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Tras 18 días de secuestro, Lyan Hortúa, de 11 años, fue liberado en el corregimiento de San Antonio, en las cercanías de Jamundí. Posteriormente, fue trasladado en la noche del 21 de mayo a la Clínica Valle del Lili, en el sur de Cali, para ser valorado por los equipos de pediatría, trabajo social, psicología y psiquiatría infantil.
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“El niño (Lyan) se encuentra estable y continuará bajo supervisión multidisciplinaria, con el fin de favorecer su pronto regreso al entorno familiar”, señaló en un comunicado la clínica Valle del Lili, aclarando que la información fue emitida con la aprobación de Angie Bonilla, mamá del menor de edad.
Por su parte, Joshua Suárez, padrastro del niño, aseguró que Lyan le confesó que estuvo amarrado de las manos durante los primeros cuatro días del secuestro. Además, confirmó que durante el cautiverio, los secuestradores permitieron realizar dos videollamadas como prueba de vida.
En su momento, Bonilla aseguró que estaba preocupada debido a que su hijo padece asma, pero el padrastro confirmó que durante el plagio se le envió el medicamento, con delegados de la ONU, para evitar que tuviera alguna complicación de salud.
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La Clínica Valle del Lili también señaló que continuará haciendo las pruebas para corroborar el estado del niño y determinar las acciones a seguir en su atención.
“Estamos muy felices de que él esté en casa con nosotros y sabemos que sanaremos su corazón”, dijo Suárez, quien añadió que no tuvo ningún vínculo con los responsables del crimen. “Soy comerciante, no tengo inconvenientes ni me involucro con grupos criminales. Soy una persona de bien, tengo mi negocio establecido”. A su vez, Bonilla señaló que lo vivido fue “una pesadilla, fue la muerte”, pero que la liberación de Lyan “es un milagro de Dios”.