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La lluvia llegó temprano y persistió, fina y constante, como si quisiera ser parte de la fiesta. Pero eso no impidió que el Cundinamarca Fest 2025 desplegara todo su aliento regional en el Parque Simón Bolívar, de Bogotá.
Miles de personas caminaron entre tarimas, pabellones y zonas inmersivas, recordando que la cultura de un territorio también se construye cuando el cielo conspira con charcos y gotas.
Durante esos días, el festival congregó a más de 140.000 asistentes, según reportó el gobernador Jorge Emilio Rey, quien destacó su impacto regional y económico. Rey aseguró que el Fest permitió activar la economía creativa, fortalecer la identidad cundinamarquesa y mostrar al mundo la riqueza de sus municipios.
La zona de gastronomía, bautizada “Sabores de Cundinamarca”, se convirtió en un sendero de olores intensos: sancocho, dulces típicos, café y arepas bailaban entre puestos construidos por emprendedores de todo el departamento.
Leonardo Forero, visitante del festival, mientras disfrutaba una empanada de yuca, dijo: “Nunca había sido tan fácil tener todo el sabor del departamento en un solo lugar. Siento que viajo sin moverme de Bogotá”.
A la par, el pabellón Cundinamarca Biodiversa ofrecía una experiencia casi mística: proyecciones sensoriales de páramos, humedales y bosques, sonidos de aves y la presencia evocada del oso andino, que parecía espiar desde la pantalla. Los ecosistemas del departamento se transformaron para muchos en una postal interactiva.
La pasarela “Moda con Propósito” también brilló: más de setenta diseñadores rurales y artesanos desfilaron con piezas hechas de fibras naturales y texturas que evocaban panales y ruanas. Fue una exhibición de creatividad que nació en la tierra y se elevó ante miles de miradas.
Cuando cayó la noche, el escenario principal vibró con la diversidad musical del departamento. El plato fuerte fue Pipe Bueno, que ofreció un concierto vibrante bajo la lluvia, pero sus fans no se movieron. Stella Cortés, emocionada, comentó: “Fue una presentación inolvidable, a pesar del aguacero; todo sonaba perfecto, la logística fue de diez”.
Además, actuaron otros artistas destacados como, Jessi Uribe, Aterciopelados y Fonseca, agrupaciones folclóricas de municipios cundinamarqueses, bandas emergentes de fusión y colectivos de danza, todos entretejiendo lo tradicional con lo contemporáneo.
El cierre dominical fue un mosaico de tradiciones: música campesina, cantos del páramo y melodías modernas se combinaron como si contaran una carta de amor al territorio. Bajo el aplauso y con algunos reflejos de luz en los charcos, los miles de asistentes se quedaron un momento más, como quienes no quieren despedirse de algo que se siente suyo.
En sus palabras finales, el gobernador Rey dijo que el Cundinamarca Fest no era solo una vitrina cultural, sino “una reafirmación de que nuestro departamento tiene un corazón grande que late fuerte, lleno de música, memoria y sueños”. Y con esa afirmación, explicó, el festival no solo celebró el pasado, sino que encendió una esperanza para el futuro del departamento.
Cuando el festival empezó a bajar el volumen el domingo, la lluvia regresó para despedirse. Pero ya no importaba. Para entonces, el parque estaba lleno de familias cargando bolsas, campesinos estrechando manos, emprendedores celebrando ventas y voluntarios levantando carpas con la satisfacción del deber cumplido.
El Cundinamarca Fest 2025 se consolida como un espacio de región, un puente entre el campo y la capital, un escenario donde el departamento deja de ser una sombra alrededor de Bogotá para convertirse en protagonista. Un festival que se come se baila, se camina y se recuerda.
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