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El recuerdo del papa Francisco que quedó en Cartagena

Lorenza Pérez, quien tiene un comedor comunitario en el barrio San Francisco recuerda el paso del papa por su casa.

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Pedro Mendoza
23 de abril de 2025 - 06:32 p. m.
Lorenza Pérez ayudó a curar el papa Francisco cuando se golpeó en el rostro con el papamovil, durante su visita por Cartagena.
Lorenza Pérez ayudó a curar el papa Francisco cuando se golpeó en el rostro con el papamovil, durante su visita por Cartagena.
Foto: Luis Martines F
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Lorenza hace una pausa y recuerda cómo, después de estar con los niños, llegó a la sala y estuvo siempre de pie. Le ofreció una silla, pero él no quiso sentarse. “Entonces abrieron el botiquín oficial para curarlo, pero créame, no tenían agua oxigenada”.

“Apúrense, vayan a la esquina y traigan agua oxigenada,” les dije. “No sé quién fue, pero llegaron con el agua.” Vuelve a hacer una pausa y mira la toalla colgada, de color amarillo, con la que lo ayudó y aun conserva. “Entonces empecé a curarlo. Otros ayudaban; limpiamos con la toalla y secamos el sudor. Lo curamos. Donde iba a estar menos tiempo, estuvo más, fueron como 15 minutos”.

El papa continuó su recorrido, y ella aún guarda la emoción del momento. Me muestra la calle por donde Francisco llegó y se fue caminando, el papa móvil no podía entrar.

La casa está ubicada en el barrio de San Francisco, al suroriente de Cartagena. El 10 de septiembre de 2017, Lorenza Pérez recibió al papa Francisco y le ayudó a curar un moretón que tenía en su ojo izquierdo.

La fachada de la casa es blanca, y sentada en una silla se encuentra Lorenza. Es amable y fuerte, nos invita a seguir. “Adelante que hace calor”. En su sala, unos muebles están alineados perfectamente. Sobre una mesa, hay una figura del único papa suramericano, junto a una imagen de la Virgen de Guadalupe. Pegada en la pared, enmarcada, se encuentra la toalla con la que limpió al papa Francisco aquella mañana que llegó a su casa. La sala es pequeña, pero al fondo de la casa hay un comedor para más de 180 niños que la acompañan en su labor social.

Se percibe su tristeza. “Yo no sabía que el papa había fallecido. Se me dañó el televisor hace unos días, así como el radio. El lunes muy temprano, de madrugada, me tocaron la puerta. Me dieron la noticia: ‘El papa Francisco murió’”, indicó Lorenza.

Dice que lloró con un gran sentimiento por la pérdida. “Es como si él no quisiera que supiéramos que había muerto. Las cosas de Dios son perfectas”.

Su casa fue seleccionada en septiembre de 2017 por el Vaticano para la visita del papa y los niños que alimenta con cuidado y cariño. “Al llegar, me llamó: ‘Lorenza, Lorenza’. Me quedé quieta, pero feliz e impactada. No tenía palabras para responderle. Me dije: ‘Sí, llegó”, momentos antes veía la transmisión de televisión y ya sabía del pequeño accidente en la cara del papa.

“Lorenza, yo me quedo así”, y le puso la mano en el hombro. “Su excelencia,” respondió, “le doy gracias a Dios por escoger el barrio San Francisco”. El papa caminó al fondo donde estaban los niños, y poco le importaba la herida en su cara.

Le dije: “Su Excelencia, le doy gracias a Dios por escoger el barrio San Francisco. Es un lugar pobre, humilde, con mucha prostitución, delincuencia y pandillas. Escoger esta casa y a esta vieja maluca, humilde, que no ha dado nada ni ha hecho nada para recibir tanto”.

Después de oírme, se fue con los niños que lo abrazaban y gritaban.

La casa de Lorenza fue escogida por el trabajo de las ollas comunitarias que desarrollaba la Arquidiócesis de Cartagena. Tenía 77 años cuando se reencontró con el papa, para esa fecha llevaba 52 años dándoles de comer a los niños pobres del barrio San Francisco.

“Le doy muchas gracias a Dios por la fecha en que falleció. Él va derechito hacia el Señor,” dice mientras mueve sus manos. “Desafortunadamente, después que el papa vino aquí, nunca he podido tener un contacto con él. Supe que me envió algo, pero bueno, a mí no me llegó ni tampoco creo que yo lo estaba necesitando”.

Agrega que fue más que suficiente haberlo tenido en su casa: “En este comedor nos ha faltado nada para la honra y gloria de Dios. Yo pienso que las cosas están escritas. Sostengo que cuando cierre los ojos quiero que la toalla forme parte de los elementos que se encuentran en la iglesia de San Pedro”.

El cumpleaños sin televisión ni radio.

“Así es, hoy miércoles estoy cumpliendo años, pero no serán muy alegres, aún no tengo el televisor ni el radio, y con esta tristeza por la muerte del papa Francisco...”, señala Lorenza.

Los ojos se me iluminan cuando me cuenta que es abuela, bisabuela y tatarabuela, y muchos de ellos vendrán a felicitarla.

Afirma que otro papa como Francisco es muy difícil que vuelva a su casa. “A Él le gustaba la gente humilde, la gente marginada, no le importaba que fueran pobres, entraba a sus casas”.

Lorenza aún no sabe si podrá ver los funerales el día sábado, cuando se dará el último adiós al sumo pontífice, con una misa que se realizará en la plaza de San Pedro. Luego de ello, sus restos serán llevados a la basílica de Santa María la Mayor, como Francisco expresó en su testamento.

“A mí no me gusta molestar a mis vecinos si no puedo ese día; otro día los veré, ¡será la misma tristeza!”.

Por Pedro Mendoza

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