Los problemas que aquejan a la sociedad colombiana no son nuevos: desigualdad social, exclusión de la toma de decisión, una marcada diferencia entre la Colombia urbana y rural, falta de oportunidades, necesidad de mejorar el acceso a la educación, la salud y el empleo de calidad, la falta de seguridad, la falta de flexibilidad, la intolerancia, la democracia muchas veces muy excluyente que se hace evidente en el racismo y clasismo existentes. A esta situación se suman dos más: la pérdida de confianza en el sector público, como consecuencia de la falta de transparencia en el estado y la corrupción rampante y el consecuente desencanto de la ciudadanía con quienes nos gobiernan, y el claro divorcio entre el gobierno y la ciudadanía.
La ruptura del tejido social amerita un trabajo mancomunado de todos los sectores de la sociedad con el ánimo de resolver el presente (que claramente no es nuevo) problema. Pero este debe ser honesto, sincero y con el ánimo de reconciliación y de cambiar las relaciones para siempre. La resolución de este conflicto no puede darse a partir de tapar el sol con un dedo. Es necesario reconciliarnos y curar las heridas. Necesitamos entender y entendernos, pensarnos y pensar al otro, ser más solidarios y empáticos como sociedad. Creo que es lo que merecemos y lo que le debemos a nuestros jóvenes. Ese tejido social del cual tanto insisto, requiere que nos pensemos como sociedad y que entendamos que Colombia no puede ser una democracia excluyente, que es necesario como sociedad y comunidad darle voz a aquellos que nunca la han tenido, de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía.
Tenemos todo lo que necesitamos: recursos naturales, económicos, recurso humano, una sociedad pujante, que ha salido adelante en las situaciones más adversas, una diversidad étnica, cultural, regional, los mejores y más increíbles paisajes, las personas más resilientes, las mujeres y madres más verracas, entre otras. Necesitamos reconciliarnos y eso se logra con menos represión y con más comunicación y reconciliación.
Desde mi rol como mujer y como educadora espero sinceramente que podamos reconciliarnos y hacer compromisos estructurales que mejoren la vida de las niñas y niños, jóvenes, mujeres y hombres, ancianas y ancianos de este país.
*Luciana Manfredi, profesora de la Universidad Icesi y doctora de la Tulane University.