La falta de medidas para atender la llegada de nuevas enfermedades ha generado una alta mortalidad de los nükak, cercana al 39%.
Para el antropólogo Carlos Eduardo Franky, investigador del Instituto Amazónico de Investigaciones de la Universidad Nacional (IMANI), la responsabilidad de esta crítica situación se debe a la inexperiencia del Estado en la toma de las medidas respectivas para su prevención.
“Dentro de las omisiones se destaca la ausencia de una atención en salud acorde con las características sociales y culturales de los indígenas y de sus vecinos territoriales”, afirma el experto, quien fue uno de los participantes del XV Mes de la Investigación realizado en la U.N. Sede Amazonia.
Tampoco se previó el impacto de los procesos de recomposición de los grupos locales, los cambios en las relaciones de parentesco y la organización política y económica con la vinculación a las redes de mercado, la reducción de la movilidad tanto espacial como social y el abandono progresivo de diversas prácticas culturales.
A pesar de que el territorio ancestral está protegido por la figura de resguardo, la ubicación de los nükak en el interfluvio de los ríos Guaviare e Inírida hace que los indígenas se encuentren cerca de una frontera agresiva de colonización y asociada a cultivos ilícitos, lo que lo hace extremadamente vulnerable a las incursiones de foráneos.
El profesor Franky señala que esta situación tiene el agravante de la presencia de grupos armados ilegales, quienes entre 2002 y 2004 libraron una intensa guerra por el control territorial del Medio Guaviare.
En la actualidad, la población nükak –último pueblo indígena nómada de Colombia- se estima en 600 personas, de las cuales el 25% se encuentra en inmediaciones de San José del Guaviare en situación de desplazamiento forzado.
Según el profesor, la diáspora nükak continúa también con cada individuo que pierde la vinculación al grupo, como lo fue la situación de los menores huérfanos en los primeros años de contacto cuando muchos de ellos optaron por quedarse entre los blancos.
Por su parte Dany Mahecha, antropóloga e investigadora del Imani, quien junto a Franky, realizaron un libro donde se expone la situación de los nükak, expresa que hubo una reducción de la interacción social entre los distintos grupos locales debida, por una parte, a la vinculación como mano de obra en las fincas de sus vecinos territoriales y, por otro lado, a las restricciones de movilidad impuestas por las Farc en la zona.
“Se prevé que, de no tomarse las medidas necesarias para fortalecer esta interacción, diversos aspectos culturales asociados a rituales colectivos y la vitalidad de la lengua puedan verse seriamente afectados”, comentó la profesora.
Los investigadores concluyen que se deben reconocer a los nükak como interlocutores legítimos y sujetos de derecho con quienes debe hacerse un trabajo mancomunado para analizar las dificultades presentes y tomar decisiones.
De esta manera se debe iniciar un proceso de reubicación urgente en un área con disponibilidad de recursos o el inicio de un proceso de formación intercultural integral de sus jóvenes y niños.