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Cuando cursaba cuarto semestre de Medicina en la Universidad del Cauca, Ana María González Angulo se encargó del caso de unas niñas que habían sido abusadas sexualmente. Según recuerda Olga Velasco Cajiao, la sicóloga social de ese entonces, González no solo asumió el tratamiento médico de ambas víctimas, sino que además, “con gran valentía, acompañó a buscar al hombre y a entregarlo a las autoridades”.
Este es quizá el episodio más paradójico que hoy revive en la memoria de la doctora Olga para recordar a una mujer que en cuestión de meses pasó de ser mirada como una salvadora de vidas de enfermos con cáncer de seno, a estar en el banquillo de los acusados por intento de homicidio. Algo inconcebible para Velasco, quien confía en la inocencia de su exalumna.
En Popayán, su ciudad natal, la conocen muy bien. Por esta razón, el pasado sábado a las afueras de la iglesia la Ermita, centro histórico de la ciudad, un puñado grande de amigos se plantaron durante más de dos horas para dar fe de la calidad humana de esta científica payanesa, sobrina del exgobernador del Cauca Guillermo Alberto González. Con dedicación, después de 1995, Ana María logró una beca en Miami, donde se especializó en Medicina Interna en el Centro Médico Monte Sinaí.
Posteriormente se convertiría en la jefa de Investigación Clínica y Desarrollo de Fármacos del Departamento de Cáncer de Mama del Centro Oncológico MD Anderson de Texas, el más importante del mundo.
Sus amigos, como el médico personal de su madre, Felipe Bejarano, dicen que en la ciudad se habla de un complot contra ella que puede estar ligado a los intereses mundiales en el tratamiento del cáncer de mama: “no sabemos por qué ella no ha sacado a la luz lo que ha desarrollado, no hay nada que nos conste, pero creemos realmente que todo es un montaje para perjudicarla y bloquearle su carrera, porque quién sabe si conviene o no que salga la cura del cáncer”, asegura el médico oftalmólogo.
De hecho, la científica figura como coautora de más de 120 publicaciones científicas en los registros de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. Todas sus investigaciones están focalizadas en tipos agresivos de cáncer de seno y en mecanismos de resistencia a las terapias para combatir esta enfermedad.
En la Facultad de Medicina de la Universidad del Cauca, en la que realizó sus estudios de pregrado, aún reposan pruebas del coeficiente intelectual de la científica colombiana. En los archivos de la institución están intactos los documentos de las matrículas de honor que recibió durante toda su carrera. Asimismo, está la constancia de su último semestre, cuando fue catalogada la mejor estudiante (entre 47 egresados), con un puntaje promedio y definitivo de 4,3.
El decano de la Facultad de Medicina, José Luis Diago, la recuerda con orgullo. Dice que hace cuatro años visitó la universidad y explicó los avances y sus aportes a la lucha contra el cáncer de mama. Agregó que lo único que puede decir de la doctora González es que es una mujer inteligente, especial, sensible y entregada a las causas perdidas, como por ejemplo, buscarle la cura a esa enfermedad que aún es terminal.
La visita a Popayán de la doctora Ana María también tenía como propósito tratar a la esposa del exgobernador González Mosquera (su tío). Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano, ya que la paciente murió de cáncer en los pulmones en mayo de 2010. “Nos reunió a mí y a mis hijos y nos dijo que ese era uno de los cánceres más agresivos que podía haber y que no había remedio”, dijo el entonces gobernador del Cauca.
En la casa de la familia González Angulo reina la tristeza, pues mientras su padre acompaña a la científica a defenderse ante los tribunales en Houston (Texas), en Popayán, su madre se recupera de una delicada cirugía de los ojos: “tuvo glaucoma, desprendimiento de retina en ambos ojos. Tuvimos que hacerle trasplante de retina y ya está en recuperación. Por eso no pudo acompañar a su hija en el juicio”, afirma el médico Bejarano.
Mientras tanto, en la casa del exmandatario González Mosquera —a quien El Espectador visitó el pasado fin de semana— hay mucho hermetismo y tristeza. La última vez que él habló con su sobrina fue el pasado viernes, horas antes del juicio. “Me dijo que estaba tranquila y que ella es inocente. Ahora tenemos que esperar cuando el juez dicte sentencia, porque lo que inicialmente pasó es que en el veredicto del jurado fue declarada culpable, pero es al juez a quien corresponde dictar sentencia y eso podría variar”, dijo González, quien aseguró que se hará uso de todos los recursos jurídicos a que haya lugar para demostrar que ella es transparente, como su hoja de vida y su corazón.
Queda claro que la científica colombiana Ana María González Angulo, a pesar de pertenecer a dos familias prestantes y reconocidas de Popayán, hoy es recordada por quienes menos espera: varios enfermos con cáncer a quienes les ha salvado la vida. También lo es por los familiares de las víctimas de esta enfermedad terminal, ya que con sus tratamientos, a través de medicamentos paliativos, logró mejorar su condición de vida durante sus últimos días.
La prima de la doctora Olga Velasco fue una de las pacientes que lograron, gracias a la labor de Ana María, pasar los últimos instantes de su vida como una persona sana. Sin embargo, a consecuencia de un cáncer severo, murió. La exprofesora de la científica no duda de las cualidades y calidades de su exalumna y con tristeza ve cómo una gran profesional cae en un abismo sin retorno.
eabolanos89@gmail.com