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El problema que tiene paralizada la Vía al Mar

Por una socavación en uno de los puentes que conecta a Barranquilla con Cartagena, la vía permanecerá cerrada por lo menos 15 días. La parálisis de esta afecta tanto el turismo como el comercio de quienes viven alrededor.

Valeria Gómez Caballero

15 de mayo de 2025 - 08:30 p. m.
Las obras de recuperación de la vía al mar incluyen tres frentes: refuerzo del cauce del arroyo con bolsas de arena, estabilización con micropilotes en la rampa, y reconstrucción de la rampa de acceso con geobloques.
Foto: Ruta Costera
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El colapso de una parte de la calzada de la Vía al Mar el pasado 9 de mayo, que conecta a Barranquilla con Cartagena, a la altura del puente Juan de Acosta, provocó el cierre completo de la carretera, que durará por lo menos 15 días. La razón es que una socavación, generada por el desvío de un arroyo, se llevó parte de la vía, y aunque no dejó a personas afectadas, está causando graves consecuencias económicas, logísticas y de movilidad en la región.

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Uno de los principales afectados fue el turismo en Santa Verónica, corregimiento de Juan de Acosta. Según la secretaria de Cultura y Turismo, Flor Teresa González, el cierre de la vía ha obligado a los visitantes a tomar rutas alternas más largas, lo que ha reducido la llegada de turistas, afectando directamente a restaurantes y actividades recreativas del corregimiento.

“Estos restaurantes han sido afectados principalmente porque esperaban una afluencia de visitantes este fin de semana. Además, se tenía programado el Festival Gastronómico del Mar, el cual tuvo que ser reprogramado. La disminución del turismo ha impactado en la visibilidad y participación en estos eventos, limitando la promoción cultural y afectando la economía de este corregimiento”, señaló González, quien añadió que solicitarán apoyo económico para los negocios afectados.

El origen del problema

Las intensas lluvias de los últimos días hicieron que el arroyo Juan de Acosta aumentara su caudal. Esto hizo que el agua, en lugar de seguir su curso por debajo del puente, empezara a impactar una de las estructuras laterales que sostiene la rampa de acceso vial. Sobre esto, Carlos Arteta, director de Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad del Norte y experto en ingeniería estructural, tras analizar el sitio del colapso a partir de evidencias fotográficas, presume que la falla habría ocurrido en uno de los aleros laterales del puente, una estructura que da protección a la carretera.

Además, resalta que esa sección del muro no parecía compartir la misma cimentación continua, lo que podría hipotéticamente haberla hecho más vulnerable al impacto del arroyo. “Cuando esto se gira (el alero), la tierra que está adyacente se mueve, y eso repercute en un hundimiento que se observa en la parte de arriba, que es la carretera”.

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Al observar el comportamiento del arroyo en los últimos años mediante imágenes satelitales, también se identificó un cambio en el cauce que coincide con el punto afectado: “En 2023 hace un cambio justo en la dirección de la parte que se dañó”. Para Arteta, esto refuerza la hipótesis de que la socavación no fue súbita, sino que es el resultado de algo que venía dándose desde hace algún tiempo.

Las soluciones

Para la concesión Ruta Costera, encargada de la Vía al Mar, esa erosión a la que se refiere Arteta debilitó el terreno hasta generar el hundimiento, por lo que considera que el daño se venía gestando desde hace tiempo. Por eso activaron un plan de intervención de emergencia, con maquinaria especializada, para retirar el material colapsado y evacuar el terraplén dañado, para hacer las obras de recuperación en tres frentes simultáneos.

El primero está enfocado en reencuzar el arroyo. Para ello se están instalando grandes bolsas de arena mientras construyen una pantalla de concreto subterráneo mediante un sistema llamado jet grouting. Esta técnica consiste en inyectar concreto por alta presión para formar columnas firmes en el suelo, que actúan como una barrera profunda al paso del agua.

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El segundo frente se concentrará en reforzar la zona afectada con micropilotes, que reducirán la presión que ejerce la rampa sobre el puente. Aunque este no presenta daños, esta medida preventiva garantizará mayor estabilidad y seguridad a largo plazo.

El tercer frente se encargará de reconstruir la rampa de acceso. Para esto utilizarán geobloques: bloques grandes y livianos, fabricados con materiales que no absorben agua, ideales para conformar una nueva base más resistente y rápida de montar. Una vez estabilizado el terreno, compactarán el relleno final e instalarán una nueva capa asfáltica.

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La concesión estima que, si el clima lo permite, se podrá habilitar un paso provisional por un carril en unos 15 días, y que en 45 estará restablecido el paso de vehículos. Para ello, la Gobernación del Atlántico declaró la calamidad pública en la zona, lo que les permitirá avanzar en estudios más amplios sobre el cauce del arroyo y su impacto en la infraestructura.

Pero más allá de la emergencia, lo ocurrido en la Vía al Mar evidencia los retos que enfrenta la infraestructura vial en el Caribe colombiano. Sobre esto, Gilberto Martínez, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad del Norte y coordinador del grupo de investigación Tranvía, sostiene que se ha mejorado la conectividad vial en el departamento, pero considera que se viene un rezago importante en la infraestructura del país por cuenta del cambio climático y la adaptación de las vías.

“El reto está en hacer y diseñar infraestructura vial que sea resiliente, infraestructura que esté de acuerdo con la región, con el entorno, con la vegetación, con la topografía y con la zona climática que tiene el Caribe”, añade Martínez.

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En su análisis, gran parte de este tipo de emergencias está asociada al comportamiento del agua en temporada de lluvias, que regularmente genera emergencias, como ocurrió en junio de 2024, cuando un terraplén cayó del puente Simón Bolívar, sobre la misma vía de la que venimos hablando, y que dejó cinco muertos.

Para Martínez, es común que los cauces naturales de las quebradas se vean alterados por actividades como la tala de árboles, el corte de ramas o la acumulación de residuos, lo que modifica el flujo del agua y puede desviar su recorrido original, generando afectaciones en zonas que no estaban previstas para recibir ese impacto. Por eso propone que los trabajos de prevención incluyan vigilancia constante y educación a las comunidades, además del reforzamiento de la estructura física. “La infraestructura debe ser más resiliente, debe tener en cuenta todos estos fenómenos del cambio climático y que van a marcar la estabilidad de nuestra infraestructura vial en los próximos años o en las próximas décadas”.

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Por Valeria Gómez Caballero

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