El Teatro Selva Adentro tiene siete años, está ubicado en Brisas, Carmen del Darién, al lado del río Curvaradó, en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Silver Vidal Mora (Carmen del Darién, Chocó), donde hicieron dejación de armas un grupo de firmantes del Acuerdo Final. Mide 30 por 9 metros, está hecho en guadua, parece la torre Pisa porque está inclinado (sin ningún riesgo en la estructura), resiste los fuertes vientos y es parte fundamental de la comunidad: se construyó para el Festival Selva Adentro y ahora, además de propuestas culturales, sirve para realizar bodas, misas, reuniones y cualquier evento cultural que convoque a la comunidad.
Y como siete años en medio de la selva pesan, ya necesita arreglos importantes como el cambio de guaduas, pintura, reparación de las bases y del escenario, cambio de tejas, revisión del sistema eléctrico, y crecer, para que tenga camerinos y baños. Para eso se necesita dinero y la propuesta es hacer una vaca solidaria: hay que recoger 30 millones de pesos.
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¿Y eso por qué?
El Festival Selva Adentro se realizó por primera vez en 2017, el primer año de implementación del Acuerdo de Paz. La intención era propiciar encuentros desde el arte para generar reflexiones sobre ese momento histórico. Desde entonces ha sido un ejercicio para pensar el territorio desde sus múltiples posibilidades, a partir del arte, el teatro y la danza, con la intención de construir tejido social y conexiones culturales.
Lo organiza la Red de Colectivos de Estudios en Pensamientos en Latinoamérica (Red Cepela) junto a la Escuela de Bailes Afroantillanos, con el apoyo de organizaciones sociales y artísticas de Medellín como el Teatro Matacandelas, que es aliado desde el inicio.
Todo empezó en septiembre de 2016 con el proyecto Territorios en transformación: reflexiones desde el cuerpo al lugar que habitamos, un trabajo itinerante con el que llevaron la obra La Casa Grande –el montaje del Matacandelas basado en la novela de Álvaro Cepeda Samudio sobre la masacre de las bananeras–, y las Escuelas de Arte y Paz –un componente fundamental del proyecto, concebido como espacios de reflexión y sensibilización a través del arte– a Bojayá y Riosucio, Chocó, y Murindó, en Antioquia. Los tres son municipios que han sufrido la guerra con crudeza.
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Ese viaje, explica Violeta Agudelo, coordinadora de comunicaciones, se hizo durante la campaña del plebiscito por el Acuerdo de Paz, y cuando estaban presentando la primera función de la obra, un par de mujeres que hacían parte del entonces frente 57 de las Farc les pidieron grabarla para mostrarla a sus compañeros en la zona de preagrupamiento de Pogue. Tras el no del plebiscito se dieron las vigilias culturales de la paz en el país y en Pogue hicieron una con la que se empezaron a estrechar los vínculos entre quienes mediaban con la comunidad, los firmantes de paz y los de la Red. Así que cuando se desplazaron a los ETCR los de la Red hicieron unos talleres de lectoescritura y quienes habían visto la obra pidieron verla presencial: se armó el Festival.
La idea, dice Joan Camilo Durango, el director de Selva Adentro, era mostrarles a los firmantes la visión del conflicto en la ciudad, porque ellos tenían una de sí mismos como organización revolucionaria, y no eran conscientes de que afuera los veían incluso como narcotraficantes. Así que les pareció que podían buscar obras de teatro que narraran diferentes miradas del conflicto armado en el país. La Casa Grande, entre ellas.
Cuando se preguntaron dónde presentarla se les ocurrió construir el teatro como un espacio cultural para congregar. No fue fácil: cuando los firmantes llegaron a los sitios de concentración para la dejacion de armas en febrero de 2017 no estaban las casas prometidas, por lo que debieron construirlas. Así que cuando empezaron con las bases del teatro, también estaban terminando de construir sus casas.
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El material lo escogieron porque el festival ha pensado en ser sostenible, y aunque la región tiene madera, mucha está en vía de extinción y requería una maquinaria adicional. Además, precisa Esteban, les parecía que era un conocimiento nuevo para la comunidad que podría convertirse en una actividad económica. Llevaron tres expertos que los asesoraron y establecieron un plan de trabajo con la arquitecta Carolina Saldarriaga.
El primer Selva Adentro ocurrió entre el 1 y el 8 de octubre de 2017 y participaron unas 3.000 personas entre estudiantes, comunidades, representantes de diversos sectores sociales y ONGS. La propuesta, que todavía es parte de la esencia del festival, era propiciar espacios de reconciliación y construcción de lazos solidarios e imaginarios de sociedad a través del trabajo artístico y con el cuerpo.
El Festival se ha vuelto parte importante de la comunidad en sus siete ediciones. Joan Camilo explica que se convirtió en su fiesta más importante, donde el teatro, la danza, la música y el arte son los protagonistas. Violeta añade que además los niños que nacieron en 2017 o estaban pequeños han crecido con el festival como algo cotidiano y eso es clave para ellos: sembrar la semilla de todas las posibilidades del arte y la cultura.
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El futuro
El teatro y el Festival son parte fundamental de lo que pasa en esta comunidad y en las que están cerca. Tienen muchas historias que se los demuestra, entre ellas que las comunidades cercanas les propusieron llegar a más lugares, de ahí que este año propongan un circuito cultural. Entre el 30 de septiembre y el 14 de octubre llegarán a Santa Elena, Sonsón, Carmen del Viboral y Apartadó, en Antioquia; el parque arqueológico Santa María la Antigua del Darién, en Unguía, y la zona humanitaria de Camelias, San Francisco, Belén de Bajirá, en Chocó. El cierre será en Brisas, en el teatro que esperan reparar pronto.
El Festival es austero, se hace con la ayuda de entidades culturales que se suman como lo han sido el Matacandelas y los amigos de Selva Adentro. Esta edición es posible porque se ganaron la convocatoria de Iberescena y el programa de Estímulos del Ministerio de Cultura. Ese dinero, sin embargo, alcanza solo para el componente artístico: participan como invitados internacionales Residui Teatro, con su obra Penélope y la residencia Danza Desconocida, y la compañía Montacargas, con su proyecto Isadora, los dos de España. De Argentina estará la cantautora Paula Neder, y de Colombia habrá intervenciones artísticas de colectivos como Cununafro, de Bogotá, y los teatros Matacandelas, de Medellín; Elemental, de Santa Elena; Tespys, del Carmen del Viboral; Múcura, de Chigorodó, y Diente de León, de Bucaramanga. Desde la ETCR de Agua Bonita, Caquetá, vendrá un grupo de danza de niños y jóvenes.
El trabajo de la Red Cepela es ad honorem, todos lo hacen como voluntarios para hacer posible Selva Adentro.
Ahora bien, los recursos actuales no alcanzan para las restauraciones que necesita el teatro, y por eso han propuesto la vaca solidaria con la que esperan recoger 30 millones de pesos. Si quiere sumarse búsquelos en el Instagram @selvaadentro o en la página web selvaadentro.com Otra manera de participar en el festival es comprando uno de los paquetes de turismo cultural que incluyen transporte, hospedaje, alimentación, seguro de viaje, ingreso a obras, así no solamente ayuda sino que conoce el teatro y a Selva Adentro de cerca: otro de los objetivos de esta propuesta es generar conversaciones heterogéneas, diversas y críticas.
Por ahora, el teatro más lindo del mundo quiere quedar más lindo y más grande que antes.