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La mesa campesina en el sur del Cauca que clama por paz y una economía sin coca

Comunidades de siete municipios en el sur del departamento instalaron una mesa de diálogo en la que quieren que sus poblaciones rurales participen en la pacificación de su territorio y tengan garantías dignas de vida mediante el trabajo labriego.

Camilo Pardo Quintero

03 de junio de 2023 - 09:57 a. m.
Miembros de la mesa en el sur del Cauca.
Foto: Cortesía Carlos Buitrón

La construcción de paz y desarrollo en el sur del Cauca se quiere lograr de forma comunitaria y escuchando las voces campesinas. Esta es la premisa con la que líderes y lideresas rurales en los municipios de Balboa, Mercaderes, Patía, Sucre, Rosas, Florencia y Argelia quieren ponerle un alto a la violencia en su territorio y pedirle al Gobierno Nacional que en medio de tantas promesas piensen en ellos y los saquen de un olvido que parece inagotable.

Esta semana se instaló una Mesa de Concertación Campesina que reúne asociaciones de estos lugares del sur el Cauca, cuya labor es analizar y replicar las necesidades de su gente, y así ser una instancia relevante para que la Paz Total y los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo pasen del papel al impacto real en la cotidianidad del suroccidente colombiano.

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Desde estos municipios, históricamente afectados por la guerra, hay un llamado especial para atender a las familias cocaleras que llevan generaciones sometidas a un mismo negocio con pocas escapatorias y cada vez menos rentabilidad. De hecho, tanto eso como las bases sobre el cuidado del agua son los puntos principales que han comenzado a tratar los campesinos en el sur del Cauca para construir paz desde sus actividades productivas más esenciales.

Carlos Buitrón es un líder comunitario que vive en El Sinaí, zona rural de Argelia, quien está agotado de ver que la defensa del territorio le cuesta a su gente la tranquilidad y la vida misma.

“Mi vocación y la de muchos de mis compañeros es la de proteger la tierra, defender los recursos hídricos y preservar la vida. Comenzamos haciendo eso con la atención puesta en el río San Juan del Micay, afluente de nuestro territorio y una insignia que los gobernantes no nos han ayudado a cuidar”, narró el campesino.

Para Buitrón y su pueblo, la preservación del San Juan del Micay es apenas el primer paso para consolidar una política medioambiental que atraiga escenarios de paz y desarrollo para el suroccidente.

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“Mal contados puedo decir que el 90% de los campesinos en Argelia cultivamos o hemos cultivado coca en algún momento. Nos parezca o no es nuestro medio de resistencia, pero queriendo una salida a la guerra y al olvido pedimos nuevas salidas a otros medios; hemos tenido acercamientos con el gobierno, pero al final pasa lo de siempre: nos hacen a un lado, nos la arreglamos solos y quedamos a la deriva de muchos peligros que siguen achechando a la población civil”, agregó.

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El pasado 12 de abril, este diario recopiló un conjunto de denuncias provenientes de Argelia, que advertían sobre el peligro inminente de las poblaciones por estar en medio de confrontaciones armadas de las disidencias de las FARC. Han pasado casi dos meses y los reclamos comunitarios siguen siendo los mismos o muy similares: esperan un cese al fuego bilateral -que con el paso de los días se ve más lejano para que se vuelva a afianzar- y confían en que las armas se dejen de ensañar contra quienes no tienen nada que ver en la guerra.

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La Mesa de Concertación, que está reunida hoy en el municipio de Sucre, es justamente una salida a eso. Un pedido al gobierno y a los actores armados para que los hostigamientos dejen de estar a la orden del día y que el pensar en mejores medios de vida no sean tan solo sueños frustrados.

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“La Paz Total se comienza acá”

Guillermo Mosquera es otro líder de Argelia que ha impulsado la creación de esta instancia asociativa campesina. Desde hace años ha denunciado crisis humanitarias y problemas por proyectos de desarrollo que quieren imponer en el sur del Cauca. Por medio de esta mesa campesina dice que buscan justicia social y ambiental para su gente.

“Estamos hartos de tanta guerra y tanta violencia. Que la Paz Total sea una realidad y se deje de especular. Que no venga sólo con ceses al fuego sino con proyectos para fomentar el desarrollo de tanta gente que tanto ha perdido por culpa de los violentos. Como está en nuestro derecho le exigimos al gobierno que se siente a negociar, que haga algo por los hostigamientos que hemos sufrido por parte de grupos armados y que no acaban”, lamentó.

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El impulso de la economía regional es el eje transversal en muchas de las discusiones de esta mesa campesina. La coca y su sustitución son parte del corazón en este debate. Esa lectura la da Erlery Velasco, quien desde el municipio de Balboa ha puesto ante sus compañeras y compañeros el clamor de pensar desde lo productivo los cambios que quieren y apremian para su territorio.

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“La Paz Total se comienza acá, con la voz de quienes siempre hemos sido callados y a quienes sólo nos buscan cuando necesitan votos o favores. Soy economista y gracias a Dios esta profesión me ha permitido darle conceptos a mi comunidad para que tengamos en cuenta alternativas de viabilidad financiera en favor de todos. La economía se cayó de forma abrupta, la crisis cocalera en el país favoreció eso, pero seguimos en pie de lucha y con toda la voluntad de seguir adelante”, explicó Erlary.

En Balboa, concretamente preocupa que no haya una atención estatal seria frente a la crisis cocalera. Los líderes y lideresas sociales le apuntan sus reclamos sobre la falta de protección de sus vidas a señalamientos contra los actores armados que tienen actividad en esta zona deben hacerlo con cautela para preservar su integridad y la de sus seres queridos.

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Lea acá una de las peticiones de la mesa al Gobierno Nacional:

En ese sentido creen que la política de Paz Total no ha llegado a sus hogares y por eso quieren construir una paz comunitaria desde abajo; desde las bases sociales para que no los hostiguen o aíslen más como irremediablemente se acostumbraron.

Reconversión económica y política social

En el municipio de Mercaderes creen que “la guerra sin armas” fue de lo que más daño hizo mientras el conflicto armado tomaba lugar a la esquina de sus casas.

Carlos Ordóñez es uno de los representantes de la Mesa de Concertación allí y en su pensamiento, desde la reconstrucción social por medio de la infraestructura, esta zona saldrá del rezago histórico al que ha sido sometido, incluso desde antes de la llegada en masa de los actores armados que se apoderan de la ruralidad de la bota caucana.

“Mal hicimos al pensar que la Paz Total tenía que ser tan sólo un silencio de fusiles. A veces nos dejamos guiar sin rumbo, contrario a pensar que la paz y la justicia territoriales llegan a través de atenciones que en el dicho parecen muy fáciles, pero que no lo son tanto. Necesitamos una reconversión económica y con la infraestructura habrá eso para acabar brechas sociales, incentivar los recambios generacionales, desarrollaremos productividad, los hospitales y centros educativos de nivel dejarán de ser un sueño lejano, y defenderemos el agua, la vida y el territorio como jamás debimos dejar de hacerlo; siempre adelante y sin miedo como es la gente del sur del Cauca”, sintetizó Ordóñez.

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La mesa campesina en el sur del Cauca se verá de ahora en adelante una vez al mes e irán rotando las sedes de encuentro. No piden otra cosa que ser escuchados y que la voz de las comunidades pese y sea determinante en la ejecución de políticas públicas y de decisiones de mediano y largo plazo.

Por lo pronto el papel de las alcaldías ha sido secundario. Ya ha habido contactos con el Ministerio del Interior para hacer hojas de ruta conjuntas que permitan darle trazabilidad a las inquietudes y anhelos que las balas y amenazas les han arrebatado por años a las familias en Balboa, Mercaderes, Patía, Sucre, Rosas, Florencia y Argelia.

“El olvido hacia el sur del Cauca ha sido sistemático y estructural. Sentimos que el gobierno nos puede escuchar y por eso seguimos confiando. Hacemos nuestro deber, llevamos nuestra voz para que los armados no se ensañen más con nosotros y queremos que la voluntad de ellos y del Estado en general sea la misma. Ya se sufrió mucho. Es hora de mirar hacia adelante y resurgir”, concluyó Carlos Ordóñez.

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