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Los conductores de buses Lolaya empezaron el pasado 21 de agosto un cese en el servicio de transporte en Barranquilla, como respuesta a las amenazas y extorsiones que ha enfrentado la empresa y los conductores, así como por los diferentes hechos de violencia que viven a diario. A pesar de que la administración local anunció que reforzaría la seguridad, solo la mitad de los buses se encuentran operando.
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Augusto Hernández, uno de los conductores que decidió salir a trabajar, expresó que, a pesar de la inseguridad, lo motivó a salir la necesidad de buscar sustento para su familia. Comentó a El Heraldo que están realizando los recorridos con mucho temor y que la promesa del acompañamiento policial hecha por las autoridades no se ha cumplido. Según él, la falta de protección ha hecho que los conductores se sientan expuestos a peligros.
“No ha habido acompañamiento policial y estamos trabajando solos hasta que ellos no vean que algo de lamentar suceda y será su culpa” mencionó. Además, hizo una crítica por la falta de comunicación que hay entre las autoridades y los administrativos de la empresa. Señaló que ni a él ni a sus compañeros han sido convocados a estos encuentros.
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Mientras tanto, los conductores han acordado hacer de tres a cuatro recorridos por jornada, y luego suspenderán las actividades al final de la tarde para regresar a la base de Lolaya LTDA.
Los usuarios también se están viendo afectados, ya que han presentado dificultades para transportarse y han señalado que la falta de información ha generado aún más inconvenientes. “El día de ayer sufrimos bastante para transportarnos porque nadie avisó nada y todos estábamos esperando la flota que nunca pasó”, expresó uno de los pasajeros.