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La Piragua: en busca de las memorias del Caribe colombiano

El proyecto, que involucra técnicas de narración transmedia, apunta a hacer de los niños, las niñas y los adolescentes “pescadores de historias” y participantes de la reconstrucción de la memoria.

María Camila Bonilla

08 de abril de 2022 - 09:00 p. m.
Foto: Sorany Marin Trejos
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El proyecto La Piragua Transmedia es una apuesta educativa, liderada por más de 25 profesionales en campos como el cine, antropología y educación, en los departamentos del Magdalena y del Cesar, que busca involucrar a los niños, las niñas y los adolescentes de la región en la narración de historias del Caribe, a través de una narrativa transmedia. Es decir, una que integre distintos canales de narración, como documentales, aplicaciones y páginas web.

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El proyecto, que apunta a llegar a más de 400 personas en 11 instituciones educativas de nueve municipios en Magdalena y Cesar, tiene como objetivo realizar un viaje a través de la memoria de los habitantes del Caribe, “para sacar del olvido pequeñas y grandes historias no nombradas en libros o medios”, según apunta su descripción. El proyecto se inspiró en la figura de la canción La piragua”, que cuenta la historia de una embarcación que recorre el río Magdalena. En el caso de la iniciativa, esa figura se utiliza para representar la “pesca” de historias a lo largo de la región.

La Piragua nació como la tesis de maestría de la docente Sorany Marín Trejos, quien es una de las investigadoras involucradas. Al pensar en cómo desde el cine se puede contribuir a procesos de construcción de conocimiento, la cineasta Marín pensó en “generar un proyecto que permita la recuperación de memoria cultural en los territorios y que, al mismo tiempo, haga uso de las herramientas de la cinematografía, del mundo audiovisual”, resume Cecilia Chávez.

Y explica que la memoria e historias del Caribe usualmente son narradas por personas externas y rara vez se convierten en herramientas para las mismas comunidades. El objetivo de La Piragua, entonces, es hacer de los niños, las niñas y los jóvenes los protagonistas en la narración de historias, para fortalecer su identidad y sentido de pertenencia. El proyecto tiene dos líneas de trabajo principales: los talleres para remadores y la producción de documentales e historias, a partir del trabajo colaborativo entre investigadores y jóvenes.

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Los talleres para remadores son espacios donde los niños y las niñas participantes están en un proceso de acompañamiento y aprendizaje sobre herramientas cinematográficas, de investigación, composición de imágenes, entre otras, para “remar historias”, como denominan los investigadores.

“La idea es que los estudiantes después se sientan libres de explorar y encontrar las historias que los identifican con sus municipios, para que después las registren a través del banco de historias de La Piragua”, explica Cecilia Chávez.

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El primer piloto del proyecto se realizó en el pueblo de Nueva Venecia, en Ciénaga Grande (Magdalena), en 2016. La escogencia del lugar no fue completamente aleatoria, ya que los investigadores sabían de su riqueza histórica, como pueblo anfibio y pescador, y con antecedentes ligados al conflicto armado. La masacre de Nueva Venecia, en 2000, dejó más de 39 personas asesinadas por parte de paramilitares del bloque Norte. La exploración de las historias y consecuencias que dejó este hecho fue uno de los factores que motivaron la elección de este lugar para el piloto.

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Durante una semana, los investigadores de La Piragua trabajaron con estudiantes de la Escuela de Nueva Venecia, por medio de talleres para remadores con 15 niños, niñas y adolescentes, entre los 7 y 18 años. El objetivo de la visita fue establecer una ruta metodológica para identificar qué funcionaba y cómo realizar los talleres. En estos se les preguntó sobre las historias características de Nueva Venecia.

A partir de este ejercicio trabajaron con tres de los jóvenes que expresaron un interés por el documental colaborativo y crearon las historias de Nueva Venecia desde su perspectiva. Como resultado, quedaron consignadas unas 10 historias del pueblo, como la de Armando Martínez, cantador de décimas del municipio, quien narró los inicios de Nueva Venecia hace aproximadamente 300 años. Su relato, en el que contó que el nombre original del pueblo era El Morro, contribuyó a que los jóvenes se apropiaran de esta historia y utilizaran este nombre para referirse a su municipio.

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La historia de la masacre en Nueva Venecia, de la que los investigadores ya sabían, estuvo en el foco de reflexión e interés de los niños y jóvenes, sin que se les pidiera. “No es nuestra intención que las discusiones se centren desde esas realidades difíciles, sino que sean precisamente las voces e intereses de los niños las que lleguen a eso. Ellos mismos deciden qué hablar y en qué términos hacerlo”, explica la antropóloga Cecilia Chávez.

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Este enfoque es tal vez una de las claves de La Piragua para enseñar a los jóvenes a narrar historias que pueden referir a realidades complicadas. A los estudiantes que han participado “les resulta interesante la metodología, porque sienten que no son juzgados y que sus voces valen, que están en un lugar igual o superior a un adulto, docente o investigador”, resume Chávez.

Los talleres, además, hacen uso del juego como metodología, incentivando a los niños y jóvenes a que se apropien de roles para recuperar la memoria y narrar su propia historia. En el caso de Nueva Venecia, por ejemplo, los estudiantes se identificaron como comunicadores o incluso utilizaron frases como “Soy el último ‘atarrayero’ de Nueva Venecia” o “Soy el pescador más antiguo”, haciendo referencia al mismo proceso de pescar historias.

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La pandemia retrasó el proceso de La Piragua casi dos años, ya que los talleres deben ser presenciales. Inicialmente, iban a comenzar a recorrer municipios del Cesar en 2020, pero pudieron viajar desde septiembre de 2021. Entre el 14 y 28 de febrero de este año los investigadores retomaron el trabajo de campo en el departamento, pero decidieron parar las actividades por el paro armado anunciado por el Eln.

“La decisión fue retomar actividades en campo del 17 de abril hasta el 26 de mayo, esperando después a que pasen las elecciones presidenciales para continuar con el trabajo”, puntualizó Cecilia Chávez.

Por María Camila Bonilla

Periodista con intereses en las áreas de medio ambiente, movimientos sociales y democracia, y conflictos y paz.mbonilla@elespectador.com

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