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La participación de Catar en la negociación del Gobierno con el Clan del Golfo ha comenzado a perfilarse como uno de los capítulos más singulares de la política de paz del presidente Gustavo Petro.
Se trata de un movimiento inédito: un Estado de la península arábiga asumiendo un rol activo en un acercamiento con un grupo que no tiene estatus político reconocido y que ha sido catalogado como organización criminal por Colombia y la comunidad internacional.
En entrevista con Colombia+20, el jefe de la delegación del Gobierno, Álvaro Jiménez, explica por qué se escogió Catar como facilitador, qué riesgos y oportunidades supone negociar con una organización de carácter criminal y cómo estos acercamientos se conectan con los demás procesos de la Paz Total.
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Además, confirma que Estados Unidos está al tanto y ha sido informado todo el tiempo de estos acercamientos con el Clan del Golfo y del rol que jugaría Catar como sede y facilitador de esos diálogos.
¿En qué momento o por iniciativa de quién surgió esta posibilidad de que Catar participe como sede y facilitador en los diálogos con el Clan del Golfo?
Esto es una deriva del conocimiento, o mejor, del reconocimiento que se hace del rol que Catar ha jugado en distintos escenarios, en distintos procesos. Sabemos que es un Estado serio. Es un Estado que tiene unos compromisos con la mediación a nivel global, y que evidentemente garantiza unas condiciones seguras y que preserven el proceso. Ese es un elemento central. Catar tiene un prestigio, tiene unos compromisos serios con la construcción de paz, que nosotros respetamos y con los cuales nosotros nos identificamos como Estado.
¿Han sostenido reuniones formales o exploratorias, con intermediación de autoridades cataríes?
Los términos que tú estás utilizando de conversaciones exploratorias y demás, nosotros no los utilizamos. Nosotros lo que tenemos es un grupo de trabajo que está desarrollando todas estas actividades. Hemos hecho unas primeras, unas segundas reuniones, y digamos que hemos tenido dinámicas desde que el gobierno del presidente Petro adoptó una política que es para construir paz total. Es decir, buscar mecanismos, procedimientos que nos permitan superar las violencias que tenemos con expresiones múltiples en distintos territorios y con características diferentes de los grupos armados.
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Con este grupo, especialmente desde diciembre de 2023 hemos venido avanzando. Por tanto, no hay como una definición en esos términos. También debemos hacer una anotación y es que estas conversaciones no son más que la continuidad también de procesos anteriores durante la época del presidente Juan Manuel Santos, con la participación de el general Naranjo, de José Noé Ríos, de Iván Cepeda y de otras personas. Entonces se desarrollaron conversaciones con el grupo que lideraba en ese momento “Otoniel y que se frustraron en su momento por la actitud que adoptó el entonces fiscal Néstor Humberto Martínez, que creó una enorme desconfianza sobre la intencionalidad de este proceso, como podrán decirlo y atestiguar las personas que participaron en su momento y en el último año del segundo mandato de Santos. Lograron avanzar, pero no lograron concretar. Esa es la brega en la que continuamos.
Le voy a insistir en la pregunta. ¿Cuántas reuniones han tenido en Catar? ¿Quiénes han estado en esas reuniones?
Nos venimos reuniendo con el autodenominado Ejército Gaitanista de Colombia desde agosto de 2023, con mayor énfasis a partir de diciembre de 2023 y hemos tenido múltiples reuniones.
¿Algunas de esas múltiples reuniones fueron en Catar?
Sí, claro.
¿Alguno de los representantes del grupo armado ha ido a Catar con ustedes?
Sí, claro.
¿Y han tenido varias o solamente unas reuniones?
Ya le respondí esa pregunta.
Se lo pregunto porque Catar es lejos. Entenderá que hay, por decir lo menos, curiosidad sobre quiénes estuvieron allá.
En estos tiempos nada lejos.
¿Cuántas veces han ido a Catar?
Varias veces. Varias veces.
¿Qué gana Catar con esto?
Le reitero lo que indicaba. Para Catar la mediación es una tarea importante, es una política estatal. Para Colombia, en este gobierno, la política de construir paz es una tarea de primer orden. Y entendemos la construcción de paz más allá de un esfuerzo puntual de gobierno, lo entendemos como un esfuerzo de Estado. Pensamos en que en este momento es un desarrollo de una estrategia que es correcta para la vida, no solamente de nosotros como sociedad, sino para la región.
¿Se ha pensado en que las reuniones en Catar se hagan con personas ya no delegadas del grupo armado, sino miembros activos del Clan del Golfo? ¿Cómo sería esa logística?
En ese momento nosotros vamos a estarlo contando de país.
¿Cree que estos acercamientos con Catar podrían tener un impacto en la ya tensa relación con Estados Unidos?
Es muy simple. Con Estados Unidos, nosotros desde la Oficina del Consejero Comisionado de Paz hemos tenido una interlocución permanente sobre los distintos procesos que se adelantan en el país y, desde luego, sobre las interlocuciones que mantenemos con este grupo. Igualmente, mantenemos información permanente con otros actores del Estado colombiano. Ahora bien, la política de Estados Unidos, al igual que la del Estado colombiano, en materia de justicia y construcción de soluciones a las violencias, es una política soberana. En ese sentido, nuestra política de paz es una política ajustada a las leyes nacionales y la política de Estados Unidos y la de Colombia coinciden en la confrontación del crimen del narcotráfico. Por eso tenemos unas medidas de cooperación importantes que desarrollamos de manera conjunta como estados, en distintos niveles e instancias que corresponden. En el caso particular de política de paz, ellos han sido acompañantes, no solo en el proceso con las FARC, sino que le hacen seguimiento permanente a las dinámicas internas que tiene la sociedad colombiana, entre ellas a la política de paz. Nosotros compartimos su información sobre los avances y dinámica de las conversaciones con todos los grupos.
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