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En Santa Marta, los rebosamientos de aguas residuales en las calles ha pasado de ser un problema crítico aparte de la cotidianidad cada vez que llueve. Barrios como Bellavista, Pescaíto y el Centro Histórico se convierten en grandes posaderos de agua, que afectan a la comunidad con malos olores, inundaciones y riesgos para la salud pública.
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Lo preocupante es que los casos son cada vez más recurrentes. En la Fiesta del Mar, a finales de julio, el sistema de alcantarillado colapsó, inundando las calles, con aguas residuales, por las que turistas y locales transitaban para ver y participar los desfiles. Además, la bahía de Santa Marta también se ha visto afectada por la falta de un sistema pluvial, debido a que las aguas lluvias arrastran sedimentos y desechos, que terminan contaminando esta parte del mar.
A la par, la situación también ha empeorado con la aparición de fallas en la Estación de Bombeo de Aguas Residuales Norte (EBAR norte). Recientemente, se tuvo que activar un plan de contingencia y desplegar equipos de succión para intentar aliviar los rebosamientos en las zonas críticas, limpiar las tuberías obstruidas y adecuar piezas. Sin embargo, esto es solo un paliativo, ya que la infraestructura de la EBAR Norte, donde convergen las aguas residuales de toda la ciudad, ya cumplió su vida útil y requiere una intervención integral.
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Para el secretario de infraestructura, Luis Felipe Gutiérrez, esto se debe a que el crecimiento de la ciudad no ha ido acompañado de la infraestructura necesaria, generando un “cóctel perfecto”, entre tuberías viejas y carga hidráulica excesiva, para el colapso de la red de alcantarillado de Santa Marta.
El origen
Se puede decir que los problemas iniciaron en los años 90. Bajo el control del privado Metroagua se hicieron inversiones, pero no se avanzó en el mantenimiento y renovación de la red, pese al rápido crecimiento que tuvo por esos años la ciudad. “Los barrios de Santa Marta crecieron sin la planificación necesaria, lo que llevó a instalar redes de alcantarillado sin la debida planificación y después de más de 50 años, la infraestructura colapsó en las zonas más antiguas por falta de adecuaciones y adaptaciones”, detalló Gutiérrez.
En 2019, la red pasó de las manos del consorcio Veolia-Proactiva Santa Marta S.A E.S.P. a la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta (ESSMAR), que poco después terminó intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos, que diseñó un plan de obras que incluía una inversión aproximada de $20 mil millones, pero que no fue suficiente para resolver el deterioro acumulado del sistema.
En la discusión entró la Corte Constitucional que en una sentencia ordenó al distrito implementar brigadas de salud en los barrios afectados, hacer un seguimiento de las condiciones sanitarias de los residentes y solucionar con prontitud la problemática. Por esto, el Ministerio de Vivienda anunció una inversión de $31 mil millones para rehabilitar la EBAR Norte, que el Gobierno se comprometió a entregar este mes a la ciudad.
Aunque esto es un avance y puede evitar que se presenten encharcamientos tan fácilmente, solo es una parte de lo que se necesita. En total, la ciudad necesita alrededor de $3,5 billones, que en gran parte se requiere para la construcción de un sistema pluvial. Por lo pronto la alcaldía vislumbra firmar una Alianza Público-Privada (APP), ya que la ciudad no cuenta con los recursos necesarios para asumir todos los gastos de la obra.
Por lo pronto, se realizan obras prioritarias, en las que se invertirán $100 mil millones de que salen de los $400 mil millones que aprobó de cupo de endeudamiento el Concejo.
Entre las obras, el secretario de infraestructura destacó la rehabilitación del colector Vía Alterna, que conectará con el colector Libertador para aliviar el sistema de la EBAR Norte, y el colector Bellavista, en una zona de alta afluencia turística que proyectan finalizar en un año desde su adjudicación. También, avanzarán en la construcción de la planta de tratamiento Curval y en un enlace entre Curval con Mamatoco, obras que mejorarían la recepción de aguas que salen de las zonas de invasión.
“Aspiramos a que en 2025, coincidiendo con los 500 años de Santa Marta, podamos inaugurar las primeras obras de este proyecto”, agregó Gutiérrez. Y para 2026, la planta de tratamiento Curval”.
Junto a estos trabajos se deben sumar los de sensibilización de la ciudadanía a cuidar los sistemas de alcantarillado, por los que generalmente están corriendo basuras y otros desechos que obstruyen las tuberías.
Asimismo, requiere que la empresa de servicios públicos de la ciudad actúe en conjunto con la alcaldía, no solo en los mantenimientos e inversiones, sino también en los planes a futuro de crecimiento de la ciudad, pues esta es la única forma en que se podrá garantizar que el sistema de alcantarillado satisfaga las necesidades de la ciudad, que hasta ahora siguen sin solución.