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Mujeres del Cauca le escriben cartas a Mordisco, al ELN y al Gobierno para exigir paz

Organizaciones de mujeres y personas LGBTIQ+ del norte del Cauca enviaron comunicaciones directas al Frente 57, al Bloque Occidental del EMC, al ELN y al presidente Gustavo Petro. Plantean acciones urgentes para frenar la violencia, reactivar los diálogos e incluir su liderazgo en la solución del conflicto armado.

Redacción Colombia +20

11 de julio de 2025 - 11:26 a. m.
Las lideresas presentaron una hoja de ruta construida desde sus experiencias de resistencia, cuidado y organización.
Foto: Agencia para la Reincorporación y la Normalización

En el norte del Cauca, donde la guerra ha dejado una huella persistente y profunda, las mujeres y personas LGBTIQ+ han vuelto a tomar la palabra. Desde los procesos organizativos Conspirando por la Paz y la Ruta Pacífica de las Mujeres Cauca, estas lideresas hicieron público el envío de cartas abiertas dirigidas a tres grupos armados —al Frente 57, el Bloque Occidental Comandante Jacobo Arenas - ambas estructuras del Estado Mayor Central que comanda Iván Mordisco; y al Ejército de Liberación Nacional—. También le enviaron una al presidente Gustavo Petro con el objetivo abrir canales de diálogo directo, exigir compromisos humanitarios inmediatos y proponer acciones concretas para desescalar la guerra.

Este gesto no es nuevo ni aislado. Forma parte de una larga trayectoria de incidencia política de las mujeres caucanas en defensa de la vida. Sin embargo, el contexto actual —marcado por amenazas, confinamientos, reclutamiento forzado y ataques a líderes sociales— otorga al acto un peso particular: las cartas son, a la vez, un llamado y una exigencia a quienes ejercen poder armado sobre sus territorios.

Las comunicaciones se hicieron públicas el 10 de julio durante el foro Democracia a la Plaza, en Santander de Quilichao. Allí, las lideresas presentaron una hoja de ruta construida desde sus experiencias de resistencia, cuidado y organización.

El documento sintetiza cinco propuestas que fueron enviadas por igual a los tres grupos armados y al Gobierno: establecer un canal de interlocución con sus organizaciones, reactivar los diálogos rotos o estancados entre el Estado y los actores armados, adoptar compromisos humanitarios inmediatos, reducir la confrontación armada y discutir estructuralmente las causas del conflicto.

“Pensamos que no debemos renunciar al esfuerzo de que haya un diálogo entre el Estado colombiano y las organizaciones armadas irregulares, y sobre todo un diálogo de toda la sociedad”, se lee en el texto dirigido al Frente 57.

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La carta al EMC, por su parte, señala que, pese a tener una posición contraria frente a la utilidad de la guerra, las organizaciones creen que sí es posible reducir la intensidad de la confrontación y los impactos sobre las comunidades. A cada uno de los actores armados, las mujeres les piden responder con hechos al clamor social por la vida, el respeto y la dignidad.

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El norte del Cauca es hoy uno de los principales escenarios de disputa armada entre estructuras como el Estado Mayor Central de las FARC, el ELN y grupos residuales asociados al narcotráfico.
Foto: Agencia para la Reincorporación y la Normalización

En la comunicación enviada al ELN, las firmantes recuerdan su participación en el proceso de diseño de mecanismos de participación civil en los diálogos con el Gobierno Petro, e insisten en que la suspensión de ese proceso no debe traducirse en silencio: “Nos parece muy positivo que a pesar del escenario tan complejo que estamos viviendo haya una luz de posibilidades”, dice la carta.

Más allá de una petición, las cartas son una propuesta de salida al punto muerto que vive la paz en el departamento. Desde el corazón mismo del conflicto, las mujeres plantean su disposición a actuar como mediadoras, a proponer alternativas de resolución no armada, y a tender puentes entre la sociedad civil y los actores que aún están en armas.

El 10 de julio, junto con la presentación pública de las cartas, organizaciones sociales, autoridades locales y representantes de cooperación internacional firmaron un compromiso de acompañamiento.

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El documento, titulado Compromiso con la paz en el Cauca, recoge el respaldo a las acciones promovidas por Conspirando por la Paz y la Ruta Pacífica, y promete generar condiciones para su desarrollo, asegurar protección a las lideresas, amplificar sus propuestas ante el Gobierno nacional y exigir respuestas concretas a los actores armados.

Las organizaciones creen que sí es posible reducir la intensidad de la confrontación y los impactos sobre las comunidades.
Foto: Agencia para la Reincorporación y la Normalización

Entre los seis compromisos está “adoptar las medidas políticas e institucionales” para que se “puedan desarrollar acciones humanitarias y por la paz con garantías y reconocimiento”, “insistir” al Gobierno para que respalde decididamente este esfuerzo y “prestar” todo el apoyo logístico para que las acciones se puedan realizar adecuadamente.

“Allí donde parece no haber lugar para la esperanza, es precisamente donde más urgente es hablar de paz y construirla”, se lee en el manifiesto colectivo.

Este acto colectivo también refleja una verdad incómoda pero evidente: mientras los procesos formales de negociación entre el Gobierno y varios grupos armados están en crisis, son las comunidades —y especialmente las mujeres organizadas— quienes están sosteniendo la posibilidad de una paz futura.

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La acción de las mujeres se da en medio de una coyuntura crítica. El norte del Cauca es hoy uno de los principales escenarios de disputa armada entre estructuras como el Estado Mayor Central de las FARC, el ELN y grupos residuales asociados al narcotráfico.

De hecho, la disidencia de Mordisco hace unos días anunció la creación de un nuevo frente armado llamado Andrés Patiño y su incursión al sur del Cauca, en el macizo colombiano.

“Les anunciamos que un nuevo frente de las FARC-EP llega al territorio, el Frente Andrés Patiño”, se lee en el comunicado del grupo armado, en el que además señalan una confrontación directa con la guerrilla del ELN.

Esta disputa entre grupos se expresa en hostigamientos, asesinatos selectivos, confinamientos de comunidades afro e indígenas, presencia de minas antipersonal y control armado sobre los circuitos económicos y sociales.

Según cifras de organizaciones defensoras de derechos humanos, en lo que va del año se han reportado múltiples asesinatos de líderes sociales, amenazas masivas y al menos una decena de desplazamientos forzados en la región.

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