En la selva húmeda del Chócó, los indígenas emberas del resguardo Urada Jiguamiandó, que siguen resistiendo al conflicto armado en el Bajo Atrato, recordaron a los desaparecidos forzados en el Festival de las Memorias, que organizaron junto con la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Un ejemplo de su dignidad y compromiso con la vida digna y la reconciliación. Allí, con la fuerza de Dayizeze, el dios de la tierra, y de Dayira Drua, la madre, recordaron su espiritualidad, sus ritos sagrados, su pintura corporal con la semilla de jagua, sus comidas y bailes. Invitaron a conversar a excomandantes paramilitares y guerrilleros, a integrantes de entidades como la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial de Paz, a miembros retirados de la Fuerza Pública, víctimas de otras regiones del país y acompañantes internacionales. Compartieron sus más profundos dolores de tantos años de conflicto y pidieron la verdad. La verdad de por qué su territorio, rico y deseado por empresas y armados ilegales, sigue padeciendo tanta violencia sin que alguien haga algo para impedirlo.
Ritos emberas por la memoria
A través de un festival en sus territorios, que organizaron junto con la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, los índigenas emberas rindieron homenaje a quienes fueron desaparecidos forzosamente durante el conflicto.
Durante la visita a uno de los cementerios de los indígenas emberas en el Bajo Atrato, los comuneros rindieron homenaje a sus desaparecidos a través de cantos y reflexiones. En época de invierno, la selva provee plantas para resguardarse de la lluvia. / Fotos: Mauricio Alvarado
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