Lyan Hortúa, de 11 años, se reencontró con sus padres después de permanecer 19 días secuestrado. Fue liberado en zona rural de Timba, corregimiento entre el Valle del Cauca y el norte del Cauca, y entregado a una comisión de la Defensoría del Pueblo y la Cruz Roja. De inmediato fue llevado a la Clínica Valle del Lili para una revisión médica.
El secuestro ocurrió el 3 de mayo en Potrerito, zona rural de Jamundí. Hombres armados ingresaron de forma violenta a su vivienda y se lo llevaron. La noticia de su liberación provocó una ola de alivio en todo el país, especialmente en su familia y su comunidad.
Le puede interesar: Así reaccionaron líderes de la región tras liberación de Lyan Hortúa en Jamundí
En la clínica, el niño llegó en una camioneta blanca. Vestía una camiseta negra, jeans azules y tenis negros. Al bajarse del vehículo, se dirigió directamente hacia sus padres. Su madre lo abrazó con fuerza y no dejó de repetirle: “Te quiero, hijo”. El padre también lo rodeó con los brazos. El momento fue seguido por decenas de personas que aplaudieron el reencuentro entre lágrimas.
Al poco tiempo, el menor de edad fue ingresado por urgencias pediátricas, acompañado por personal médico.
Lyan está en buen estado de salud y continua bajo evaluación médica. Su familia y las autoridades esperaban su pronta salida para llevarlo de regreso a casa, donde lo esperaban vecinos, amigos y otros allegados que durante días pidieron por su regreso.
La madre del niño expresó: “Muy conmovidos por el testimonio del niño. Muy triste todo lo que le tocó pasar. Tiene sus uñitas muy comiditas, muy nervioso, muy ansioso. Está muy asustado y es normal, es de entender. Es el tiempo de sanar, de con amor abrazarnos”.
También expresó su agradecimiento a quienes visibilizaron el caso: “A ustedes, Dios les pague, porque fueron voz para nosotros como familia. Y la gloria sea para Dios, mi hijo volvió a nacer y yo volví a nacer con mi hijo”.
Lea: Lo que evidenció el secuestro de Lyan Hortúa, el niño de 11 años, en Jamundí
La madre también aseguró que ni ella ni su familia habían recibido amenazas antes del secuestro. “Somos una familia honesta, somos trabajadores, no tenemos deudas ni ningún negocio ilícito. Somos personas del común, que nos esforzamos todos los días, nos levantamos con los mismos sueños. Somos el típico colombiano que trabaja y quiere salir adelante”, afirmó.
El padrastro de Lyan, comerciante, también habló desde la clínica. “Estamos contentos por el niño. Lyan dijo que estaba muy feliz por estar con nosotros, que lo tuvieron amarradito de manos. Eso nos duele. Tuvimos dos videollamadas durante el secuestro, dijo que lo trataban bien, pero fue una noche oscura, no se la deseo a nadie”.