El pasado 23 de enero se cumplieron 22 años de la masacre de La Chinita, en Apartadó (Antioquia), perpetrada por el frente quinto de las Farc, en la que murieron 35 personas y 17 quedaron heridas. Para entonces, de cara al proceso de paz, ya era una exigencia de las víctimas que la guerrilla pidiera perdón por esos hechos. Ese perdón se materializa este viernes, cuatro días después de la firma final del Acuerdo de Paz entre gobierno y Farc en Cartagena.
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Ciro Abadía, presidente de la Asociación de Víctimas de Antioquia, es un emblemático líder del Urabá Antioqueño, fue parte del proceso que logró que la Unidad de Víctimas reconociera al Barrio Obrero de Apartadó –anteriormente La Chinita- como un sujeto de reparación colectiva. Más recientemente, Abadía estuvo entre quienes llevaron la voz de las víctimas a La Habana, mediante una carta en la que recordaron que de nada servía la firma de un acuerdo sin un un "verdadero y sentido acto de contrición por parte de los victimarios". Este viernes, Abadía está en el acto de reconocimiento de las Farc por lo ocurrido en La Chinita. En esta entrevista recuerda los hechos, la importancia del perdón por parte de la guerrilla, y el reto de reparar también a más de 20 comunidades de la región, cuyos procesos van lento y no tienen la misma visibilidad que tienen los de La Chinita o Pueblo Bello.
-¿Cómo reciben el perdón de las Farc?
Lo recibimos bien. Es un acto muy esperado. Hemos trabajado para que esto sea posible desde el 19 de septiembre de 2010. Creíamos que iba a llegar este momento. Hay gente que no cree en el proceso. Nosotros sí. Y lo hemos vivido en carne propia. Es importante que le den la cara no sólo a las 35 víctimas, sino a muchas otras de otros sectores de este Barrio Obrero que también fueron víctimas de estos hechos. Para nosotros es histórico que las Farc vengan y reconozcan, porque antes decán que no, que no eran ellos, o que nosotros lo habíamos incitado. Eso no fue así. Este era un un barrio de gente reinsertada, un territorio en un proceso complejo de reconstrucción.
-Usted mismo vivió ese proceso de reinserción. ¿Cómo fue? ¿Cómo recuerda los hechos?
Yo viví todo en carne propia. Aquí las milicias de las Farc querían exterminar a todos los excombatientes del Ejército Popular de Liberación (EPL), que se habían desmovilizado. Yo no había sido combatiente. Pero como en ese momento cuando alguien reclamaba derechos era imediatamente clasificado como guerriillero, pues entoces yo estuve preso y salí canjeado cuando el EPL se desmovilizó. Yo era líder sindical. Salí de ese proceso y seguí trabajando por la paz de Colombia. Ahora somos un ejemplo en el país.
Ese día de la masacre estábamos aquí, en el Barrio Obrero. Había una fiesta. Nosotros teníamos planeado llegar después de medianoche, que es cuando se ponía más animada la reunión. Cuando ibamos en camino ocurrió la masacre. En la fiesta no había nadie armado. Había gente socializando el proceso de comprar unos cuadernos, de impulsar nuevos proyectos, porque el barrio apenas arrancaba. Recordemos que este barrio fue recuperado el 8 de febrero de 1982. Estábamos en un proceso de reconstrucción del barrio cuando ocurrió todo esto.
-¿Qué tan fácil es perdonar?
No es muy fácil, pero es mejor perdonar que odiar. Cuando odiamos, nuestros corazones no sanan. Los corazones deben sanar cuando uno perdona. Y perdonar orienta hacia formas de cambiar la rutina. No podemos seguir en la guerra, hay que buscar la paz, que haya mejores inversiones para las comunidades de nuestro país que están muy abandonadas. Aquí todos los días somos receptores de víctimas, de desplazados, de personas que no tienen cómo sobrevivir. Pero hemos construido procesos de tejido social. Aquí ya hubo un proceso con el EPL, con la Renovación Socialista, con las Autodefensas, y se ha ido construyendo un territorio importante, pero todavía hay mucho por hacer.
-¿El proceso de La Habana estuvo conectado con estos procesos en sus territorios?
Creemos que hay que hacer un alto en el camino y mirar la vía de la paz, construir los procesos desde los territorios. En La Habana se firmó un proceso, pero los procesos realmente se van a hacer dentro de los territorios. Las Farc tenían que venir a pedirles perdón a las víctimas del Urabá, ese es el mensaje que teníamos claro desde lo ocurrido en La Chinita. Pero no perdón para nosotros llorar, sino para dignificar, para ver cómo el Estado y las Farc van a apoyar al Barrio Obrero en sus proyectos productivos, y que las víctimas se sientan verdaderamente dignificadas. Insisto: lo que queremos es que ellos ayuden a reconstruir este barrio.
-¿Cómo ha sido el proceso de reparación colectiva de La Chinita?
Hemos trabajado desde el Barrio Obrero, anteriormente llamado La Chinita. Es un procedimiento que hemos sido capaces de sacar adelante con un trabajo arduo, un comité de impulso, una Unidad de Víctimas en cabeza de Paula Gaviria, que en su momento fue vanguardia en este proceso. Eso nos ha permitido tener un plan de medidas de reparación colectiva para el Barrio Obrero.
El plan consiste en el diagnóstico del daño que arroja todo un trabajo que se hizo con la Unidad de Víctimas y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Miramos por qué surgió el proceso de la masacre de La Chinita. Hemos llevado el proceso a un plan de medidas de reparación colectiva que está enmarcado en 14 proyectos para dignificar a las víctimas. Se trata de reparar a todo un barrio afectado por el quinto frente de las Farc.
-¿En qué va el proceso de reparación?
Ya estamos trabajando en los procedimientos del Comité de Justicia Transicional, entre los proyectos hay uno de 1300 viviendas en sitio propio. Cuando la guerra estaba cruda aquí, uno iba a donde el empresario para que le prestara para construir su vivienda y no le prestaban. Los podían matar si le prestaban a uno. Lo mismo con los empresarios bananeros, no le podían prestar al trabajador para construir. Entonces este proyecto dio la carta de intención, de voluntad, de agilizar los subsidios de vivienda. Los lotes existen, pero no existe la estructura de esos lotes. Cuando llueve, la gente tiene que sacar el agua con balde. Es un reto construir paz con tejido social. Para eso necesitamos, además de un discurso de perdón, acciones y apoyo concreto del Esado y las Farc.
-La Chinita es un caso exitoso y mediático, pero cuéntenos cómo va el tema de las reparaciones en el Urabá…
En Urabá hay 23 reparaciones colectivas. Van lento, se van tocando por pequeñas fases. Estas reparaciones no necesitan simplemente un paño de agua tibia, se necesita un trabajo contundente para que las familias puedan generar proyectos productivos que les permitan dignificar su calidad de vida. De nada nos sirve que tengamos paz, porque paz con hambre no existe. La de Pueblo Bello y Chinita son las que van más avanzadas, pero hay otras pendientes. Qué bueno que Alan Jara llega a la Unidad de Víctimas en este proceso, porque también es una víctima de las Farc, y ojalá eso nos ayude a reacondicionar el proceso de las víctimas en Urabá, para ver cómo son las víctimas reparadas con sus derechos iguales. Las Farc se van a reinsertar y van a tener unos derechos, pero qué beneficios se les van a dar a las víctimas para resarcir esos derechos?