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‘Verde’, un recorrido de 10 años por las entrañas de las Farc

El fotorreportero Federico Ríos publicará en las próximas semanas un libro hecho con 350 imágenes que muestran distintas caras de la antigua guerrilla y su transición hacia la paz. Las páginas son producto de un trabajo de campo que el autor hizo entre 2010 y 2020 a lo largo de distintas montañas y selvas colombianas, en las que se asentaban las Farc.

Redacción Colombia +20
06 de marzo de 2021 - 04:16 p. m.
En este momento, el frente 34 de las antiguas Farc veía en las noticias cómo el 51% de los votantes había dicho 'NO' al plebiscito por la paz. Todos los guerrilleros estaban tensos y llenos de incertidumbre, había silencio y caras largas.
En este momento, el frente 34 de las antiguas Farc veía en las noticias cómo el 51% de los votantes había dicho 'NO' al plebiscito por la paz. Todos los guerrilleros estaban tensos y llenos de incertidumbre, había silencio y caras largas.
Foto: Federico Ríos

En 2010, en las filas de las antiguas Farc seguían frescos los recuerdos de la saliente Seguridad Democrática y el consecuente desgaste que generó en su estructura militar. Aún así, la entonces guerrilla seguía activa y para pocos eran viables unas negociaciones de paz con el Estado que, para dicha de muchos y desazón de otros, comenzarían dos años después en La Habana (Cuba).

Fue en ese año, llevado por la pregunta de ¿quiénes son las Farc?, que el fotorreportero Federico Ríos comenzaría una aventura incierta, que duraría 10 años, en la que pudo conocer de primera mano las intimidades, formas de vida, pensamientos, temores y sueños de centenares de guerrilleros.

Esa década, Ríos la compactó en 350 fotos que le dan vida al libro Verde, una obra que, según el mismo autor, busca mostrar uno de los lados de la guerra, “sin sugerir nada político, sino evidenciando que nada se resuelve a bala e ilustrando que la lucha armada no tiene ningún impacto positivo en la vida de las personas marginadas por el Estado”.

Después de tantos años, Ríos no tiene su propia definición clara sobre las Farc, pero si un sinfín de experiencias que para él son necesarias a la hora de revisar cómo estamos como país y a qué le apostamos a la hora de construir paz.

El precio de la voluntad de paz

Uno de las vivencias que dejó la experiencia en los campamentos guerrilleros fue cuando, en 2012, Ríos estaba en en una zona rural entre El Palo y Toribío (Cauca) hablando con un comandante de las Farc en el territorio, quien le expuso su angustia de que Juan Manuel Santos (entonces presidente) no se reuniera con ellos para charlar, estando a escasos kilómetros de ellos.

“Siempre sentí que las Farc tenían intenciones de solucionar lo que con bala no arreglaron. Desde lo que yo vi se notaron ganas de mejorar las condiciones sobre las poblaciones que ellos afectaron”, aseguró Ríos.

En las Farc y a los ojos del fotorreportero, un camino hacia la paz se trazaba de forma ineludible, pero consigo traía problemas colaterales que si bien están expuestas en el Acuerdo de Paz, en la implementación hay un vacío: ¿cómo hará el Estado para llegar a las zonas periféricas en las que antes no tenía alcance?

En algunas fotografías de Verde, según su autor, también se encuentran momentos de un pueblo (no mencionado por temor a represalias) en los que los líderes y varios pobladores les piden a las Farc no dejar las armas por miedo a quedarse solos.

“Decían que no estaban listos para la anarquía y cuando las Farc salieron, ese pueblo quedó en manos de nadie. A mí me pidieron que contactara con el Eln para que llegaran hasta allí a cumplir funciones estatales. Luego regresé, por tercera vez a ese lugar, y me llevé la sorpresa de que el Eln había llegado y la gente me decía que se sentía más tranquila... podían dirimir conflictos entre vecinos, entre otras cosas. Vi escenas similares con comunidades indígenas y campesinas en Chocó que le entregaron a Pablo Atrato o Benkos Biohó -no recuerdo bien- una carta en la que les pedían que no los dejaran solos ”, comentó Ríos.

Contar la transición hacia la paz

La expedición Bio Anorí, una travesía llevada a cabo en 2018, para mostrar la riqueza en biodiversidad que tienen los sitios en los que antes se asentaron las Farc fue el punto de quiebre para mostrar el cambio de la guerra a la paz en Verde.

Allí, Federico Ríos fue testigo de cómo un grupo de 10 exguerrilleros de las Farc guiaban a una comisión de 50 científicos por las montañas de Antioquia para que estudiaran y, de paso, descubrieran especies de árboles y plantas, que antes no eran registradas por las mismas dinámicas del conflicto armado.

“Un reincorporado al que en la guerra conocían como Anderson, comandante del frente 36, estuvo al frente de la travesía junto a compañeros como Mónica y Barbas. Me hicieron llorar de la emoción porque querían mostrar todas las riquezas de su campo y en aras de reconciliación. Orientaban y corregían a los propios científicos y hasta se les notó un buen ambiente con Diego Calderón, el reconocido experto en aves, quien fue secuestrado en la serranía del Perijá y no tenía ningún rencor. Esas fueron señales de que la paz siempre vale la pena”, relató Ríos.

Estos sentimientos se conjugan con las angustias que se vivieron en la selva durante la guerra, lo cual muestra que un conflicto armado está lleno de grises y lleno de momentos que toca tomar con pinzas.

El balance de este tipo de cosas, según el autor, fue lo que lo inspiró a titular el libro. “Las montañas, los camuflados y los campos son verdes. Sin embargo para mí, más que eso, lo verde son las riquezas que nos deja la naturaleza y la forma en la que asumimos que ella es otro ser vivo. A veces con la voracidad de la vida no lo vemos, pero eso siempre está”, concluyó.

Dentro de las conclusiones que buscan implícitamente las páginas de Verde está la pregunta ¿a quién le conviene la continuidad de la guerra? Aquel que vea esas fotografías, a los ojos de Ríos, podrá ver que el Estado colombiano ha dejado muchos vacíos que las comunidades afectadas por la guerra poco a poco han logrado tapar; y que Colombia a pesar de ser un “terreno fértil para crear grupos armados”, siempre tiene historias por contar y realidades que merecen ser públicas, en aras de contrastar la historia del país.

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Pablo(88449)06 de marzo de 2021 - 04:47 p. m.
Al único que le gusta la guerra es al granuja, rapaz, canalla, matarife Uribellaco, él y su familia están sin ninguna clase de riesgos por eso no le importa que las masacres sean el pan diario. Así de esta manera mantiene asustado al pueblo.
Alejandro(26642)06 de marzo de 2021 - 05:21 p. m.
Me encantó la noticia.
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