En Cali, la historia se repite cada vez que comienza la temporada de lluvias. A las alertas por el aumento de los niveles del río Cauca y de cualquiera de los siete afluentes que rodean la capital del Valle, se suman la caída de árboles, inundaciones y colapsos en las vías que dificultan la movilidad. Este año no ha sido la excepción, pues tan solo el pasado fin de semana, tres casas fueron arrasadas por un alud de tierra en el barrio Terrón Colorado, en el oeste de la ciudad, mientras que en sectores de la Comuna 2 como Chipichape, La Campiña y El Bosque, el agua le ha llegado literalmente hasta el cuello a sus habitantes.
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“Gran parte del problema de las inundaciones en la comuna 2 es el mal manejo de la infraestructura y de los desagües. Las alcantarillas se mantienen tapadas y cuando viene la lluvia, se producen inundaciones”, explicó Lina Ospina Ostios, geóloga y docente de la Universidad del Valle.
Pero el problema no es solo por la mala disposición de las basutas por parte de los ciudadanos; la experta indica que específicamente en la comuna mencionadahace falta cobertura vegetal, es decir mayor arbolado, que es esencial en estos casos dado que funcionan como esponjas para evitar algunas de las emergencias, porque “los techos con los bajantes, los canales y demás, aumentan la velocidad y la fuerza del agua”, lo que provoca erosión e inundaciones.
“La erosión es un proceso físico en el cual los materiales (como cemento, rocas o restos orgánicos) son desmantelados y posteriormente transportados por la acción de agentes erosivos como el agua o el viento bajo la influencia de la gravedad”, explicó Ospina.
Sin embargo, la comuna 2 no es la única afectada. En sectores montañosos de la ciudad, como el cerro de Las Tres Cruces, también se están registrando emergencias por deslizamiento de tierras. “Los principales problemas que afectan los cerros tutelares en la temporada de lluvias son las invasiones, la deforestación de los caminantes que abren nuevas trochas para aumentar la dificultad al momento de subir. También hay pistas de bicicross y motocross que afectan la estabilidad”, dijo Mónica Londoño, directora de Ecosistemas del Dagma.
Sobre esto, la docente Ospina considera que no está mal que la gente haga deporte, caminatas o suba el cerro. “Lo malo es que desafortunadamente, como muchas cosas en nuestro país, se hace de manera desorganizada y no planificada. Al abrirse nuevos caminos y quitar la vegetación, y cuando la gota de lluvia golpea de manera directa, arranca los pedazos de sedimento”, por lo que la experta añade que al final son efectos “socionaturales”, es decir, por las malas prácticas humanas, pero además por los efectos naturales de la lluvia.
Por su parte, la funcionaria Londoño explicó que los “cerros están débiles. Son suelos arcillosos y la absorción de agua es muy poca. Esto causa que el material se arrastre hacia la zona plana de la ciudad y que esto cause los impactos que hemos visto, por ejemplo, en el norte de Cali”.
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Hay varios casos. Uno de los más recientes le ocurrió a dos mujeres, que se movilizaban en una camioneta Toyota, bajo el punete de Chipichape, el pasado 31 de marzo. Pese a que la mayoría de los conductores decidió no cruzar el deprimido, las mujeres se lanzaron, por lo que quedaron atrapadas en medio del agua que llegaba hasta la mitad del vehículo, por lo que tuvieron que ser rescatadas por los Bomberos.
Por ahora, la alcaldía, según señaló Londoño, se articuló con la Secretaría de Movilidad para impedir el acceso de personas en moto o bicicletas a los cerros tutelares, así como los guardias están en constante monitoreo sobre nuevas invasiones, pero más allá de eso no hay más medidas aparte de llamar a la ciudadanía a hacer buen uso de las basuras.
Se necesita un mejor plan
Las lluvias registradas entre finales de marzo y principios de abril, en la comuna 2 dejaron más de $9.000 millones en pérdidas. “Tuvimos colegios, centros deportivos y salones comunales afectados por las lluvias. Nos sentimos desilusionados y decepcionados por ver la importancia que la Alcaldía le da a la mitigación de riesgos. Necesitamos un plan urgente”, aseguró Amado Jaramillo, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio La Campiña.
La razón es que este ha sido un problema recurrente en la comuna. Durante las emergencias abril en 2024, 39 familias fueron damnificadas. “Tuvimos 19 viviendas con pérdida total. El agua entró a las casas y tuvo una profundidad de hasta 4 metros, lo que hizo que quienes tuvieran un solo piso perdieran todo y las casas que tenían dos perdieran la mayoría de sus cosas. En total fueron 169 personas afectadas”, agregó Amado.
Ante esta situación, el presidente de la JAC de La Campiña explicó que se creó la Mesa Intersectorial de Gestión del Riesgo, en la cual tienen acompañamiento de la Personería, Emcali, el Dagma y las secretarías de Gestión del Riesgo y Seguridad. “Realizamos un documento que se llama Matriz de Seguimiento de Mitigación del Riesgo e Inundación en la comuna 2, que tiene varias tareas asignadas a cada una de estas dependencias pero actualmente, 11 meses después de su creación, no pasa del 50% de ejecución. Hay tareas que el Dagma no ha desarrollado, como la limpieza de las quebradas”.
Frente a esta situación, la secretaria de Gestión del Riesgo, María Alexandra Pacheco Muñoz, dijo que “estamos próximos a iniciar intervenciones correctivas en la comuna, principalmente a la infraestructura del sistema de drenaje en la parte alta, y en la comuna 20 (una de las zonas de ladera de Cali) también estamos recuperando una zona que ya ha presentado movimiento en masa, específicamente para el barrio Belén. Desde nuestra secretaría hemos articulado a 35 organismos en acciones operativas concretas, como visitas técnicas, limpieza de canales, remoción de escombros y monitoreo a los niveles de los ríos”.
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Además, Pacheco señaló que los sectores más vulnerables de la ciudad por las lluvias son las comunas 1, 2, 18 y 20. En cuanto a corregimientos, quienes están en alerta por movimientos en masa es La Buitrera, Los Andes, Montebello y Pichindé. “También, por el río Cauca, tenemos las comunidades que están asentadas en la cara húmeda del Jarillón y Navarro en alerta”.
Pese a esto, Jaramillo, el presidente de la JAC, pidió a la Alcaldía que tome con mayor seriedad el plan distrital de gestión del riesgo. “Es muy difícil ver que no hay una articulación institucional y todo se maneja casi que a partir de favores. Estamos en manos de entidades que deciden si quieren o no prestar el apoyo. Necesitamos mayor seriedad y jerarquía para trabajar de manera inmediata”.