha venido realizando un trabajo sigiloso en el ámbito local para consolidar lo que denomina “feminismo insurgente”.

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Su reclamo cobra vital importancia luego de que los más recientes informes del CINEP y el Instituto Kroc —entidades que le hacen seguimiento a la implementación del Acuerdo de Paz— hallaron un rezago en lo referente al enfoque de género. Poco se ha avanzado en políticas de reincorporación que se acerquen de manera distinta a las mujeres, resaltan los documentos. Sin embargo, en los territorios donde hombres y mujeres dejaron las armas, a mediados de 2017, se tejen varias experiencias en esa dirección.

El mes pasado, por ejemplo, en los departamentos de Antioquia y Cauca, 73 excombatientes, hombres y mujeres, se convirtieron en la primera promoción de la Escuela María Cano. Esta iniciativa, liderada por ONU Mujeres y la Embajada de Noruega, apuntaba a que las mujeres que están en tránsito a la vida civil fortalecieran sus capacidades en incidencia política y se perfilaran como lideresas. Ya las armas y la guerra son cosas del pasado. El objetivo es que el proyecto tenga un efecto bola de nieve con la réplica que están haciendo en sus territorios los participantes del taller. La escuela planea extenderse hacia otras regiones del país.

Pero este es solo el caso más reciente. El 24 de noviembre de 2017, 240 excombatientes de las Farc se graduaron en la Universidad Nacional de Bogotá, del diplomado en Prevención de Violencia Basada en Género. Según relata la exguerrillera Cienfuegos, fueron 100 horas de trabajo conjunto con las comunidades para identificar las violencias cubiertas por el velo cultural.

Este es uno de los elementos más importantes para el “feminismo insurgente”: las relaciones en la esfera privada. “La paz no es solo acallar los fusiles, también abarca las violencias que se dan en lo privado”, señala Cienfuegos, quien en 1994 entró a las filas de la columna móvil Alirio Torres, cuya influencia guerrillera era en el Valle del Cauca.

Según ella, la violencia de género para el “feminismo insurgente” está ligada a la dependencia económica. “Quien aporte la parte económica es el que va a mandar en casa”, sentencia Cienfuegos. Es por ello que su nueva lucha es empoderar a la mujer más allá del hogar, sin que ello implique menospreciar esa labor, que también reivindica.

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El camino no ha sido fácil. En varios Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) aún no hay guarderías para los niños y su cuidado ha sido asumido por sus madres. No es un rol que quieran evitar, pero tampoco quieren que sea el único. A muchas excombatientes que regresaron a sus hogares, las familias las esperaban para que cuidaran a los hermanos o sobrinos, cuenta Cienfuegos.

Sin embargo, el apoyo de la cooperación internacional en el tema del enfoque de género ha sido fundamental. De hecho, el diplomado de Violencia Basada en Género estuvo patrocinado por la Embajada de Suecia en Colombia. Tommy Stromberg, quien lidera esa dependencia, señala que su país, teniendo una trayectoria importante en política exterior feminista, consideró fundamental construir en esta línea durante el período de transición que vive Colombia.

Para el embajador, se trata de un tema de derechos. “No hay desarrollo sin paz, no hay paz sin desarrollo y sin derechos humanos no habrá ni desarrollo ni paz. Entonces la base son los derechos humanos”, reitera Stromberg.

Justamente, cuenta la exguerrillera Cienfuegos, de esa manera es como se han acercado a sus compañeros excombatientes para hablar del tema de género. “Nosotros no llegamos diciendo ‘vamos a hablar de género’ o ‘vamos a hablar de feminismo’, no. Vamos a hablar es de derechos. Hablemos de derechos garantizados para hombres y mujeres; y cuando uno habla así, la gente sabe de qué se trata”.

Mucho antes de participar en las iniciativas promovidas por el apoyo internacional, ya las mujeres farianas habían emprendido esfuerzos propios. En enero de 2017, la Escuela Nacional de Mujer y Género, llevada a cabo en el ETCR de La Elvira (Cauca), fue el epicentro para que exguerrilleros de todo el país se reunieran a pensar en clave de género.

“Fue un diplomado sin título, porque lo dimos nosotras mismas a partir de las prácticas que teníamos. Fue directamente pagado por nosotras; hacíamos empanadas, café y actividades deportivas. Éramos alrededor de 150 excombatientes y personas de la comunidad”, relata Cienfuegos, quien reside justamente en ese ETCR.

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El panorama para que se aplique el enfoque de género en la reincorporación de las Farc es complejo. El informe del CINEP, que analizó específicamente este tema, arrojó que en términos normativos está presente este enfoque, pero no ha sido explícita la manera en que se va a materializar en los territorios. El asunto no es menor, pues es inédita la incorporación de este tema en un acuerdo de paz en el mundo.

“El acuerdo colombiano es muy famoso en otros países por el tema de género. Pienso que hicieron un gran trabajo en La Habana”, le dijo Elsa Håstad, directora para América Latina y Europa de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, a Camila Cienfuegos cuando la conoció en el ETCR de Monterredondo, en el Cauca.

“Esperamos que el enfoque diferencial y de género, que quedó plasmado en el Acuerdo, se siga implementando y que no solo sea una firma, sino que los hombres y mujeres se vean beneficiados en eso que el “feminismo fariano” está pidiendo: igualdad de condiciones en la educación y en los derechos a la vida, al trabajo, a que las mujeres tengamos espacios representativos y que nuestra voz sea escuchada más allá de los espacios territoriales”, puntualiza Cienfuegos.

Por Sebastián Forero / @Sebasforeror

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