La intranquilidad también ronda a Cali

La preocupación es general en la capital del Valle. Vendedores ambulantes, hoy sin ingresos, piden ayuda de la alcaldía. Varios supermercados refuerzan su seguridad, previendo posibles saqueos de la comunidad afectada. Las pérdidas, solo en el sector turismo, ascienden a un millón de dólares.

Hans Vargas Pardo (Cali)
25 de marzo de 2020 - 03:16 a. m.
Hans Vargas
Hans Vargas

Santiago de Cali vive las dos caras de la moneda. Una, en la que sus habitantes cumplen a cabalidad con las restricciones de circulación en las calles debido a la emergencia en salud a causa del COVID-19. La otra responde a todo lo contrario: gente en las calles, como en un día festivo, incluso niños jugando en algunos parques, como lo denunciaron los líderes de las juntas de acción comunal de varios barrios del oriente de esta capital.

Pero esta moneda nada convencional se puede fraccionar en cientos de partes, en la que cada una alberga las preocupaciones económicas, la incertidumbre sobre la duración de la nueva cuarentena que está en curso, el regreso a clases e incluso, cuánto costará a los caleños la reactivación de su economía.

Sentada en una acera del barrio Mariano Ramos, al oriente de esta Capital, Rosa María Aponte no hace más que preguntarse lo que hará durante los 19 próximos días en los que no podrá sacar a la calle su puesto de venta de arepas. “De esto es de lo que vivo hace 10 años. De esto se alimenta mi familia, dos hijos y mi madre, y no tengo ahorros. Lo que tenía me lo gasté en un mercado de 100 mil pesos el pasado viernes”.

Al otro extremo de la ciudad, en el oeste, Luis Alfredo González tiene la misma preocupación. El gran agravante es su edad. “Yo vendo bebidas energéticas en la calle cerca al hotel Intercontinental. Pero a mis 63 años no me dejan ni asomarme a la puerta. Claro que entiendo que a esta edad se corre más peligro. Pero quien trae el pan para la casa soy yo, tengo esposa y una sobrina discapacitada. Ahora no sé qué hacer”.

Los días transcurren entre el caluroso sol y en medio de las filas que se tornan afuera de algunos supermercados, las polifonías de voces producen una mezcla entre la desesperanza y la motivación, entre el riesgo y el sobresalto. Pero nada de lo anterior es más grande que la irresponsabilidad de muchos al dar rienda suelta a desacatar las normas. Carlos Rojas, secretario de Seguridad de Cali, señala que en solo tres días 400 habitantes fueron sancionados al no cumplir con las medidas del aislamiento voluntario.  “Esperamos que la gente cumpla, porque ahora es cuando vamos a medir nuestra solidaridad con los demás”, destaca el funcionario mientras se toca la cabeza cuando recibe los reportes del aglutinamiento de por lo menos 300 personas en las puertas del terminal de transporte, buscando la manera de cómo desplazarse a otros municipios. Sin embargo, el 60% de las empresas transportadoras no laboraron.

Edwin Candelo, subsecretario de Movilidad de la capital del Valle se refirió al plan retorno en lo corrido del puente pasado, destacando que se presentaron seis accidentes, debido al exceso de velocidad. “Además se impusieron 100 comparendos por múltiples infracciones”.

Sube la temperatura

El martes pasado la ciudad se manifestó en desobediencia. Al igual que muchas otras capitales, los habitantes pensaron que la emergencia sanitaria les daría una espera mientras salían a cumplir con sus vueltas de servicios públicos, bancos o para abastecerse de alimentos. Varias estaciones del Masivo Integrado de Occidente, estaban abarrotadas. Algunos habitantes, con tapabocas. Otros, incorporaron pañuelos o chaquetas para cubrir su rostro. Los más osados se internaban en la mole de personas sin nada más que su esperanza de que no sean contagiados. “Pero dígame qué podemos hacer. Deme una solución, Si hay que salir, hay que hacerlo”, señala un hombre de unos 55 años de edad en medio de los empujones dentro de un embudo humano que lo condujo a un bus articulado rumbo al norte de la ciudad.

Y es que ni la lluvia que refrescó a la Capital del Valle en las horas de la mañana del pasado martes, fue impedimento para que cerca de 150 vendedores ambulantes, entre ellos una gran parte de ciudadanos venezolanos, protestaran al frente de la alcaldía Municipal. La razón la resume Gladys Sinisterra, una de las afectadas, en dos palabras: “Estamos jodidos”. En esa gran mezcla de voces de protesta se alcanzaba a escuchar que todo era culpa del Alcalde, del Gobierno y de los políticos. En otro momento salió a relucir que los venezolanos necesitaban casa y ofertas de empleo.

Ente tanto, el alcalde Jorge Iván Ospina, a través de las redes sociales, en entrevistas con medios de comunicación y en medio de operativos de control policial a los que asiste hasta altas horas de la noche, continua en el énfasis en que hay que quedarse en la casa. “Este es el desafío más importante para esta ciudad y para el mundo. Tengan en cuenta que aquí lo que está en juego con nuestras vidas.  La letalidad es que este virus genera muerte y se incrementa con cargos a la edad. La Administración Municipal está haciendo todo lo que está a su alcance para contener esta grave situación. Es por ello que rehabilitaremos las dos clínicas de la antigua Saludcoop de la ciudad (las cuales están cerradas) para poder atender a las personas y estaremos recibiendo ayudas alimentarias en el coliseo El Pueblo, para distribuirá ayuda a los más necesitados”.

Las pérdidas

Pero si la economía de los ciudadanos que se debaten día a día en el comercio informal tiende a la baja, las cifras generales de departamento del Valle del Cauca también son golpeadas con dureza. Por ejemplo, el sector del turismo en la región ha dejado de percibir, al menos, un millón dólares, que equivalen a cerca de 4.000 millones de pesos por el coronavirus.

A su vez, la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica seccional Valle, Acodres, indicó que las pérdidas hasta el momento en el departamente son de 5 mil millones de pesos, aproximándome, ya que las ventas han disminuido en un 80 por ciento. “En el Valle del Cauca, ante el toque de queda hemos tomado las medidas necesarias, de acuerdo a lo decretado y a las exigencias de higiene. Por ello, todos nuestros servicios serán a domicilio”, dijo Brany Prado, director ejecutivo de Acodres Valle.

Es por ello que desde el 16 de marzo empezó a operar la mesa de impacto económico, en la que los gremios y las autoridades locales analizan la viabilidad económica de la región. En la mesa participan delegados de los gremios empresariales y de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun) que se unieron para analizar la situación generada por el COVID-19.

En la mesa aparecen la Cámara de Comercio de Cali, la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), la Asociación Nacional de Industriales (Andi), el Comité Intergremial y Empresarial del Valle, y Acopi Valle. “Esta es una iniciativa con la que se busca generar mecanismos de choque económico que disminuya la baja en la economía regional”, destacó el presidente de la Cámara de Comercio de Cali, Esteban Piedrahita.

Igualmente, con el fin de generar alternativas que garanticen la disponibilidad de insumos hospitalarios, de alimentos y productos de aseo especiales, la Cámara de Comercio de Cali, la Gobernación del Valle del Cauca, la Alcaldía de Santiago de Cali, Reddi Colombia y la Comisión Regional de Competitividad convocaron a los empresarios de las diferentes Iniciativas Cluster que trabajan con insumos y servicios relacionados con el sistema de salud y abastecimiento humanitario, para conformar ágilmente cadenas productivas que permitan hallar soluciones a dicha necesidad.

 

Por Hans Vargas Pardo (Cali)

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