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Este 30 de septiembre, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación fue escenario de un homenaje a la valentía y la resistencia. Allí se entregó el Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia 2025, que en su decimocuarta edición vuelve a recordar que, en un país marcado por el conflicto armado y la exclusión, defender los derechos humanos sigue siendo un acto de riesgo y, al mismo tiempo, de esperanza. Con la consigna “Defender es vivir”, el galardón reconoció la labor de líderes sociales, colectivos y organizaciones que, desde los territorios, luchan contra la violencia y la impunidad.
El premio es una iniciativa de Diakonia y Act Iglesia Sueca, con el respaldo de la Embajada de Suecia, y se ha consolidado como una plataforma para dar voz y respaldo a quienes suelen ser blanco de amenazas, hostigamientos y censura. “La defensa de los derechos humanos sigue siendo invisibilizada, aunque es un valor fundamental para la democracia”, señaló Diana María Montealegre, directora nacional de Diakonia Colombia, al destacar que este reconocimiento abraza luchas diversas: desde la defensa de la tierra y el agua hasta la reivindicación de los derechos sexuales y reproductivos y la participación política.
En esta decimocuarta edición, cuatro liderazgos —individuales, colectivos y de toda una vida— fueron reconocidos como ejemplo del compromiso inquebrantable con los derechos humanos en Colombia.
La ceremonia reunió a representantes diplomáticos, organizaciones sociales y a la comunidad internacional en un acto que, más allá de los galardones, busca visibilizar trayectorias de resistencia y abrir un espacio de memoria.
Estos fueron los ganadores
Jacqueline Castillo Peña: la voz de las Madres de Soacha
En la categoría Defensora del Año, el galardón fue para Jacqueline Castillo Peña, una de las líderes más visibles de la Fundación Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogotá (MAFAPO). Su lucha nace de la pérdida de su hermano Jaime, asesinado y presentado por el Ejército como guerrillero muerto en combate. Desde entonces, Castillo ha exigido justicia para miles de víctimas de ejecuciones extrajudiciales, convirtiéndose en un símbolo contra la impunidad y en un faro de esperanza para otras madres que no han dejado de buscar la verdad.
Mesa Ambiental de Jericó: campesinos contra el extractivismo
En la categoría Experiencia o Proceso Colectivo del Año (nivel comunitario), el premio fue para la Mesa Ambiental de Jericó, en el suroeste de Antioquia. Integrada por familias campesinas, su lucha ha sido la defensa del territorio frente a los megaproyectos mineros. Con movilización pacífica y pedagogía comunitaria, han puesto freno al avance de empresas extractivas, pese a denuncias judiciales contra 11 de sus integrantes. Su resistencia, conocida ya como el caso de “los 11 de Jericó”, se ha convertido en ejemplo de dignidad campesina en Colombia y más allá de sus fronteras.
En el nivel ONG y colectivos, el galardón fue para el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE)
La plataforma creada en 2005 que agrupa a más de 200 organizaciones en todo el país. Su lucha ha estado marcada por la exigencia de verdad, justicia y garantías de no repetición frente a crímenes como la desaparición forzada, los desplazamientos y las ejecuciones extrajudiciales. Con campañas como ¿Dónde están? y acciones como el mural ¿Quién dio la orden?, el MOVICE ha mantenido viva la memoria de miles de víctimas, enfrentando amenazas, hostigamientos y censura. Su labor ha sido clave para la construcción del Sistema Nacional de Búsqueda y para denunciar el paramilitarismo como política de Estado.
Hermana Cecilia Naranjo Botero: una vida al servicio de los más vulnerables
El Reconocimiento a toda una vida recayó en la hermana Cecilia Naranjo Botero, religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, quien por décadas ha acompañado a comunidades víctimas del conflicto armado en distintas regiones del país. Exiliada en los años ochenta tras ser señalada por su trabajo con campesinos en Santander, regresó para integrar la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz (CIJP). En el Bajo Atrato y el Pacífico impulsó la creación de Zonas Humanitarias y procesos de retorno de comunidades desplazadas. Su experiencia quedó plasmada en el libro Caminantes del amor eficaz para sembrar vida, un testimonio de fe, compromiso y resistencia.
Los ganadores del Premio Nacional de Derechos Humanos 2025 encarnan la diversidad de luchas que atraviesan Colombia: la búsqueda de justicia, la defensa del territorio, la resistencia frente a la violencia y el acompañamiento a los más vulnerables. En común tienen la convicción de que defender la vida no es un acto aislado, sino un compromiso colectivo que sostiene la esperanza de un país más justo.
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